Rubén Nieto, en su invernadero de producción ecológica en Almería.

Ecoinvernaderos: el futuro sostenible de la agricultura

En el futuro, toda la producción hortofrutícola almeriense en invernadero será ecológica. Así será si se quiere diferenciar de la competencia y ofrecer un valor añadido frente a la creciente exportación desde países de nuestro entorno, que o bien no pueden competir en este sector de demanda creciente, el ecológico, al no cumplir las características requeridas, o bien apuestan por la producción en masa alejada de criterios de calidad.

Almería, además, se está posicionando en los últimos años como punta de lanza de la producción ecológica en Andalucía y España. La comunidad autónoma ya está asesentada como principal productora y exportadora del sector agrario, y tiene ante sí el nuevo reto de impulsar la producción ecológica. Es la principal productora del país, con un 46% del total, y las cifras de referencia siguen creciendo año a año. Así, a este tipo de cultivo están dedicadas 1.065.260 hectáreas en la región, lo que supone el 19% de la superficie total destinada a la agricultura.

La provincia de Almería lidera cifras en este sector como la de operadores, con 3.677. Y aunque está a la cola en superficie total dedicada a la producción ecológica, encabeza la de hectáreas bajo plástico que cultivan este tipo de productos, de fuerte demanda en Europa, con 3.212 frente a las 631,5 de la siguiente, Huelva. Y es así gracias al fuerte crecimiento de los últimos años. En 2010, había apenas 891 hectáreas de invernaderos ecológicos en la provincia.

Una apuesta de futuro

En aquel año, Rubén Nieto ya llevaba cinco dedicado al cultivo de tomates cherry y sandías bajo los criterios de la producción ecológica. Hijo y nieto de agricultores, cuando a los 18 años optó por continuar la tradición, se quedó con una finca de la familia; dos invernaderos de dos hectáreas en total que habían venido dedicando al cultivo de cereales para pastos, entre Campohermoso y San Isidro, y apostó por un tipo de cultivo al que pocos veían entonces futuro. Él sí lo tenía claro. Si el descenso de producción de un invernadero ecológico respecto a uno tradicional está en torno al 30%, los precios más altos y, sobre todo, su mayor estabilidad compensaban.

En aquella época, eran entre 100 y 200 las hectáreas dedicadas en Almería a lo que sus agricultores aun consideran la producción de futuro en nuestra provincia, con asociaciones como Bioindalo asesorando y fomentando que se diera el salto a unos productos que desde países como Suiza o Alemania eran muy demandados, aunque aquí costase verlos en los lineales de los supermercados. «Aquellos años era complicado porque la carta de insumos era muy pequeña», recuerda Nieto, que cuenta que en la actualidad ya se ha equiparado la cantidad de productos aprobados a la del cultivo tradicional.

La suya es «una producción ecológica modernizada, con sistema de fertirriego moderno», explica este joven agricultor, que añade que «el control biológico lo implantamos desde el principio, necesitamos tener bichos porque, si no, no tenemos muchas armas» para combatir las plagas. Y es que para certificar un invernadero como ecológico hay que cumplir una serie de requisitos en el tratamiento del suelo y de los productos que se utilizan para abonos y prevención y eliminación de plagas y enfermedades. De certificar que se cumplen todos los criterios se encargan auditoras como Agrocolor, de COEXPHAL y con sede en Almería, y CAAE.

Tierra regenerada y sin productos de síntesis

Para obtener el certificado ecológico, «el invernadero tiene que estar aislado a cuatro u ocho metros de fincas que no lo son», explica Rubén Nieto. En caso contrario, «en las zonas que están más cerca de esa distancia te obligan a hacer varios análisis al año y a tener esa banda cerrada para que no se contamine con los tratamientos del vecino». Julián Giner, coordinador técnico de Koppert en Almería, señala como claves para considerar ecológico un cultivo en invernadero el «regenerar la tierra y no usar un producto de síntesis, industrial o químico».

El primer paso obliga a quienes quieren dar el salto de transformar un invernadero de producción tradicional en uno ecológico a esperar un tiempo hasta poder cultivar con certificado. Es un paso necesario para que la tierra se limpie de los productos ‘prohibidos’ en la producción bio. Si decide dar ese salto, «el agricultor no tiene que invertir nada», cuenta Andrés Góngora, secretario provincial de COAG Almería. Pero sí «tiene que abrir un proceso de formación, el agricultor tiene que cambiar muchos conceptos que tiene asimilados en cuanto a tratamientos fitosanitarios o la rotación de los cultivos». Asimismo, se necesitan «técnicos que sean expertos en agricultura ecológica, porque tienes que tener asesoramiento específico en esta materia», añade Góngora. Todo ello hace que lleve unos años desde que se inicia el cambio de modelo en un invernadero hasta que este ya produce en ecológico. Cuando sí hay que hacer un desembolso mayor es durante la cosecha, «porque hay determinados insumos ecológicos que son muy caros», matiza el secretario provincial de COAG.

Otros gastos añadidos son los de mantenimiento: no es lo mismo trabajar con abonos a los que se añaden sustancias para facilitar su solubilidad que hacerlo con los aprobados para ecológico. «Tenemos los tanques y los filtros más atorados que los invernaderos tradicionales», reconoce Nieto, que cuenta que «los sistemas de goteo tenemos que cambiarlos cada dos o tres años porque se ensucian con las impurezas».

El control de plagas y enfermedades es otra de las claves en este tipo de cultivos, al no poder utilizar ciertos químicos habituales en la producción tradicional. Así, Giner explica que en Koppert trabajan con plantas e insectos para este control biológico. Por ejemplo, «cereales de porte alto, como el maíz o el sorgo, para evitar ciertos depredadores en el invernadero. Al mismo tiempo plantamos lobularia, que es una planta que florece durante todo el año, para que nos sirva de reservorio de los himenópteros» utilizados para eliminar las plagas.

En el caso de que se detecte un ataque, Giner destaca que cuentan con «un amplio abanico de productos» para solucionarlo. Entre ellos, «podemos trabajar con bacilos, si tenemos problemas de algún díptero en la raíz, y también con algún virus que está autorizado para el control de gusanos».

Tecnología para el ecoinvernadero

La tecnología es otro elemento diferencial en este tipo de invernaderos, aunque no exclusivo de ellos. Al no poder contar con soluciones tradicionales para tratar el suelo y las plantas, la posibilidad de tener el control de los parámetros que facilitan que el cultivo crezca sano, como la luz, la humedad o la temperatura, es de gran ayuda para la tarea del agricultor. Es el caso de Rubén Nieto, que con un grupo de colegas ha montado en sus dos invernaderos un sistema de sensores vinculados a una placa Arduino con los que puede saber, solo mirando en su móvil, si las condiciones tanto en el exterior como en el interior son las adecuadas para sus plantas, hoy en día de pimiento, por el que sustituyó al cherry hace un par de años, y sandía.

Con este sistema, que han llamado LIBO, controlan «temperatura, humedad, temperatura del suelo, radiación solar, CO2, condensación y una serie de parámetros que nos ayudan a tomar decisiones», explica Nieto. Los valores le pueden indicar, por ejemplo, «que no riegue en un tiempo o que ventile la finca». Asimismo, gracias a LIBO «podemos valorar las probabilidades de que una plaga nos ataque, porque cuanto más estresada está la planta, más fácil es. Viendo el histórico de ciertos parámetros, podemos entrar a tratar contra un insecto u otro».

Lejos de la imagen del agricultor ‘a la antigua’, cavando zanjas y sembrando a mano, que pudiera tener el cultivo ecológico, ahora los invernaderos «tienen que tener Wi-Fi sí o sí» para poder implementar sistemas como LIBO. «El pico y la azada siguen estando, pero tenemos que evolucionar a pasos agigantados», comenta Nieto.

Fuerte crecimiento

Pasos de gigante como los que ha dado el sector de la agricultura ecológica bajo plástico en nuestra provincia en tan solo media década. Atraídos por los precios más altos de media y con menos vaivenes, muchos han dado el paso en estos últimos años. «Ha habido cierta ‘ecomanía’ de gente que se ha pasado al ecológico por el tema económico, pero la merma de producción, los problemas de plagas, la presión, etcétera, ha hecho que mucha gente vuelva al convencional», reconoce Rubén Nieto.

Y aunque el crecimiento de demanda es constante, la penetración en nuestro país de estos productos aun va lenta. Entre otros motivos, señala este agricultor, «por la diferencia de precio entre el producto ecológico y el convencional». Una diferencia «en el supermercado, a la hora de la venta», matiza. «A nosotros nos pagan un poquito más pero luego el precio se multiplica por dos en el lineal, y eso es inasequible para muchos», reconoce.

En la actualidad, Almería concentra el 14,5% de la superficie andaluza dedicada a los cultivos ecológicos. Entre ella, destacan las dedicadas a frutos secos ecológicos, con 24.861 hectáreas, y a hortalizas, con 3.754, la mayoría de ellas bajo plástico. En nuestra provincia, se ha dado un importante crecimiento de cultivos hortícolas en invernaderos ecológicos en los últimos cinco años. Así, esta superficie creció en 2019 en la provincia almeriense hasta las 3.212 hectáreas, lo que supone más del triple de la extensión que había en 2014, cuando solo contaba con 962 hectáreas.

Esta producción se sigue exportando a Europa. «El cien por cien prácticamente se vende fuera», explica Andrés Góngora, que detalla que en estos ecoinvernaderos «se está produciendo la misma gama que en convencional, tomate, pimiento, pepino, berenjena, calabacín, sandía, melón y algo de judías». Por mercados, Alemania y Suiza encabezan la demanda de producción, seguidos de Reino Unido, Noruega, Holanda y Francia.

Un problema reciente es la amenaza de los precios bajos, que ya sobrevuela al segmento del ecológico. Los agricultores están viendo cómo en los últimos cinco años, tras la entrada de los supermercados tradicionales en la venta de producción ecológica, se está produciendo una batalla de precios que está haciendo que estos sean «más inestables» que hace unos años, señala Góngora.

En cualquier caso, la apuesta es firme y es la mejor opción para diferenciarse de la competencia, consideran agricultores y técnicos. Así, Giner recuerda que hay países como Holanda «que no pueden cultivar, por ejemplo, pepino ecológico porque es todo hidropónico» y otros, como Marruecos, donde «se produce un producto barato y con mucho residuo». Y Nieto tiene claro que «el ecológico sigue siendo el futuro. La competencia de países terceros cada vez es más fuerte y si no nos diferenciamos, estamos muertos».  

Claves para convertir un invernadero convencional en ecoinvernadero

1. Dejar dos años sin cultivar para regenerar el suelo, que se eliminen los restos de productos químicos de síntesis utilizados en el invernadero tradicional.

2. Preparar la tierra con microorganismos, mantas térmicas y/o con setos para mejorar las condiciones del suelo tanto de fertilización, como de estructura y para eliminar patógenos previos.

3. Preparar tanques, setos y plantas reservorio que sirvan para que se reproduzcan los ‘bichos’ para el control de plagas.

4. Plantar reservorios de flores para mantener las condiciones óptimas de los depredadores de plagas.

5. Además de insectos, utilizar virus, hongos y bacterias autorizados para ayudar a controlar plagas en los invernaderos.

6. Mejorar el sistema de riego para no perder agua y para que la planta no tenga exceso de humedad y no le afecten los hongos.

7. Utlizar productos que no sean de síntesis y microorganismos autorizados para prevenir enfermedades.

8. Implantar un sistema de sensores para monitorizar variables como temperatura, humedad, radiación o condensación para mantener el ecoinvernadero en condiciones óptimas.

Luis Miguel Fernández, gerente de COEXPHAL: »Las perspectivas de la producción ecológica en nuestra provincia son positivas y con notables ratios de crecimiento»

Las cifras de superficie de invernaderos dedicada a cultivo ecológico siguen creciendo en Almería, y el total andaluz de producción ecológica ya es, según datos de la Junta, el 46% del total de España. ¿Se está viviendo un auge de cultivo ecológico bajo plástico?

La superficie ecológica bajo invernadero en COEXPHAL para la campaña 2019/20 alcanzó las 1.578 hectáreas, que aumentan a 2.012 hectáreas si sumamos los cultivos de primavera. La producción fue de casi 147.000 toneladas. Sumando solo los cultivos bajo plástico, estas cifras representan el 58% de la superficie total reconocida oficialmente en Almería. Esta provincia supone el 75% del área ecológica invernada de Andalucía.

En las últimas campañas, el ritmo de crecimiento de este tipo de producción ha sido elevado: la superficie se ha triplicado en los últimos 5 años. Sin embargo, en el último año el ritmo se ha ralentizado: en 2019, se han incorporado sólo 50 nuevas hectáreas de ecológico bajo invernadero. Aun así, podemos decir que las perspectivas de esta modalidad de producción en nuestra provincia son positivas y con notables ratios de crecimiento para el futuro.

¿Cuáles son las principales características de este tipo de invernaderos y de la producción ecológica en nuestra provincia?

No hay un invernadero único que esté estipulado para agricultura ecológica, cualquier estructura invernada al uso puede usarse para producir frutas y hortalizas ecológicas. La diferencia está en el sistema productivo. El ecológico se rige por el Reglamento (UE) 2018/848 del Parlamento Europeo y del Consejo sobre Producción Ecológica y Etiquetado de los productos ecológicos, donde se especifican distintas pautas a seguir: como el tema de la rotación de cultivos, el uso de abono natural y la mejora de la fertilidad del suelo, la ausencia de productos químicos o la biodiversidad, entre otros muchos aspectos. Por tanto, en un invernadero tipo Almería se puede cultivar tanto mediante un sistema de producción agrícola convencional como ecológica.

En Almería se cultivan bajo invernadero tomates, pimientos, pepinos, calabacines, berenjenas, melones y sandías ecológicas, siendo el tomate la hortaliza más representativa tanto en superficie como en producción.  

Aparte de lo que ya se ha conseguido, ¿cómo se podría mejorar y fomentar este tipo de cultivos?

En la actualidad todas las políticas, tanto en Europa como en el resto del mundo, están orientadas a la lucha contra el cambio climático y la degradación del medio ambiente y persiguen una economía basada en la sostenibilidad. Desde el Pacto Verde Europeo, en el que se incluye la estrategia de la Granja a la Mesa, hasta los Objetivos de Desarrollo Sostenible con la Agenda 2030 propuestos por la Organización de Naciones Unidas (ONU), persiguen un uso eficiente de los recursos y esto está en plena consonancia con los valores en los que se basa la agricultura ecológica, con un sistema productivo que reduce la degradación del medio ambiente a través de la reducción de los insumos.

Por otro lado, el sector hortofrutícola se encuentra inmerso en una crisis de precios y en una continua pérdida de rentabilidad a nivel general y en particular en la agricultura convencional. Una forma de afrontar esta situación es a través de la diferenciación y ésta puede llegar de la mano de la producción ecológica con más posibilidades para vender tu producto y obtener un valor añadido.  

¿Qué ventajas e inconvenientes tiene un agricultor almeriense a la hora de apostar por el cultivo ecológico?

Las ventajas son todas como he apuntado anteriormente, te estás diferenciando produciendo un producto sano, de calidad y sostenible. Además, nuestros clientes cada vez más nos demandan este tipo de producto, con lo cual debemos seguir ofreciéndoselos. Otra ventaja muy importante para la agricultura en general es que la mayor parte de los agricultores, en la lucha contra plagas en convencional está siguiendo las pautas ecológicas, centrándose en mejorar la biodiversidad para facilitar la instalación de auxiliares, con lo cual ambos sistemas de producción están apostando por un modelo cada vez más sostenible medioambientalmente hablando.

Inconvenientes puede tener como cualquier otro método de producción, pero no van más allá de la adaptación a la normativa existente.  

¿Debería apostar fuerte la industria agraria almeriense por este tipo de producción?

Por supuesto que sí debería continuar esta expansión hacia lo natural y ecológico, ya que está en consonancia, como he explicado antes, con la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad de nuestro planeta.

(Reportaje publicado en el número de octubre de 2020 de la revista Foco Sur).

3 comentarios

  1. Enhorabuena por el post, muy interesante y muy completo. Sin duda, el cultivo ecológico es una de las posibles salidas a la crisis de precios en la que se encuentra el inmerso el sector agrario español y concretamente el almeriense desde hace tantísimos años ya.

    No obstante, si no se acompaña con un posicionamiento de marca, que le ayude a posicionarse como líder (que podría) o al menos hacerse un hueco en la mente de los consumidores, en poco tiempo, volverá a encontrarse inmerso en esa guerra de precios, a medida que nuevos productores se vayan sumando.

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    • Gracia por el comentario, Olga. No tengo tan claro que ese posicionamiento no se esté trabajando ya, al menos desde organizaciones como Coexphal. El asunto es si lo hace en mercados exteriores, y qué marca (España, Andalucía, Almería), o también en nuestro país. Es interesante ver cómo evoluciona.

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