Almería en el centro del Universo

El planeta con las condiciones más parecidas a la Tierra para albergar vida. Esto es lo que han descubierto un equipo internacional de investigadores gracias a los recursos del Observatorio Astronómico de Calar Alto. Uno de los centros más prestigiosos a nivel nacional e internacional que, hace solo seis años, corría serio peligro de desaparecer tras haber visto cómo su presupuesto caía hasta un 75% en apenas cinco años, entre 2008 y 2013. La crisis también afectó, y mucho, a la investigación. Por suerte, se resistió y, desde hace un par de años, cuando adquirieron el espectrógrafo CARMENES, no paran de dar buenas noticias relacionadas con la búsqueda de planetas habitables y, por tanto, de la posible existencia de vida más allá de la Tierra.

En los últimos tiempos, los descubrimientos astronómicos en los que el Observatorio de Calar Alto está implicado no dejan de sucederse. Así, investigadores vinculados al centro o, en otros casos, externos que han utilizado datos conseguidos por los telescopios situados en la sierra de Filabres han descubierto, por ejemplo, claves sobre el proceso por el que se forman galaxias como la Vía Láctea; un exoplaneta que ayuda a comprender cómo se formó Mercurio; han vuelto a detectar un cometa del que no se tenían noticias desde 1986; o han encontrado una galaxia que emite una luz similar a la que se generó en el Big Bang.

Y desde que en 2016 recibieron el espectrógrafo de precisión CARMENES, este instrumento, puntero en su clase a nivel mundial, ha detectado exoplanetas (planetas con características que los hacen similares, en cuanto a la capacidad de albergar vida, a nuestra Tierra), una supertierra y, ahora, dos planetas orbitando una enana marrón dentro de la llamada ‘zona habitable’, la que, por sus características, más posibilidades ofrece de tener agua en estado líquido y de poder generar vida dentro de un sistema de planetas en torno a una estrella. Uno de ellos, además, se encuentra dentro de la zona equivalente a la que la Tierra ocupa en nuestro sistema solar. Es, según destacan los científicos que han trabajado en este descubrimiento, el planeta con las condiciones más parecidas a las del nuestro de los encontrados hasta ahora.

Con la cautela que hay que tomarse siempre este tipo de noticias, lo relevante del descubrimiento es que ambos planetas son susceptibles de tener agua líquida, una de las condiciones, que no la única, para ser considerado como potencialmente habitable. Orbitan alrededor de la estrella Teegarden, una enana roja con una masa diez veces menor que el Sol y 1.500 más débil en cuanto a la energía que desprende, y que está a solo 12,5 años luz.

Los planetas, bautizados como Teegarden B y Teegarden C, son 1,25 y 1,33 veces mayores que la Tierra, y tardan cinco y once días, respectivamente, en completar un ciclo alrededor de la estrella. Es decir, están mucho más cerca que la Tierra del Sol, pero al ser Teegarden una mucho menos potente que la nuestra, las temperaturas que soportan deberían ser suaves. Y Teegarden C, además, está en la ‘zona habitable optimista’, que equivaldría a la misma en la que está la Tierra en nuestro sistema solar.

Ahora falta delimitar otra serie de características para confirmar que ambos planetas pudieran contener, de verdad, agua líquida, como la composición de su atmósfera, pero aun así, el descubrimiento supone un hito para el Observatorio de Calar Alto, el mayor de Europa, y de su instrumento CARMENES, y sitúa a Almería en la vanguardia de la exploración espacial enfocada a la búsqueda de vida más allá de nuestro planeta.

El mayor éxito de Calar Alto

«Estamos ante uno de los descubrimientos más grandes que se han hecho desde el Observatorio», confirma Jesús Aceituno, director del Observatorio de Calar Alto, que considera que «para la astrofísica es un descubrimiento muy importante, porque son de los primeros planetas con esas condiciones que nos estamos encontrando». El proyecto, añade, «sirve para poder calcular cómo de frecuentes son este tipo de planetas en nuestro universo, cómo son los procesos que los forman y qué características tienen». Las características que se buscan son, entre otras, temperaturas en superficie de entre  0º y 30º, que permitan la existencia de agua líquida en superficie y que haya vida; una gravedad entre esté entre la mitad y el doble de la de la Tierra, como sucede con estos dos planetas descubiertos; y que la estrella a la que orbitan vaya a ser de larga duración, de miles de millones de años, para que haya tiempo de que se forme vida. Y, precisamente, lo interesante en ese sentido de las enanas rojas es que pueden durar más de 10.000 millones de años.

Así, asegura Aceituno, «de todos los planetas que se conocen ahora mismo fuera de nuestro sistema solar, Teegarden C es el más parecido a la Tierra». El director del observatorio asegura, además, que «los libros de Historia seguramente hablarán de este descubrimiento, porque si tuviéramos la tecnología para poder hacer misiones interestelares, sin lugar a dudas el primer destino sería este». Aun falta conocer la composición de la atmósfera y si hay vida, de lo que la misma atmósfera dará pistas. «Ya se ha empezado a acumular datos, es una información que se va a obtener con CARMENES», confirma el director, que espera que se tengan resultados en un par de años.

Proyecto CARMENES

El Observatorio de Calar Alto recibió de forma oficial el espectrógrafo de precisión CARMENES en abril de 2017, aunque llevaba operando unos meses previamente, con el telescopio de 3,5 metros del observatorio. El instrumento forma parte de un proyecto en el que colaboran trece instituciones españolas y alemanas, cuyo objetivo es precisamente descubrir exoplanetas en la zona habitable de sus estrellas, puesto que hasta entonces, los más de 3.600 planetas descubiertos más allá del sistema solar eran hostiles para la vida. Así, en 2016 se hizo una selección de las 330 estrellas más cercanas al Sol y se están escudriñando «para ver en cuáles hay mundos parecidos a la Tierra», señala Jesús Aceituno, que añade que, con CARMENES, el Observatorio de Calar Alto »está colaborando en crear el primer mapa estelar con este tipo de mundos a los que, dentro de unos siglos, la gente pueda plantearse ir porque este se haya quedado pequeño. Si este trabajo no se hace ahora, no se podrá utilizar esa información luego».

La particularidad de CARMENES es que puede operar tanto en el canal de luz visible como en el infrarrojo, lo que aumenta su precisión. Precisamente, el Instituto de Astrofísica de Andalucía se encargó de desarrollar este canal infrarrojo. Y esta precisión lleva demostrándola casi desde el primer día. Así, en las primeras conclusiones tras sus primeros 15 meses de funcionamiento, en octubre de 2017, CARMENES había desmentido la existencia de un planeta detectado previamente por otro instrumento y señalado la existencia de otro, no detectado, en torno a la misma estrella. «Al observar en el visible y en el infrarrojo, podremos confirmar los hallazgos sin necesidad de otras comprobaciones», destacaba entonces, Pedro J. Amado, astrónomo del Instituto de Astrofísica de Andalucía y co-investigador principal de CARMENES, que aseguraba además que «ningún otro instrumento del mundo puede hacer esto». Ese mismo año, en diciembre, el instrumento conseguía detectar su primer exoplaneta. De tamaño un poco mayor que Neptuno, y en una órbita de 86 días alrededor de su estrella, está situado en la zona habitable del sistema, pero con pocas posibilidades de albergar vida, puesto que las mediciones indicaban que es poco probable que este planeta tenga superficie sólida.

Diez meses después, el instrumento detectaba una potencial supertierra, un planeta de más del triple de la masa de la Tierra, orbitando en torno a la enana roja Barnard, la segunda estrella más cercana al Sol, tras Alfa Centauri. Aunque sus características no hacían presagiar que pueda albergar vida ni que contenga agua líquida, la particularidad de este descubrimiento es que, por primera vez, se localizaba un planeta de estas características utilizando la técnica Doppler, que consiste en medir el efecto Doppler de la luz que emite un objeto en movimiento, que es más roja y menos energética cuando el objeto se aleja, y más azul y más energética cuando se acerca. Una técnica que se ha utilizado también en el descubrimiento de los planetas de Teegarden.

Misión con el MIT y la NASA

Este instrumento se está revelando, así, como un ‘cazaplanetas’, aunque no es esta capacidad la única que en la que está destacando. Por ejemplo, el pasado año lograba detectar cómo el planeta Kelt-9b, el más caliente que se conoce y que soporta temperaturas en superficie durante el día de hasta 4.300 ºC, más que la que desprenden algunas estrellas, tiene una atmósfera de hidrógeno que está siendo absorbida por, Kelt-9, la estrella en torno a la cual orbita.

Asimismo, otra muestra de la precisión y relevancia de CARMENES es que es uno de los instrumentos implicados en la misión TESS, desarrollada por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la NASA, que está buscando exoplanetas. Hasta 2020, la misión tiene previsto examinar más de 200.000 estrellas y detectar unos 1.500 exoplanetas de tipo rocoso. Desde septiembre de 2018, CARMENES está recibiendo los datos que va recopilando la misión, con el objetivo de determinar la masa de los planetas que encuentren y estudiar su atmósfera.

Coreografía galáctica

Más allá de CARMENES, el Observatorio de Calar Alto sigue contribuyendo a descubrimientos astronómicos relevantes. Este mismo año, por ejemplo, un equipo de científicos anunciaba cómo las galaxias acompasan su movimiento en el espacio al del resto de galaxias que hay a su alrededor, como si todas participasen en una coreografía galáctica. Para este descubrimiento, se han usado datos recopilados por CALIFA, atlas de espectroscopia integral de galaxias desarrollado en el observatorio almeriense.

Y es que desde hace más de una década, el Observatorio apuesta los programas de legado, con los que toda la información que produce por sus telescopios se pone a disposición de la comunidad internacional. Gracias a esto, CALIFA ha facilitado más de 300 artículos publicados en revistas internacionales y más de 5.000 citas. «Es un caso de éxito rotundo», destaca Aceituno. Por ejemplo, en 2017, CALIFA había proporcionado los datos para una investigación desarrollada por un equipo de la Universidad de Granada gracias a la cual se ha podido esclarecer parte del proceso de formación de galaxias como en la que se encuentra nuestro sistema solar, la Vía Láctea. Y ese mismo año, ofreció los datos con los que la investigadora Laura Sánchez Menguiano elaboró su tesis, ganadora del premio a la mejor tesis de astronomía, por un trabajo sobre  las galaxias con forma de espiral.

En la primavera de 2018, otro instrumento, la cámara de alta resolución AstraLux, instalada en el telescopio de 2,2 metros, proporcionó parte de los datos utilizados en el descubrimiento del exoplaneta K2-229b, de composición similar a la de Mercurio y que podría servir para entender cómo se formó este. En esas mismas fechas, el telescopio Schmidt volvió a detectar el cometa Catalina, que llevaba fuera del ‘campo de visión’ de la Tierra desde 2012, tan solo meses después de haber sido detectado por primera vez, en 2011.

Y en este mismo 2019, un equipo de investigadores de la Universidad de Leibniz, en Alemania, ha descubierto una galaxia ‘guisante verde’ (llamada así porque es el color con el que brilla) utilizando la herramienta PMAS del telescopio de 3,5 metros de Calar Alto. Esta galaxia es equivalente a las primeras que comenzaron a iluminar el universo tras el Big Bang, en un proceso que duró cientos de millones de años, y es, como otras de su tipo, fundamental para estudiar esas primeras etapas en la formación del universo.

Entre los proyectos en marcha, destaca una colaboración con la Universidad de Pekín para estudiar los superagujeros negros, que son los responsables del movimiento de las galaxias activas. «Estos superagujeros negros se formaron al principio del universo y son tan descomunalmente grandes que son capaces de arrastrar a todas las estrellas», explica Aceituno. En este proyecto se están estudiando una docena de estos superagujeros negros, con el objetivo de «determinar con precisión la masa de esos agujeros negros, que no se conoce, cómo son capaces de mover toda esa materia a su alrededor, y sobre todo la actividad que tienen». Un paso más del Observatorio de Calar Alto en su camino para dibujar el mapa de nuestro universo. 

Un futuro asegurado

A pesar de su relevancia a nivel internacional, hace tan solo seis años el Observatorio de Calar Alto estaba amenazado de cierre. La crisis afectó de manera relevante a la ciencia en España, ya que los presupuestos destinados a los diferentes organismos de investigación fueron reducidos drásticamente. Incluido el del observatorio almeriense, que en apenas cinco años, vio cómo caía su partida en un 75%. El personal de Calar Alto, sin embargo, seguía trabajando duro y, paradójicamente, en los años más duros para ellos, de 2013 a 2015, el proyecto CALIFA daba sus mejores resultados. «Afortunadamente, a nivel científico, el Observatorio no se ha resentido durante estos años», asegura Jesús Aceituno, director del Observatorio de Calar Alto, que añade además que «durante toda nuestra historia tenemos una tasa de publicaciones en torno a las cien por año, y no disminuyó durante los años de la crisis. Y eso gracias a los leones y las leonas que trabajan allí arriba, que es gente muy vocacional, que quiere mucho su trabajo y que llegado el momento supo remangarse los pantalones y aguantar el chaparrón. Gracias a esa perseverancia y esa actitud, el Observatorio salió adelante».

Ahora queda «seguir haciendo las cosas bien», ya con el presupuesto asegurado con la incorporación de la Junta de Andalucía al consorcio que gestiona el Observatorio. Fue un proyecto impulsado por el anterior Gobierno andaluz, que acordó con el Instituto Max-Planck alemán el traspaso del 50% de Calar Alto. El acuerdo definitivo se frmó  el pasado mes de mayo, y la Junta ya ha destinado 1,5 millones de euros en su presupuesto para la gestión de Calar Alto, que comparte con el CSIC, dependiente del Ministerio de Ciencia, Investigación y Universidades.

«Cuando nosotros llegamos al Gobierno, nos encontramos con que había que realizar una serie de trámites administrativos para asumir el 50% del consorcio de Calar Alto, que no se habían hecho», explica el diputado andaluz del PP Ramón Herrera, «por lo tanto nos encontramos con que estaban en riesgo las nóminas de los trabajadores, etc». Para desatascar el traspaso de las participaciones en el consorcio y evitar retrasos en los pagos, añade Herrera, «la Consejería de Economía y la de Hacienda establecieron un crédito extraordinario para asumir ese coste». Gracias a esto, se pudo firmar el convenio para la transmisión de las participaciones y la consiguiente inclusión de la partida de 1,5 millones en los presupuestos andaluces de este año. Así, confirma Herrera, «está asegurado su desarrollo, su financiación y los sueldos».

El diputado destaca además que, a pesar de salir del consorcio, los investigadores del Max-Planck que trabajaban en Calar Alto «van a seguir trabajando con nuestros investigadores». Y a partir de ahora, añade, se plantean el reto de difundir a la sociedad el trabajo científico que se realiza desde este enclave en la sierra de los Filabres. «Se quiere acercar el trabajo científico a la sociedad, como se ha hecho en otros observatorios nacionales, darle un punto de vista divulgativo y aprovechar el turismo de observación». Así, tras unos años en la cuerda floja, el Observatorio de Calar Alto confirma que tiene mejor salud que nunca, y ha situado a Almería en la vanguardia de la astrofísica mundial.

Un impulso al turismo científico

El Observatorio de Calar Alto es una referencia en astrofísica, pero además es un activo relevante en la comarca para impulsar el turismo científico. De ahí que Miguel Guijarro, alcalde de Gérgal, municipio donde se encuentra el observatorio, eche de menos que no se haya bautizado aun ninguno de los planetas o estrellas descubiertos por los telescopios de Calar Alto con el nombre del municipio. Es difícil, porque como confirma Jesús Aceituno, director del Observatorio, la denominación de planetas y estrellas sigue una nomenclatura acordada a nivel internacional. Aunque nunca se sabe si, en un futuro, los observadores de estrellas podrán señalar el paso del cometa o asteroide ‘Gérgal’.

Mientras eso llega, en el pueblo están a punto de abrir al público el Centro de Interpretación de la Astrofísica, un edificio que alberga un salón con 122 butacas y un planetario de seis metros y 24 asientos más. Ya se hizo una apertura de prueba recientemente, a la que asistieron los alumnos del colegio del municipio. Pero su puesta en marcha definitiva supondría un impulso al turismo científico, que ahora está limitado a las visitas y jornadas de observación de estrellas en el propio observatorio. Solo falta contratar a un par de personas para llevar el Centro y el planetario, «porque ahí salen infinidad de preguntas a las que tienes que dar respuesta, y para ello tiene que ser una persona preparada», explica el alcalde, que añade que el municipio es muy pequeño para poder soportar esos sueldos. Ahora, la colaboración con la Junta, que también tiene ese objetivo en mente, será fundamental para afianzar el turismo científico y astronómico como un activo principal de la economía del municipio. Para ello, Guijarro reclama además que se desarrolle «un reglamento de contaminación lumínica» que regule cómo tienen que iluminar sus calles para facilitar que en el Observatorio se pueda realizar bien el trabajo, algo que el alcalde considera «fundamental».

(Reportaje publicado en el número de julio de 2019 de la revista Foco Sur).

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