Es desde el pasado mes de junio la primera mujer al frente de Asaja Almería, cargo desde el que quiere conseguir que la agricultura y la ganadería sigan siendo actividades rentables. En el inicio de campaña, Adoración Blanque señala los retos que afronta el sector y las soluciones necesarias para seguir siendo la huerta de Europa.
¿El campo vive un momento dulce o hay incertidumbres?
Iniciamos una nueva campaña con unas expectativas relativamente altas. Acabamos la campaña pasada con unos costes de producción elevados, pero esta creemos que esos costes van a afectar más, si cabe, a zonas competidoras que utilizan más la energía que nosotros, como Holanda y Centro Europa. Nosotros, afortunadamente tenemos invernaderos solares, tenemos sol, no necesitamos calefacción para producir y eso nos va a ayudar. Hay unas buenas perspectivas. Por otra parte, el tomate se comportó muy bien en pizarra, eso ha provocado que agricultores que habían dejado el cultivo por baja rentabilidad hayan vuelto a plantar tomate. Tenemos una ligera subida en superficie de tomate y unas expectativas buenas respecto a nuestros competidores.
Aparte de esto, los costes siguen subiendo y nos enfrentamos a un calor inusual. Eso hace que los cultivos se desequilibren. El calor puede ocasionar problemas de virosis, dificultad en el desarrollo fenológico y afectar a la producción. Ese buen tiempo hace que haya exceso de producción, lo que está ocurriendo en este inicio de campaña con el pepino, el calabacín o la berenjena, lo que ha hecho que después de tener un precio razonable se esté viniendo abajo.
Además del tomate, ¿hay algún otro producto estrella con el que haya esperanzas fundadas de que pueda haber una buena campaña?
Tenemos expectativas de que el pimiento y el tomate se defiendan bien, que son las producciones mayoritarias que tenemos en Almería, pero hay que ser prudentes, porque están subiendo mucho las hectáreas en países competidores. Y al final nos encontramos con una competencia desleal. Las exigencias que tenemos nosotros no las tienen ellos, ni las fitosanitarias ni en materia laboral. Recordemos el Pacto Verde Europeo y las exigencias que conlleva. Entran en el mercado con unos costes de producción infinitamente inferiores a las nuestros. Por eso el agricultor tiene que reinventarse, atender al mercado e ir a unas exigencias mayores en calidad, a producciones en ecológico o a nuevas variedades.
Ahora bien, si la Unión Europea exigiera los mismos parámetros tanto en calidad como en exigencias sociales, independientemente de su procedencia, pues evidentemente ganaría el que mejor producto o calidad precio tuviera. Ahora no estamos en esas circunstancias. La política agraria comunitaria es exigir mucho a las producciones europeas pero nada a las que se importan. Ese es un tema que tenemos que seguir insistiendo. Hablamos de seguridad alimentaria, de la salud del consumidor.
Otro de los problemas eternos del sector es el agua y este año más con la sequía. ¿Cuál es la situación?
Tenemos una zona con extremo peligro, la zona del Almanzora, donde incluso se han reducido producciones. Los trasvases se han cortado, se han reducido a la mínima expresión. No hay alternativas, puesto que las obras de la desaladora de Villaricos no se han acabado ni se prevén a corto plazo. Hay una iniciativa de desaladora privada que tampoco será a corto plazo.
Está en una situación bastante complicada. El precio que se paga llega a 70 u 80 céntimos por metro cúbico, lo que hace inviable que cualquier producción pueda ser rentable.
Si podemos sacar algo positivo dentro del déficit hídrico, es que hemos hecho el trabajo. Aquí siempre faltaba agua y hemos buscado alternativas. Se han construido desaladoras, se ha aprovechado el agua de la lluvia y de los acuíferos y se está trabajando en la recuperación de los acuíferos y en el agua desalada y por último la Junta está trabajando en las aguas regeneradas con los tratamientos y requisitos que la legislación exige.
¿El agua regenerada sería una alternativa de futuro, ante los precios de la desalada o la incertidumbre con los trasvases?
El trasvase tengo pocas esperanzas de que se pueda recuperar, porque la política por parte del Ministerio es cerrar esa posibilidad. Ojalá me equivoque. Con lo cual tenemos que buscar otras alternativas, y entre ellas está la recuperación del acuífero de aguas subterráneas junto con las desaladoras que se están haciendo y con las aguas regeneradas, porque es una fuente de recursos hídricos que no podemos desdeñar. Tampoco renunciamos al trasvase, pero lo veo difícil. Llevamos mucho avanzado pero hay que seguir trabajando en infraestructuras, en ordenación y aprovechamiento de los recursos.
Caen precios en origen pero estamos viendo en el supermercado los precios cada vez más altos, a la gente le cuesta cada vez más la compra. ¿Dónde se queda la diferencia de dinero?
Estamos en un mercado libre y cuando se reduce la demanda o se dispara mucho la oferta, el precio evidentemente varía. ¿Qué pasa? Que cuando nosotros vamos al supermercado y vemos un kilo de pimientos a cinco euros, tendemos a pensar que el que se está llevando ese dinero es el agricultor, y nada más lejos de la realidad. Lo hemos visto este verano con el precio de la sandía o el melón. Si la Ley de Cadena Alimentaria funcionara, esto no se produciría. Lo ideal sería que el precio se forme de abajo hacia arriba. Si esto fuera así, el productor tendría un precio razonable para seguir produciendo, no se producirían esas distorsiones y el consumidor podría seguir comprando kilos, no piezas. Si el productor cubre costes de producción y tiene su margen de beneficios como cualquier empresa y a partir de ahí se forman los precios en toda la cadena alimentaria, al consumidor le llegan unos precios razonables.
Lo que está pasando es que, evidentemente, alguien se está aprovechando. Desde la primera venta del productor al consumidor final, todo lo que hay son intermediarios, se especula con los precios y al final eso nos lleva a que ni el productor pueda seguir produciendo en muchos casos y que ni el consumidor pueda comprar. Tenemos que pensar que si va a resultar más barato comer comida basura que comer comida saludable, tenemos que hacérnoslo mirar un poquito todos.
Otro asunto que también ha generado cierta tensión han sido las nuevas condiciones de la PAC. ¿Cómo están afectando en Almería?
La PAC, como pagos directos, nos afecta fundamentalmente a la ganadería. Tenemos una cabaña ganadera bastante amplia, sobre todo de ovino y caprino, y luego también tenemos la ganadería porcina, de cebo, que es la más extensa de Andalucía, concentrada mayormente en la zona del Almanzora, en Huércal-Overa. Le va a afectar sobre todo a la ganadería extensiva, en el Almanzora y los Vélez, que es donde está concentrada. Hay una modificación por la que se quita la parte que estaba acoplada a la tierra en función de las cabezas de ganado y se pone un precio a la cabeza de ganado, pero un precio más bajo del que tenía. Necesitamos que ese pago directo suba considerablemente, porque si la ganadería cada vez va perdiendo más, muchos ganaderos deciden vender el ganado y se quedan con la parte de agricultura, de cereal, almendra, fruto de cáscara, que no tiene tantra exigencia como una ganadería. Hay ganaderos que están decidiendo dejarlo porque no les es rentable.
Hay que entender que cuando se crean estas ayudas de la PAC, no es para darle dinero a los ganaderos y agricultores porque sí, sino para que no desaparezcan ni la agricultura extensiva ni la ganadería. La ganadería es lo que hace que se mantenga la población en una zona rural, es uno de los pilares básicos para que las zonas rurales sigan existiendo. Es fundamental que haya ganadería para que en los pueblos de interior sigan viviendo las personas, con lo cual se necesita subir esas ayudas directas.
¿Está entonces en peligro la ganadería en Almería?
Está en peligro tanto en cuanto no reciban esas ayudas de la parte que no es rentable. Hay muchos ganaderos que evidentemente se lo piensan. Además, cuando tú tienes una ganadería de caprino, de leche, el trabajo que requiere esa ganadería es el doble que si es un cordero para carne, porque hay que ordeñar las cabras y hay que hacerlo diariamente y hay que estar muy pendiente. Cuando la leche se vende por debajo del coste de producción, si no se subvenciona esa producción, antes de llegar al límite abandono el sector y me voy. Y sobre todo, algo fundamental y muy importante es el relevo generacional en ganadería.
En la ganadería y en la agricultura se está apostando por ese relevo… ¿Está funcionando?
Hay relevo generacional en ganadería que es rentable. Quiero decir, cuando un señor es ganadero y tiene un hijo y se va a meter en ganadería, al final lo que le dice es: “No te dediques a esto porque no es rentable y va a ser tu ruina”. Una empresa necesita rentabilidad. Así que se están de alguna manera reinventando. Las granjas de cerdos se han ampliado y se mantienen, tienen cierta rentabilidad. En el tema de las granjas avícolas, de pollo y de pavo, se están también incorporando algunos jóvenes. Y luego tenemos la ganadería extensiva, que es un poquito más complicado, porque la rentabilidad es menor y tienes que tener mano de obra para que te eche una mano y un rebaño de unas cabezas considerables para que sea rentable. En los últimos años se han incorporado jóvenes gracias fundamentalmente a las ayudas de la Consejería de Agricultura. Antes, cuando los jóvenes no obtenían esas ayudas era mucho más difícil y ahora es un colchón y un respiro importante el que tengan esas ayudas. Pero hacen falta más fondos. Se han quedado en la última convocatoria muchos jóvenes fuera y creo que no podemos permitirnos el lujo de que haya jóvenes que se queden fuera de esa incorporación.
Y luego tenemos una agricultura que es más dinámica, de invernaderos, donde se produce relevo generacional, no de jóvenes que se incorporan de fuera del sector, porque requiere una inversión muy fuerte que no todo el mundo puede hacer, pero sí de padre a hijos, el relevo familiar. Pero también hay que hacerlo atractivo, se tiene que dar una ayuda. La ayuda a un joven que se incorpora está ahora mismo alrededor de unos 70.000 euros. En un invernadero, en una campaña los gastos que se tienen en una hectárea ya superan esa cantidad. Es una ayuda para empezar, para tener esas primeras campañas de alguna manera cubiertas y que vaya rodando. Y luego también hay que hacer atractivo el sector en inversiones, y creo que es muy importante ahora que está tan de moda el tema de la digitalización.
¿La digitalización es el futuro?
Yo creo que a los jóvenes hay que darle hoy en día ese incentivo. Todo el tema de las nuevas tecnologías hay que incorporarlo, pero eso requiere inversiones. La digitalización en agricultura requiere una inversión que te va a llevar a una mayor comodidad y a que los jóvenes tengan ese incentivo de poder entrar en la agricultura. Eso hay que incentivarlo también. La agricultura de invernadero no tiene ningún tipo de subvención que no sea a la inversión. Hablando de digitalización, la ayuda es de hasta el 60%, pero tú estás arriesgando un 40%. Así que la digitalización puede ayudar y mucho, pero hay un límite de inversión para que sea rentable. Si esa inversión en modernización, innovación, digitalización se apoyan con fondos a las inversiones, evidentemente funcionará más. En ese sentido, los jóvenes deben hacer una apuesta por el sector y más en Almería, porque Almería somos agricultura y ganadería.
Desde hace pocos meses, eres la primera mujer presidenta de Asaja Almería. ¿Qué objetivos te has marcado?
La verdad es que representar a los agricultores da un poco de respeto, en el sentido de que estamos hablando de una serie de personas que se juegan día a día su patrimonio, que trabajan de sol a sol. Esta agricultura no se da en ningún sitio que no sea en Almería. En ese sentido, hay mucha responsabilidad porque de alguna manera quieres hacer mucho más de lo que en un determinado momento se puede hacer.
Es muy difícil poder asegurar una rentabilidad a un sector que juega en un mercado libre pero sí es cierto que, aunque no soy partidaria de un intervencionismo, porque al final cuando un sector tiene que recibir subvenciones para poder sobrevivir es el principio del fin del sector, sí que es cierto que se deben definir las reglas del juego y de alguna manera asegurarle al agricultor de Almería que pueda subsistir. Y eso se hace con apuestas decididas. A mí me gustaría que nos fijáramos solo en los intereses de la agricultura, poder competir en igualdad de condiciones, tener una Ley de la Cadena que realmente funcione y con la que todos los eslabones de la cadena se puedan beneficiar y ninguno pierda. Y de alguna manera, darle al agricultor esas armas para que pueda defenderse y tener rentabilidad en un mercado globalizado donde la competencia es cada vez más feroz.
No es fácil, pero creo que la parte que me corresponde a mí en Asaja debe ser poner nuestro granito de arena para que el productor sea el centro del universo en el mundo agrario. Este sector es pujante y se debe de apostar por él, porque Almería, sin su agricultura, no tiene nada que hacer.
(Entrevista publicada en el número de noviembre de 2022 de la revista Foco Sur).