La pandemia abre la caja de Pandora de la salud mental

Desde el confinamiento, han aumentado los casos de asistencia a consultas de psicólogos y de tratamiento de adicciones. La pandemia ha servido para sacar a la luz problemas que llevaban años ignorados.

La pandemia de Covid-19 no solo ha modificado los hábitos de vida y salud de la gente, también ha destapado numerosos casos de problemas de salud mental que permanecían ocultos y ha disparado otros que estaban latentes. Ya lo anunciaban los expertos tras los primeros meses del confinamiento: dentro de un año, se van a multiplicar los casos de depresión, ansiedad y adicciones. Y así ha sido.

La pandemia no ha sido necesariamente la causa de este aumento de casos, pero sí ha sido el catalizador que ha empujado a quienes padecen algún tipo de enfermedad de este tipo a consultar a los especialistas. Las consultas de psicólogos han visto cómo las citas para casos de ansiedad o depresión eran cada vez más. Al mismo tiempo, bajaba la edad de los pacientes.

Este fenómeno se ha venido dando también en el caso de las adicciones, con usuarios de servicios de rehabilitación cada vez más jóvenes. Y tanto en unos como en otros, se ha ido acercando el porcentaje de hombres y mujeres. Ellos solían ser muchos más en procesos de rehabilitación, mientras que ellas eran más asiduas a tratamientos por ansiedad o depresión. Ahora, se han ido igualando los casos.

Hace dos años, a mitad de 2020, el Instituto Nacional de Estadística publicaba los datos de la Encuesta Europea de Salud. En ella, se indicaba que en España había 2,1 millones de personas diagnosticadas de depresión, lo que supone el 5,25% de la población mayor de 15 años. De los diagnosticados, 230.000 lo estaban por casos graves.

Entonces, los casos de depresión en mujeres eran el doble que los que se diagnosticaban en hombres y en los casos graves, aun había más diferencia, con 3,5 mujeres diagnosticadas por cada hombre. Asimismo, a mayor edad, más prevalencia había, con hasta un 16% de los mayores de 85 años afectados por depresión.

Ansiedad y depresión

El fenómeno, además, se está dando a nivel mundial. Así, un reciente estudio de la Organización Mundial de la Salud destaca que durante el primer año de la pandemia la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó un 25%. Este informe asegura que este aumento afectó más a las mujeres que a los hombres, y a los jóvenes, especialmente los que tenían entre 20 y 24 años, más que a los mayores.

La situación, de hecho, podría ser peor de lo que muestran estos informes. En este sentido, el director general de la OMS, Tedros Adhanom, aseguraba tras publicarse los resultados de este estudio que “la información que tenemos ahora sobre el impacto de Covid-19 en la salud mental del mundo es solo la punta del iceberg”.

En los últimos meses, de hecho, los casos han ido creciendo en los perfiles donde antes había menos prevalencia. No tanto porque haya habido brotes repentinos de ansiedad o depresión en sectores de población que antes no la sufrían, sino porque tras la pandemia, las cuestiones de salud nos han puesto más alerta y gente que antes no daba importancia a ciertos síntomas ahora sí se acerca a la consulta del psicólogo.

“En Almería ha habido un incremento considerable de consultas, de entre un 80% y un 90% más”, confirma el psicólogo Miguel Arranz. “Han aparecido al cabo de un año y medio de comenzar la pandemia, que era lo que se esperaba”, tras haberse publicado un estudio de la Asociación de Psicólogos de América que avisaba de que esta situación era la esperable al año de la pandemia.

Arranz explica que ha habido un aumento de gente que tenía alguna dolencia y lo había ido prorrogando. “No hay un síndrome por la pandemia, pero sí que esta ha hecho abrir los ojos a mucha gente sobre que la salud mental es un problema que hay que solucionar, porque en estas situaciones sí se han producido efectos mucho más dramáticos, tanto a nivel individual como de pareja”, afirma.

De entre todas las afecciones mentales, el trastorno de ansiedad está siendo el mayoritario. “Los seres humanos somos los únicos que podemos hacer previsiones de futuro, y la inestabilidad provoca los estados de ansiedad, por ejemplo ahora con la guerra de Ucrania”, cuenta Arranaz. “Nosotros podemos pensar en qué futuro tengo, qué futuro tienen mis hijos o a qué futuro creo que podemos aspirar”, continúa, “y ahí comienza la ansiedad, porque lo vemos muy complicado y borroso”.

Asimismo, la sociedad actual ‘obliga’ a que todos tengamos unos objetivos en la vida, que cuando no se cumplen, pueden provocar trastornos como la ansiedad. “Siempre digo que los problemas de ansiedad son del entorno, si el entorno te falla porque tienes un trabajo que te está explotando y te deja sin vida propia, la ansiedad sería culpa de que vivimos en un sistema bastante injusto”, explica el psicólogo.

Otra de las dolencias que han aumentado es la depresión. Entre otras causas, porque “antes la gente no prestaba tanta atención” a los problemas que lleva asociada. Ahora, quienes la padecen “se fijan en por qué no les apetece lo que antes les gustaba”, confirma Arranz, que advierte de la importancia de “acudir a psicólogos de atención sanitaria o clínicos”. Y, en este sentido, matiza que “el psicólogo no está para dar consejos o entenderte, sino para darte las pautas a seguir para solucionar tu problema”.

Cada vez más jóvenes

En España no hay mucha cultura de salud psicológica, como pueda suceder en otros países, por lo que es habitual que quien lo necesita acuda al profesional cuando el problema ya está en fase avanzada. Pero esto también ha comenzado a cambiar desde la pandemia.

“La gente lo tiene cada vez más claro”, asegura Miguel Arranz, que cuenta que cada vez tiene más “pacientes de entre 20 y 30 años, que antes era muy difícil tenerlos”. Esto se debe a que “la gente está mucho más mentalizada de que tener una buena salud psicológica es lo más recomendable”.  Este tipo de trastornos eran más habituales a partir de los 40 años, la famosa ‘crisis de los 40’. Pero ya se ven casos de veinteañeros  con “algo que no deberían tener, esa desesperanza en el futuro, esa situación de no saber muy bien por dónde tirar, que es una consecuencia directa de la pandemia y la crisis posterior”, apunta el psicólogo.

En cuanto a sexos, reconoce que “antes había una proporción mucho mayor de mujeres que hombres, no porque sean más propensas, sino porque ellas detectaban mejor que los hombres que tenían un problema y tomaban una decisión más clara, cuando el hombre lo mismo optaba por el silencio o por beber, lo que nunca es una buena solución”. Ahora, sin embargo, también está aumentando el número de pacientes varones que acuden a la consulta.

La pandemia saca las adicciones a la luz

Al igual que dolencias como la depresión o la ansiedad, otro trastorno de salud mental que se ha visto incrementado desde la pandemia es el de las adicciones. “Hemos notado que desde que se quitó el confinamiento viene más gente”, confirma Ramón Fernández, presidente de la asociación Alcohólicos Rehabilitados de Almería (ARA). 

Allí también corroboran un cambio de tendencia, simétrico al de los casos de asistencia a la consulta del psicólogo.“Hasta hace unos cinco o seis años, lo normal es que vinieran hombres mayores de 50 años y alguna mujer esporádicamente”, explica Fernández, “y ahora hemos notado que ha bajado la edad a entre 30 y 40, incluso chavales de 20 a 25 con problemas de retirada de carnet y consumo de drogas, no solo alcohol”.

Asimismo, continúa, han visto cómo cada vez llegan más “mujeres solas, con hijos a su cargo, con divorcios complicados y sin recursos económicos”. En estos casos, Fernández apunta que “la mujer con problemas de adicción al alcohol consume en su casa, no las ves por la calle como sí puedes ver a algún hombre pasado de rosca”.

Como en el caso de la depresión o la ansiedad, la pandemia, más que como provocadora de casos, ha actuado como reveladora de adicciones desconocidas por el entorno del enfermo. Esta revelación tuvo lugar durante el confinamiento, cuando quienes consumían a diario o en exceso en establecimientos de hostelería se vieron de repente ‘forzados’ a hacerlo en sus domicilios. “Así se han descubierto personas que consumían en exceso pero en su entorno no lo sabían”, asegura Ramón Fernández..

Desde entonces, continúa el presidente de ARA, “es rara la semana en la que no nos vienen cinco o seis personas nuevas, y hemos tenido muchos días de dos o tres acogidas. Yo, estando aquí de guardia, he tenido alguna tarde que he acogido a cinco incluso”. La asociación trabaja con usuarios de toda la provincia, pero por su ubicación en la capital la mayoría, alrededor de un 70%, procede de la misma ciudad y las localidades más cercanas, como Roquetas, El Ejido, Huércal de Almería o Níjar.

El perfil del adicto

La adicción no entiende de procedencias, ni geográficas ni sociales. No existe un perfil del adicto, los hay de lugares ricos y pobres, de alto nivel educativo y lo contrario, adictos con trabajos bien remunerados o parados de larga duración. “Da igual el nivel económico que uno tenga, o del barrio que venga, al que esto lo engancha, lo funde”, deja claro Fernández, que añade que “a quien no le pasa, no lo entiende”.

Así, explica, el adicto al alcohol “es una persona que desde que se levanta, su único objetivo es beber, y una vez que empieza, le da absolutamente igual todo”. Y en esa vorágine, pierden trabajo y familia e incluso acaban en la calle. “Gente con un nivel económico bueno lo pierde absolutamente todo”, corrobora el presidente de ARA. Incluso se dan casos de personas que han caído en las redes del alcohol al jubilarse, porque han encontrado ahí una salida al vacío emocional provocado por esa nueva situación.

En este amplio perfil del adicto, tampoco se acota qué cantidad y con qué frecuencia hay que beber para ser considerado adicto. “El problema es que hay un grupo numeroso que no podemos probar el alcohol, porque entonces nos tenemos que hartar”, apunta Fernández, que añade que “algunos lo hacen a diario, otros los fines de semana, otros una vez cada tres meses”.

El origen de la adicción también es variado, y aquí el presidente de ARA señala al entorno familiar que, consciente o no, en ocasiones acaba fomentando el alcoholismo de sus propios hijos. “Hay familias que a sus niños de 12  o 14 años les compran la bebida, le hacen la fiesta en el jardín, para ver con quién se juntan”, afirma.

Y cerrando el círculo de las patologías mentales, Ramón Fernández recuerda que la depresión es la enfermedad “más habitual” a la que lleva el alcoholismo. En dirección contraria, el enfermo de depresión que se vuelve adicto al alcohol, también sucede, aunque en muchos menos casos. “Y además, el alcohol es la puerta de entrada a otro tipo de sustancias, como cocaína o marihuana”, asegura el presidente de ARA.

Para vencer la adicción, aunque el adicto lo es de por vida, la solución es sencilla, pero lo complicado es conseguir llegar a ella. Primero hay que aceptar que se tiene el problema y luego acudir a centros como ARA para ponerse en tratamiento. Ese aceptar el problema es lo difícil, apunta Fernández. Pero, asegura, “cuando lo entiendes, cambias”.  

Recomendaciones para una buena salud mental

Hay tres cosas que todos necesitamos para tener una buena salud psicológica. Lo primero, “tener un trabajo digno, en el que nos paguen por lo que hacemos y que nos deje tiempo para poder crecer, y esto significa hacer otra cosa diferente del trabajo, ir al gimnasio, salir con amigos, etc”, cuenta el psicólogo Miguel Arranz. Luego, “las relaciones sociales son muy importantes, si no las tenemos, hay que buscarlas, potenciarlas y no ser perezosos a la hora de tenerlas”. Y lo tercero es “tener expectativas realistas, que no nos pongamos como meta algo que no podremos alcanzar, porque nos creará frustración”.

En el caso de pensar que se está sufriendo una patología mental, Arranz considera “fundamental comunicarlo, que podamos hablar de manera clara con nuestra familia y amigos sobre lo que nos está pasando”. En este sentido, advierte de que hay que distinguir entre estar triste y estar con depresión, de la misma manera que hay que hacerlo entre estar con estrés y estar con ansiedad. El siguiente paso, fundamental, es “acudir a un profesional”. Pero insiste en la relevancia de no llevarlo en silencio, porque “solo con sacarlo se puede solucionar parte del problema, mientras que callando se va engordando, pensando que es un problema sin solución, cuando realmente no lo es”.

Asimismo, desde Unicef han preparado una serie de recomendaciones para prevenir el riesgo de problemas mentales derivados de la pandemia en los menores, uno de los colectivos donde más han subido los casos en los últimos años. El primer paso es reconocer las emociones. “Entender cómo te sientes es importante. No ignores tus sentimientos. Sentir tristeza o enojo es normal, no te exijas estar siempre positivo o feliz”, asegura este organismo de la ONU.

Unicef también recomienda pensar en actividades que se pueden hacer como distracción, como cocinar, bailar, ver películas, leer libros o hacer ejercicio. Asimismo, recuerda la importancia de mantener el contacto con los seres queridos, familiares y amigos, y conversar con ellos sobre cómo se sienten. Otra recomendación es recordar al final del día algo bueno que haya sucedido, aunque el día en sí no haya sido el mejor. También destaca la importancia de ser amable con uno mismo y los demás. “Ahora más que nunca, necesitamos ser solidarios y apoyarnos mutuamente”, dice Unicef. Asimismo, advierte de que no se pasen por alto los problemas de salud en general, que se preste atención a cualquier síntoma y se mantengan hábitos saludables.

La salud mental en España

Si hay una consecuencia positiva de la pandemia sobre la salud mental en nuestro país es que los afectados han optado por reconocer el problema y ponerse en manos de profesionales en mayor medida que lo hacían hasta antes del confinamiento. Sin embargo, esto no implica que el tratamiento de las afecciones de salud mental en España sea el mejor posible. De hecho, el doctor Tedros Adhanom, presidente de la OMS, advertía este año, tras publicarse un informe de la organización sobre el efecto de la pandemia en los casos de salud mental, que los países deben prestar “más atención a la salud mental” .

“La gente se ha dado cuenta de que existe un problema muy grave en cuestiones de salud mental, porque prácticamente no hay una cobertura pública porque faltan muchísimos profesionales”, asegura el psicólogo Miguel Arranz, que insiste en que “estamos a la cola de Europa en ese aspecto”. Así, es muy complicado conseguir una cita antes de dos meses, cuando “no son cosas que puedas ir dilatando mucho”. Por eso, “el que se lo puede permitir se va a la privada”.

Un problema añadido es que la solución a los problemas de salud mental se cree que está únicamente en manos de medicamentos. Y de hecho, en España el consumo de psicofármacos es muy elevado. Nuestro país es, junto a Portugal, uno de los de la OCDE donde más ansiolíticos y antidepresivos se consumen. Más de dos millones de españoles toman a diario ansiolíticos, que son de fácil acceso en farmacias. En esta situación, las mujeres son las más afectadas, ya que se las diagnostica más que a los hombres por trastornos como ansiedad o depresión, diagnósticos que suelen ir acompañados con su correspondiente receta de psicofármacos. De ahí que los expertos vengan avisando de la necesidad de invertir en salud mental, para, entre otras cuestiones, evitar un exceso de medicalización.

La situación no es mejor en el caso de las adicciones. Entre otros motivos, porque en nuestra comunidad no se tratan en la sanidad pública. “A mí me llaman de los centros de salud para derivarnos gente, porque la sanidad pública no trata el alcoholismo”, asegura Ramón Fernández, presidente de Alcohólicos Rehabilitados de Almería. “Y nos llega gente con patologías mentales asociadas”, añade.

Asimismo, la pandemia ha hecho mella en los tratamientos que ofrecen, que son cara a cara, pero han tenido que pasar a formato online desde el inicio de la pandemia. “Esto les afecta porque la terapia tiene mucho que ver con cómo manejas tus emociones, tus problemas, tus angustias, tus miedos… y en una pantalla eso es muy frío”, explica Fernández. Y recuerda que las depresiones derivadas del alcoholismo son habituales y que, además, existe el riesgo de alcohólicos con medicación potente, una mezcla que califica como “una caja de bombas”.

(Reportaje publicado en el número de septiembre de 2022 de la revista Foco Sur).

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