Los olvidados de la pandemia. Foto de Cruz Roja Almería

Los olvidados de la pandemia

Llevaban una vida normal, sin sobresaltos ni lujos, con algún capricho de vez en cuando. Y llegó la pandemia de Covid-19 para arrasar con esa ‘normalidad’ y enfrentarles a una situación que hasta entonces no habían vivido: la de no saber cómo llegar a fin de mes, con menores al cargo, con una enfermedad extraña que, poco a poco, se va conociendo mejor acechando a la vuelta de cada esquina, y sin un futuro claro en el horizonte.

Las otras víctimas de la pandemia han sido también los olvidados por el sistema. No tenían acceso a ayudas, o las que tenían apenas les cubrían una pequeña parte de los gastos mensuales básicos. Se habían quedado sin empleo y no había expectativas de mejora laboral inmediata debido a la situación sanitaria. Habían perdido todo, menos la esperanza y el orgullo de salir adelante.

Con apoyo familiar, quien lo tenía, y gracias al trabajo de organizaciones como Cruz Roja, el Banco de Alimentos y otras muchas, estos olvidados por la pandemia han logrado, poco a poco, volver  a asomar la cabeza, atisbar un poco de luz e, incluso, revertir la situación y comenzar de nuevo.

En Almería, se han multiplicado por cinco las solicitudes de ayuda a Cruz Roja desde el inicio del primer estado de alarma. En toda la provincia, han atendido, hasta junio de 2021, en poco más de 15 meses, a 3.600 familias con dificultades para adquirir bienes de primera necesidad. Se les ha atendido con las medidas previstas en el Plan Responde que la organización puso en marcha para combatir los efectos socioeconómicos de la pandemia.

“Gracias a la entrega de las 3.000 personas voluntarias de toda la provincia, el respaldo de los 12.000 socios y socias, al personal técnico y también al apoyo de instituciones, empresas y entidades, hemos podido atender a las personas que más nos necesitaban en estos momentos tan críticos”, destacaba Antonio Alastrué, presidente de Cruz Roja Almería, al hacer balance del primer año del Plan Responde, cuya ayuda llegó a 32.000 personas, mediante 300.000 intervenciones de todo tipo.

La iniciativa de esta organización ha servido para aliviar la situación de muchas familias que, hasta esta ocasión, nunca hubieran imaginado que  un mal día se verían abocadas a sobrevivir gracias a la ayuda de una organización. “Hay familias que las han pasado canutas”, asegura Verónica Carrillo, responsable provincial de Familias en Dificultad de Cruz Roja Almería. Y añade con satisfacción que la ayuda prestada “no ha caído en saco roto, ha servido de alivio importante para todas estas familias”.

El perfil de quienes están recibiendo ahora estas ayudas ha cambiado. Si hasta entonces, en su mayoría eran casos ‘crónicos’, que recurrían a Cruz Roja de forma asidua, ahora “hemos tenido gente que vive en chalets”, asegura Carrillo. La pandemia no ha mirado barrios y ha dejado su dolorosa marca allá por donde pasaba. “Ha afectado a gente muy normal, que vivía cómodamente”, añade.

Cinthia: “No nos faltaba nunca de nada”

Cinthia tiene 29 años, un hijo de ocho años y otro en camino. Vive con su marido en el barrio de Pescadería de Almería. “Como a todas las familias que estamos trabajando y buscándonos la vida como podemos, el Covid nos ha marcado mucho en el ámbito del trabajo, porque no podemos hacer lo que queremos”.

Con una mezcla de resignación y optimismo, asegura que solo puede “llorar por un ojo”, porque no ha tenido contagiados por la enfermedad en su entorno. Pero, eso sí, “nos ha costado poder tirar para alante, porque ha habido rachas muy malas”. Hasta entonces, “llevábamos una vida en condiciones, no nos faltaba nunca de nada y había un sueldo que entraba todos los meses en la casa y podíamos vivir bien, la verdad”, relata Cinthia, “trabajando con sacrificio y sudor”.

Cuando la pandemia impactó de lleno en nuestro país y se decretó el primer estado de alarma, que dejaba encerrados en sus casas a millones de españoles y con la persiana bajada a todos los negocios considerados no esenciales, ambos vieron de un día para otro cómo sus respectivas fuentes de ingreso se evaporaban. Él es profesor de guitarra y las academias cerraron. Y ella trabajaba limpiando en varias casas y “la gente cogió miedo y dejaron de llamarme”.

Esta situación, inédita hasta entonces en sus vidas, en las que el trabajo no había faltado, les hizo pasarlo “muy mal” una temporada. A la falta de ingresos, se añadía la imposibilidad de recibir ayudas, ni siquiera la renta mínima. Solo tuvieron “ayuda de familiares y de mis padres”, con la que pudieron “ir tirando” al principio. Y con un niño de ocho años, los gastos se multiplican, con la comida o la escuela.

A pesar de la adversidad, Cinthia insiste en que tiene suerte porque “a mi casa no ha tocado esta enfermedad tan mala que ha venido a la Tierra”. Pero sí se angustia con la sensación de no poder “tener para esto o para esto otro, y pensar en cómo voy a llegar a fin de mes”. Y aunque en muchas ocasiones no veía claro el futuro inmediato, al final, con la  ayuda del entorno, de la familia, iba consiguiendo superar un mes más.

En los últimos tiempos, han comenzado a recibir ayuda de Cruz Roja Almería, en forma de vales de alimentación, con los que podía ir a hacer la compra al supermercado, y “que nos han salvado unos meses”, reconoce. “Parece que no, pero hace muchísimo”, porque es un gasto mensual que pueden dedicar, por ejemplo, a la ropa, pañales y todo lo que necesitan para el bebé que está en camino. “Eso lo he notado y por eso les doy muchísimas gracias, porque vieron mi situación y se han portado muy bien conmigo y me han ayudado”, reconoce. Y añade que no está “acostumbrada a que nadie me dé nada, sino a buscármelo yo”.

La situación ha ido mejorando en este 2021, además de por la ayuda recibida de Cruz Roja, porque el marido está pudiendo, poco a poco, retomar las clases, “aunque no en los mismos sitios”. Ella, con más de siete meses de embarazo en el momento de hacer la entrevista, está de baja. “Vamos poquito a poco”, dice Cinthia, “como un niño cuando empieza a andar”.

M: “Éramos una familia normal”

M vive con su marido, su hija de 17 años y un bebé, el nieto, de dos años y medio, a espaldas de la Bola Azul. “Antes de la pandemia éramos una familia normal, con nuestros puestos de trabajo”. El marido tenía una empresa de pinturas de coches con otras dos personas, en la que M ayudaba de vez en cuando pero sin estar en realidad contratada. “No derrochábamos pero estábamos bien”, resume.

Un exceso de confianza en uno de los socios, dice, les llevó a perder la empresa, con préstamos que no se podían pagar debido a “la mala gestión de esta persona”. De la noche a la mañana, se quedaban sin nada en plena pandemia. El marido, además, adolece de una enfermedad crónica que, ya en 2021, le ha llevado a pasar un mes en el Hospital de Torrecárdenas. La prioridad, desde hace más de dos años, es que “no le falte nada al bebé”. La hija de M, madre del niño y menor de edad aun, no para de echar currículums.

En este año largo desde el inicio de la pandemia, han tenido que recurrir a la ayuda que ofrece Cruz Roja Almería en varios niveles. De ellos han recibido vales de comida y asesoramiento para realizar numeroso papeleo, para intentar recibir ayudas. De las ayudas públicas, reciben la “ayuda mínima vital”, explica M, aunque al ser de solo 422 euros no les da para llegar a fin de mes.

“Vamos escapando con los vales que nos da Cruz Roja”, reconoce. Aunque la situación podría cambiar para peor, ya que estos vales los dejarían de recibir al tener concedida la ayuda pública. Hasta el momento, “Cruz Roja nos ha dado la vida”, asegura M. “Nos ha ayudado un montón”, prosigue, “solo con la compra que te dan y los cheques”. Contundente, afirma que los tiene “en lo más alto”.

La familia se ve abocada a tener que sobrevivir con esos poco más de 400 euros mensuales, algo del todo imposible para cuatro personas, sobre todo cuando una de ellas es un bebé de dos años y medio. Por suerte, continúa M, cuentan también con la ayuda familiar de las dos hijas mayores que tiene el matrimonio, ya independizadas. “En lo que pueden me ayudan”, explica. Para animarse, mira a su nieto, “una bendición de Dios”, dice con alegría, “está siempre sonriendo”.

Para el futuro inmediato, las perspectivas no son optimistas. “No tenemos nada”, cuenta M, “lo único que la trabajadora social me ha dicho que pida unos papeles para demostrar que mi hija es soltera y con eso eche otros papeles para ver si nos conceden una paga insertiva”, para lo que necesitan probar que la hija y el nieto viven en la misma casa y están a su cargo.

Estos trámites, además, se ven ralentizados por la dificultad para conseguir cita presencial, a causa de las restricciones por la pandemia, así como para lograr tener atención telefónica en las administraciones involucradas.  Si al final les conceden esa ayuda extra, se sumarán otros 200 euros al ingreso mínimo que reciben.

Ana María: una nueva vida

Otro caso es el de Ana María, una madre divorciada con un hijo menor de edad a su cargo, sin ingresos económicos ni, como sí tenían Cinthia y M, red de apoyo familiar. La pandemia le hizo perder su trabajo de camarera y permanecer en paro durante meses, con lo que no podía cubrir las necesidades básicas de su hijo y de ella misma. La familia llega incluso a pasar meses sin tener calentador ni, por tanto, agua caliente. Para bañar al niño, la madre se ve obligada a calentar agua en cazos.

Ana María acudió un día a Cruz Roja Almería solicitando ayuda, con el ánimo por los suelos. Allí, tras estudiar su situación, le acaban concediendo una tarjeta monedero con 200 euros mensuales, durante cuatro meses. También se hacen cargo de cuatro facturas de electricidad y dos de agua para evitar que le corten ambos servicios básicos.

A Ana María la incluyen en el Plan de Empleo de Cruz Roja, que le ayuda en la búsqueda de trabajo y mediante el cual recibe ofertas diarias. Asimismo, el hijo entra en el programa La Vuelta al Cole, que se encarga del material escolar y el vestuario. Ana María recibe además una tarjeta de Carrefour para que pueda comprarle ropa a su hijo.

Una vez en marcha los distintas vías de ayuda, Cruz Roja Almería inicia un seguimiento mensual, con orientación laboral. También le informan sobre los recursos sociales disponibles en la provincia. Y le hacen los trámites para que consiga el bono social de suministros.

Asimismo, Cruz Roja la incluye en el Proyecto de Pobreza Energética, por la carencia de agua caliente. Así, le imparten un taller sobre ahorro energético y, tras confirmar que la mujer cumple con su parte del compromiso con Cruz Roja, aprueban la instalación de un calentador en la casa.

Tras cuatro meses de ayuda y tutela, consigue un empleo en un almacén hortofrutícola, gracias a una oferta del Plan de Empleo de Cruz Roja. Desde entonces, su situación ha ido mejorando, tanto a nivel sociolaboral como de autoestima. No solo ha visto una luz al final del túnel sino que ha conseguido salir del él y ahora encara una nueva vida con esperanza.

Con esta misma esperanza, se mira a un futuro en el que la pandemia y sus efectos queden atrás. Aun así, advierte Carrillo, ese futuro aun queda lejos. “Sigue llegando muchísima gente”, aunque no al ritmo “de locura” de los primeros meses. Y a pesar del orgullo por la ayuda prestada y el haber logrado reconducir la situación de tantas familias almerienses en situación límite, asegura que “lo que de verdad sería bonito es que nadie tuviera que llamar a las puertas de Cruz Roja, porque eso significaría que el mundo funciona mucho mejor”. 

El reto de la reinserción laboral

Una de las vías que ha tenido Cruz Roja Almería para ayudar a los afectados por la pandemia ha sido el de sus planes de empleo. Con estos, capacitan a personas que han perdido su trabajo para conseguir que obtengan un puesto en un sector, muchas veces, diferente a en el que venían desarrollando su carrera hasta entonces.

Colaboran con decenas de empresas de la provincia y cuando alguna les avisa de que necesitan a alguien para un puesto concreto, seleccionan en su bolsa de trabajo y pagan un curso de capacitación a la persona elegida. “Mientras busca trabajo y demuestra que tiene interés, nosotros vamos cubriendo sus necesidades”, explica Verónica Carrillo, para que pueda dedicarse a obtener la formación necesaria para el empleo solicitado durante un periodo determinado de tiempo.

Con este proyecto, en 2020 se capacitó a 754 personas en nuestra provincia, con un porcentaje de inserción laboral del 44%. En la primera mitad de 2021, ya van 371 casos más, con un ratio del 18%.

Asimismo, el año pasado se consiguieron por esta vía 1.580 contratos. En total, los planes de empleo atendieron a 4.121 personas en 2020 en Almería, de los que 351 eran menores de 30 años. En lo que llevamos de 2021, se ha atendido a 1.559 personas, 225 menores de 30 años.

(Reportaje publicado en el número de octubre de 2021 de la revista Foco Sur).

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