La escritora almeriense María Carmen Amate ha publicado este año la biografía en cómic de Carmen de Burgos y está a punto de llevar 25 al frente de ‘El Eco de Alhama’.
Diez años después del cómic de Nicolás Salmerón, presentas otro de una ilustre almeriense, Carmen de Burgos. ¿Cómo nació la idea?
La idea siempre estuvo en mí, desde el cómic de Salmerón. Siempre pensé que merecía la pena recuperar figuras almerienses, sobre todo para la gente joven, y hacerlo en un formato de lectura fácil, con el apoyo de las imágenes, utilizando el cómic, que entre la gente joven tiene una aceptación tremenda. La idea es continuar con esta colección, destinada no solo a los jóvenes, sino también a los adultos que se acercan a la figura de esos almerienses que, en bastantes casos, no son todo lo conocidos que quisiéramos. Quedan otros muchos personajes almerienses relevantes.
¿De cuáles te gustaría escribir sus biografías?
Por ejemplo, Francisco Villaespesa, que fue un escritor, un literato, un poeta que obtuvo un reconocimiento importante en su época, no solo en España, sino también fuera. Y aquí, aparte de la biblioteca, probablemente se conozca poco su obra. Otra es Celia Viñas, que significó un revulsivo importantísimo para la Almería de su época. Sí, tenemos el instituto, pero no es suficiente. Cuando se me ocurrió hacer la de Salmerón, todo fue porque preguntando a mi hijo y sus amigos, que entonces ya eran casi universitarios, por Nicolás Salmerón, me decían «el instituto», «el parque», pero nada más del personaje. Eso fue lo que me llevó a profundizar en el conocimiento de este almeriense. En el caso de Carmen de Burgos, es una persona que me ha enamorado siempre, adelantada a su tiempo, una luchadora incansable.
¿Qué más se puede hacer para que los almerienses conozcamos mejor a nuestros más relevantes personajes históricos?
Fundamentalmente, trabajarlos. De la mayoría de ellos sí que hay estudios serios sobre sus trayectorias vitales, pero llegan a un sector de público muy reducido. El tema está en la divulgación, en hacerlos llegar a los institutos, a los colegios y a la sociedad en general. Y creo que el cómic es una herramienta fantástica para lograrlo. Desgraciadamente, a la hora de acceder al conocimiento, buscamos los senderos más fáciles. Y este género ayuda muchísimo porque la imagen nos entra, y el dibujante, Juan Manuel Beltrán, es buenísimo, porque ha sabido captar la personalidad de Carmen de Burgos. El valor de estas obras reside en que tanto los personajes como los textos responden a la realidad. Si Miguel de Unamuno viene con Carmen de Burgos a Alhama en septiembre de 1931 a un homenaje a Salmerón, la viñeta que lo recoge responde exactamente a las fotografías que desde el balcón de la casa de Salmerón se hicieron. Y así sucede con todas las viñetas. Por eso la fase documental es la más complicada. Y cada texto que pongo en la boca de Carmen de Burgos forma parte de sus libros, de los cientos de entrevistas y cientos de artículos, no a ese momento determinado, pero sí adaptado. Ahí reside su valor.
¿Con cuáles de las cualidades de ambos personajes te quedarías?
Son personas libres, que no dudan en renunciar a todo por mantener la coherencia, y eso para mí es importantísimo, que lucharan denodadamente por ser fieles a su pensamiento los engrandece para siempre. El mayor exponente de esa coherencia entre pensamiento y acción, en Salmerón, fue su renuncia, jamás había renunciado un político por mantener la inviolabilidad de su conciencia, como él decía. Y en el caso de Carmen de Burgos, me apasiona la visión que tuvo para darse cuenta de que la educación es el único medio para hacernos más libres. Ella ve en el estudio la herramienta que le va a permitir ser respetada como persona y tener independencia económica, que le va a liberar del yugo de su matrimonio.
Escribiste un libro contando la historia de los alhameños emigrados a Nueva York, que montaron el Grupo Salmerón. ¿Cuál fue la relevancia de este enclave almeriense en Brooklyn?
Fue importante. A partir de la I Guerra Mundial, la economía almeriense se hunde porque estaba basada en la exportación de la uva y el mineral. Los pueblos uveros, como Alhama, la gente tiene que emigrar. Todos se asentaron en Brooklyn, y llevaron el pensamiento de Nicolás Salmerón a América y lo pusieron en práctica. Eran personas implicadísimas socialmente. Cuando llega la Guerra Civil, deciden trabajar para la República española haciendo actividades de todo tipo y recaudando dinero. Entre otras cosas, compraron una ambulancia con lo último en atención sanitaria y la mandaron a España. También quiero destacar la importancia que le dieron a la educación. Querían que sus hijos fueran a la universidad y más del 90% fue, y destacaron en sus campos. Por ejemplo, en el proyecto Apolo había un alhameño, un ingeniero aeronáutico. Y en Coca-Cola, para reducir la cantidad de plástico de las botellas, la patente la tiene un ingeniero químico alhameño. Destacaron a base del esfuerzo, del trabajo personal y de la importancia de la educación, los principios que se llevaron sus padres, los principios del pensamiento salmeroniano, lo que yo llamo el espíritu de Alhama.
En este libro se inspiró María Dueñas para unos episodios de su novela ‘Las hijas del capitán’…
María Dueñas quería abordar la emigración española a Estados Unidos y buscando en Google se tropezó con mi libro. Me localizó y quedamos en la cafetería del Hotel Catedral, que ella vino desde Cartagena. Es encantadora, sencilla, agradable, cercana. María enamora. Yo le ofrecí toda la documentación que había logrado recopilar de más de cien familias, y ponerle en contacto con algunas. Se fue encantadísima, además porque le llevé rosquillas de Alhama. Luego estuvo en Nueva York y se documentó con testimonios directos.
Llevas casi 25 años editando ‘El Eco de Alhama’. ¿Cómo ha sido esta experiencia?
Gratificante. No es fácil, pero quién dice que las cosas que te apasionan las hagas porque sean fáciles… A mí me gratifica haber podido reconstruir a lo largo de estos 24 años una buena parte de la historia de Alhama, de mi pueblo, un pueblo que tiene pocos habitantes pero mucha historia, por la fuerza y el empuje de su gente. Los valores salmerionanos. Que en estos 24 años hayamos podido, no solo a las generaciones actuales, sino a las que vengan, presentarles esa parte de la historia del pueblo, a mí me gratifica mucho. Es el deseo de que la cultura siga viva el que lleva a todos los que en estos años han colaborado en ‘El Eco’ a hacer los artículos, porque creen de verdad que la cultura hay que moverla, con interés y entusiasmo. Y afortunadamente, de eso tengo.
(Entrevista publicada en el número de septiembre de 2019 de la revista Foco Sur).