La alta demanda en Europa, donde se valora la calidad de la marihuana almeriense, y la falsa sensación de impunidad explican el aumento de cultivos en toda la provincia, en la que cada vez hay más detenidos y más droga incautada por la Policía Nacional y la Guardia Civil.
Más de 55.700 plantas de marihuana incautadas, 216 detenidos en más de 150 operaciones de las Fuerzas de Seguridad del Estado y más de 2.800 kilos de esta droga lista para su venta intervenida. Es el resultado de la guerra contra el cultivo y tráfico de marihuana en nuestra provincia en tan solo siete meses. Unas cifras que aumentan cada semana; raro es el día en que tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil no desmantelan un cultivo en un cortijo, en un invernadero, en una vivienda o en un local. O incluso edificios enteros, ocupados, dedicados en exclusiva a hacer crecer de manera intensiva este nuevo ‘oro verde’ para el narcotráfico.
El negocio de la droga en Almería ha cambiado de modelo. De ser una de las principales puertas de entrada de hachís, a ser uno de los principales distribuidores de marihuana a Europa, donde se rifan la producción almeriense por su elevado porcentaje de THC. Más del 90% de lo que se cultiva en la provincia tiene como destino países como Holanda o Francia, según la Policía Nacional, que desde el año pasado cuenta con un grupo especial dedicado en exclusiva a operaciones contra el cultivo y tráfico de marihuana.
Esta es una de las razones del aumento de detenidos e incautaciones; estas han aumentado un 4,43% respecto al mismo periodo del año pasado, en el total de operaciones de la Policía y la Guardia Civil. El otro motivo es que cada vez más gente se anima a probar suerte en un negocio, ilegal, que es relativamente fácil de poner en marcha, sin grandes inversiones y con alto rendimiento económico. Pero que, tarde o temprano, acaba mal para quien lo pone en marcha.
En este sentido, la Guardia Civil asegura que aunque las cifras de incautaciones y detenidos se mantienen similares a 2018, en 2017 hubo más droga intervenida y menos detenidos. Ese año se llevó a cabo la Operación Acantha, que desmanteló cuatro invernaderos en Níjar con 40.000 plantas de marihuana. La segunda fase de esta operación, desarrollada este mes de julio, se saldaba con once detenidos en Níjar y varias localidades de Alicante, donde la organización había huido tras desmantelarse los invernaderos de Níjar. Desde Alicante, controlaban pequeños invernaderos e incluso tenían asegurada la distribución en clubes de fumadores. En 2017, otra operación se saldó con la incautación de otras 24.000 plantas. «Ahora estamos en la tendencia contraria, las plantaciones son más pequeñas pero hay más número de detenidos», explica David Domínguez, portavoz de la Guardia Civil en Almería. Es decir, hay más operaciones que destapan cultivos de tamaño medio.
Grupo especial de la Policía Nacional
Donde sí se están detectando más plantaciones en núcleos urbanos grandes. De ahí que, en 2018, la Policía Nacional creara «un grupo de la Policía Judicial para trabajar única y exclusivamente la marihuana, dentro de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado», revela José Alcocer, portavoz de la Policía Nacional en la provincia de Almería. Solo en los últimos trece meses, las comisarías de Almería y El Ejido han detenido a 223 personas y han incautado más de 27.800 plantas y de 3.500 kilos de marihuana preparada para la venta.
En estas operaciones, los agentes de ambos cuerpos descubren plantaciones al aire libre o en invernaderos, y plantaciones ‘indoor’ o hidropónicas. Estas, localizadas en el interior de viviendas o locales, llegan a dar hasta cuatro cosechas al año, porque están iluminadas con focos que suman más de 10.000 lúmenes de intensidad, «una imitación de la luz solar pero funcionando las 24 horas del día», explica Alcocer. Son dos meses de crecimiento y uno de floración, y ya se puede recolectar. En invernaderos, salen dos como máximo, pero también son plantas más grandes, ya que tienen más espacio para crecer.
La marihuana está sustituyendo al hachís, cuenta el portavoz de la Policía, porque el narco ‘elimina’ así al intermediario que le vendía en Marruecos; y además es barato, solo requiere la inversión de montar la estructura del cultivo hidropónico, teniendo en cuenta que el mayor gasto sería el de la electricidad, que es enorme pero se esquiva con los enganches ilegales a la red eléctrica. El gramo de marihuana se está vendiendo en torno a los 5 euros. Un cogollo viene a pesar medio gramo. Y de cada cosecha se saca una buena cantidad de ellos, que varía dependiendo de la altura de las plantas, si es en hidropónico o en invernadero, así como del número de estas que se tengan.
Auténticas obras de ingeniería
Con la expectativa de hacer un negocio rápido y sencillo, quienes se arriesgan a montar una plantación agudizan el ingenio para ocultarla y para conseguir un mayor rendimiento de cosechas. Así, José Alcocer revela que han llegado a encontrar plantaciones hidropónicas ocultas en antiguos aljibes o en plazas de garaje. Y recuerda el caso del edificio de pisos en El Ejido, con familias corrientes, que viven de su trabajo, en el que durante dos años tuvieron, sin saberlo, una plantación ocupando toda la azotea. Como nadie subía allí, uno de los vecinos la dedicó a tener un cultivo al aire libre. Solo se descubrió cuando las plantas crecieron tanto que superaron la altura del muro.
«Nos hemos encontrado plantaciones informatizadas del todo, la luz, el riego, en las que no había nadie», cuenta el portavoz de la Policía, para señalar el nivel tecnológico al que llegan algunos narcos. En la misma línea, David Domínguez asegura que en la Guardia Civil han descubierto «plantaciones que son auténticas obras de ingeniería». Por ejemplo, una en Níjar por la zona de la Ciudad del Motor, en la que dentro de una nave industrial había «dos invernaderos de fibra, con una instalación eléctrica impresionante». Y el pasado mes de julio, en Adra, la Guardia Civil desmantelaba una plantación ‘indoor’ en una nave industrial, donde encontraron 900 plantas. Lo llamativo es que la instalación estaba totalmente ‘domotizada’, incluso con redes inalámbricas para controlar y mantener las constantes de riego, luz y temperatura, así como para vigilar el espacio, en el que además vivían tres personas que fueron detenidas. Asimismo, se han llegado a encontrar plantaciones con hilo musical, en la falsa creencia de que la música estimula el crecimiento de las plantas.
Otra operación que ha impresionado, este mismo año, ha sido el descubrimiento de varios bloques de pisos dedicados en exclusiva al cultivo de marihuana. Son pisos pertenecientes a entidades bancarias, vacíos, que los narcos ocupan para convertirlos en zonas de cultivo ‘indoor’ de gran tamaño, con tres o cuatro plantaciones por piso. Así, en junio la Policía desmantelaba un grupo organizado que tenía 4.500 plantas en un edificio de Roquetas de Mar, más otras 450 en un piso de El Ejido, previstas para su venta en Europa. También en Roquetas de Mar, la Guardia Civil descubrió un bloque de pisos, dedicados casi en exclusiva al cultivo de marihuana, de la que se encontraron más de 2.400 plantas.
En cualquier caso, los narcos no siempre actúan con la cautela previsible. Así, este año han descubierto plantaciones en sitios en los que estaba claro que se iban a localizar rápido. «Si pongo una plantación enfrente de un colegio, eso tiene poco futuro, y nos ha pasado un par de veces, en centros educativos y en parques infantiles», cuenta David Domínguez. Asimismo, en Roquetas localizaron una plantación durante una inspección a un negocio de compraventa de productos, para controlar que no se comerciase con mercancía robada. «Al entrar el local, el agente ve que hay un muro recién hecho, que no pinta nada, pregunta al dueño y este comienza a ponerse nervioso», narra el portavoz de la Guardia Civil. Sospechando, «el guardia se acerca y ve que una nevera estaba tapando un agujero que daba acceso a una plantación de marihuana». En otro caso reciente, los agentes acudieron a un domicilio por una denuncia de violencia de género, ya sospechaban que el agresor tenía armas. Buscándolas, se encontraron además con un cultivo ‘indoor’.
Hace un par de años, al acudir a un incendio en un domicilio en Vícar, también se encontraron con una plantación de marihuana. En este sentido, el portavoz de la Policía advierte del riesgo de los enganches ilegales a la red eléctrica, que además de para evitar pagar el alto consumo de energía, se realizan porque si no «la casa saldría en llamas, no hay instalación eléctrica de una vivienda convencional que soporte la potencia de luz que consume un cultivo hidropónico». Porque además de iluminación, hay refrigeración para evitar que se quemen las plantas, así como extracción y renovación de aire para que no se acumule el olor. Se necesitaría una instalación industrial.
Plantaciones por toda la provincia
Los casos se multiplican en los grandes núcleos de población, con Almería, El Ejido y Roquetas de Mar a la cabeza, pero las plantaciones se localizan por toda la provincia. Solo este año, se han desmantelado cultivos en Vícar, Adra, Huércal de Almería, Gádor, La Mojonera, Zurgena, Huércal-Overa, Níjar, Viator, Pechina, Taberno, Cuevas del Almanzora, Chirivel, Bayárcal, Senés, Albox, Santa Fe de Mondújar, Lubrín, Berja, Lucainena de las Torres, Turre y Felix.
Se localizan en viviendas y almacenes, en invernaderos de distintos tamaños, en cortijos hace tiempo abandonados que los propietarios ‘recuperan’ para dedicarlos a la marihuana. En falsos subsótanos creados para montar el cultivo, como recientemente sucedía en Lucainena. Incluso se han descubierto plantaciones al aire libre, aprovechando el relativo aislamiento de ciertas zonas rurales, en medio del monte o en zonas de difícil acceso a las que hay que ir a propósito, porque no pillan camino de nada, como ha sucedido en Sorbas o en Turre. Como siempre, en la falsa creencia de que ahí nadie va a encontrar la plantación.
Este auge de plantaciones hace, además, que no exista un perfil tipo del cultivador de marihuana. «Lo mismo encontramos al chaval que ha terminado sus estudios, que está parado y ha visto por Internet o conoce a alguien que ya lo ha hecho y lo hace él, y comienza poco a poco; como los que llevan grandes plantaciones en invernaderos, que es un nivel mucho más grande», asegura David Domínguez, que además desmiente que haya más extranjeros que almerienses en ello, como algunos creen.
En la misma línea, José Alcocer señala que en el negocio de la marihuana se encuentran con todo tipo de personas. Aunque sí da un perfil definido: el de los llamados ‘jardineros’, los encargados de cuidar una plantación, «chavales a los que les dan mil euros por estar día y noche vigilando», pero son ajenos a la organización criminal. Así, asegura, el portavoz de la Policía, lo que interesa es «combatir el tráfico» no detener al que cuida la plantación.
Tampoco hay una edad límite. A finales de este mes de junio, la Guardia Civil detenía en Roquetas de Mar a una pareja, los dos de más de 60 años, que tenía 99 plantas en su vivienda y otras 72 en la anexa, que habían ocupado para cultivar la marihuana, con un sistema diseñado además para maximizar la producción. Y a mediados de julio, en Viator, detenían a un hombre de 63 años que tenía un plantación con más de 550 plantas en su domicilio. En este caso, los agentes acudieron cuando vecinos del barrio alertaron de disparos en la zona. El detenido declaró que seis encapuchados le habían robado plantas y otros objetos de valor, por lo que interpuso una denuncia al tiempo que era detenido tras confesar que la plantación era suya.
Gran demanda en Europa
La alta demanda de la marihuana almeriense es uno de los motivos que explica este aumento de casos y de gente dispuesta a arriesgar el futuro por un pellizco del negocio. La Dirección General de Farmacia junto a la Policía Nacional ha hecho un estudio sobre la calidad de la marihuana, midiendo los niveles de Tetrahidro Cannabinol, el THC, el principio activo de la marihuana, y la de Almería daba una pureza «en torno al 26%, es de las más puras de toda Europa», revela José Alcocer, que añade que, además, tiene la particularidad de que se puede utilizar buena parte del tallo, cuando lo habitual es que solo se fume la flor seca, el cogollo.
«En Almería hay un auténtico sistema de I+D+i», confirma David Domínguez, «nos encontramos plantaciones en las que no solo se ha plantado la semilla, sino que se hace lo posible por elevar el nivel de THC para que sea más fuerte», ya que así tiene más demanda en el mercado. «Hemos encontrado casos en los que el responsable del cultivo tenía un laboratorio para investigar cómo subir ese THC, y lo conseguía». Así, la droga tiene más valor pero, como contrapartida, hace que la condena sea mayor.
Esta calidad, en cualquier caso, ha hecho que las variedades almerienses tengan una alta demanda en Europa, «sobre todo en Holanda», afirma Alcocer. De hecho, varias de las operaciones realizadas en los últimos años han interceptado el transporte de camiones hacia Francia, desde donde se lleva al resto de Europa.
A esto se dedicaba, entre otras actividades de narcotráfico, el famoso clan de los Antones, desarticulado el pasado julio por la Policía Nacional, tras décadas dedicado al negocio de la droga en la provincia. La operación se desarrolló en El Ejido, Roquetas de Mar, Vícar y Aguadulce y se saldó con ocho detenidos, a los que se les incautaron 130 kilos de marihuana envasada al vacío, lista para llevar a Europa, y armas de fuego automáticas y semiautomáticas.
A pesar de todos los casos, el portavoz de la Policía Nacional asegura que «hay un poco de leyenda urbana» en cuanto a la cantidad de marihuana que se cultiva en nuestra provincia, donde según la Fiscalía se intervino el 12% del total nacional en 2017, más del doble que en Madrid, pero lejos de las cifras del Campo de Gibraltar o Granada. Es decir, que se produce mucho, aunque no es donde más se hace. En lo que sí que está en cabeza Almería es en la ‘exportación’ a Europa, reconoce Alcocer.
La falsa sensación de seguridad, de que la marihuana tampoco conlleva tanta pena de cárcel, si es que te pillan, es otro de los factores que explican que cada vez haya más gente dedicada a este negocio. Sin embargo, son varios los peligros que acechan a quienes se dedican a ello, desde los intentos de robo como en el caso de Viator, hasta las guerras por el territorio, como en el crimen de Gádor de esta primavera, motivada según la investigación de la Guardia Civil por el control del mercado de la marihuana en la zona.
Y además existe la falsa creencia de que la marihuana tiene poco castigo judicial o de que se puede justificar el cultivo para consumo propio. Así, se dan casos como el del detenido «al que le pillaron con más de 70 plantas de marihuana en su casa, que alegaba en el juicio que eran para consumo propio porque se fumaba de 25 a 50 porros todos los días», recuerda Domínguez. La excusa, claro, no coló.
«Hay una falsa sensación de impunidad, parece que no pasa nada por tener una plantación, que te vas a hacer rico en dos días, y realmente no es así», insiste el portavoz de la Guardia Civil, que destaca en este sentido que hay «operaciones contra la marihuana prácticamente todos los días». En la misma línea, José Alcocer señala que «de todos los detenidos que hace la Policía, el 80% va a prisión», pero no solo por cultivar marihuana, sino por delitos asociados como tráfico de drogas, defraudación de fluido eléctrico, tenencia ilícita de armas, que suman además años a la condena. Una serie de motivos que, tarde o temprano, terminan por convertir el presunto negocio en una forma de perder la inversión y la libertad.
Cómo se ejecuta una operación contra la marihuana
Desde que se localiza una plantación, o se sospecha de su existencia, hasta que se desmantela el cultivo y se detiene a sus responsables pueden pasar meses. Depende del tipo de cultivo. Para entrar en los invernaderos no hace falta orden judicial. Pero para hacerlo en una casa, la Policía o la Guardia Civil tiene que dar razones de peso al juez para que lo permita. En ambos cuerpos, hay tres vías de conocer la existencia de un cultivo: por denuncias de vecinos, por la propia labor de investigación de los agentes, que lo descubren «por el olor, porque detecta movimientos extraños de personas, pequeños indicios que nos pueden orientar a que ahí se está plantando marihuana», explica David Domínguez, portavoz de la Guardia Civil en Almería, o porque el alto consumo eléctrico y las caídas de tensión derivadas de este hacen saltar las alarmas.
A partir de ahí, comienza un proceso de investigación, que puede durar meses. Se lleva a cabo una vigilancia para ver cuántas personas tienen relación con el cultivo y qué rol desempeñan; se mira qué consumo de energía hay. «Toda esa información nos va a dar una idea de la magnitud de la plantación», explica Domínguez. Se utilizan también fuentes documentales, padrón, recibos, etc, para descubrir a los dueños de una plantación. Y sobre todo, el trabajo de campo, «patear, patear, patear la calle, horas, horas y horas de vigilancias y seguimientos a personas», señala José Alcocer, portavoz de la Policía Nacional en la provincia. En ocasiones, se detecta un punto de venta cercano a la plantación, y el ‘movimiento’ de clientes que genera también da pistas y pruebas para llevar a cabo una intervención.
Cuando llega la autorización judicial para actuar, se monta el operativo, se reparten las funciones que van a desarrollar los agentes y se inicia. En el caso de la Guardia Civil, participan entre 20 y 25 agentes, aunque en el caso de las macrooperaciones llegan a contar con 80 agentes, como en la desarrollada en Los Canos de Vícar, con doce viviendas inspeccionadas. El número también varía en las operaciones de la Policía, que por ejemplo, en la operación para desmantelar el ‘narcobloque’ de Roquetas, contó con 75 agentes.
(Reportaje publicado en el número de agosto de 2019 de la revista Foco Sur).