Manuel Martínez Domene, director general del Imserso, y Encarna Carmona, decana de la Facultad de Psicología de la Universidad de Almería. Foto de Sergio Martínez / Foco Sur

Tejedores de sueños

«Sois como tejedores de sueños ajenos». La frase, pronunciada por una mujer en el barrio de El Puche, impactó a la trabajadora social que llevaba un tiempo visitando la zona. Aun hoy, Ángeles Montoya cree que, en cierto modo, define bien su profesión, o al menos sus efectos entre las personas con las que trabajan. Una profesión que abarca muchos ámbitos diversos, siempre dentro de la protección social, que se ejerce desde el sector público, el privado y el tercer sector, y que no siempre tiene el reconocimiento que se podría esperar del que es uno de los pilares de la protección social en el sistema público.

Para darle visibilidad a esta necesaria labor, la Facultad de Psicología de la Universidad de Almería organizó el mes pasado, con motivo del Día Mundial del Trabajo Social, el 19 de marzo, una jornada que contó con la participación de Manuel Martínez Domene, director general del Imserso, y el testimonio de ocho trabajadoras sociales que ejercen su profesión en diferentes ámbitos, entre ellas Ángeles Montoya. Asimismo, colectivos y asociaciones mostraron su trabajo y alumnos del grado de Trabajo Social interpretaron en diferentes localizaciones del campus de la Universidad de Almería pequeñas piezas de microteatro que tenían como objetivo llamar la atención del resto de estudiantes y profesores sobre situaciones cotidianas en el trabajo que puede realizar cualquier trabajador social en su día a día.

Una de las falsas creencias que a veces se asientan entre la gente es la de que los servicios sociales están para atender a la marginalidad y los pobres. Pero aunque este es uno de los colectivos con los que se trabaja, la realidad es mucho más amplia y diversa. Así, el trabajador social ejerce su labor con inmigrantes, en el ámbito de la violencia de género o del maltrato infantil, para atender a personas mayores en soledad o a personas con discapacidad, entre otros casos. «Los trabajadores sociales conocen esta realidad mejor que cualquier profesional y en tiempo real», destacaba en su charla, ‘La importancia del Trabajo Social en la construcción del sistema público de servicios sociales’, Martínez Domene.

En ella, dibujaba el retrato de la evolución de estos servicios sociales en las últimas cuatro décadas, desde la antigua beneficencia hasta la actualidad, pasando por los seguros sociales y la asistencia social. Ahora, destacaba el director general del Imserso, «estamos en un momento de consolidación de los servicios sociales como derecho subjetivo y cuarto pilar, con la educación, la sanidad y las pensiones públicas, del sistema de protección social».

Las necesidades de las personas

Los servicios sociales «son el conjunto de servicios y prestaciones de carácter social que hacen posible que las personas mejoren su situación y condiciones de vida», cuenta a Foco Sur Manuel Martínez Domene, que destaca además que los puede haber de carácter generalista, los que «van dirigidos al conjunto de la población, y que tienen un carácter más específico en función de las necesidades concretas que puedan tener las personas». Los servicios sociales generalistas en Andalucía se llaman servicios sociales comunitarios y se llevan a cabo en los Ayuntamientos.

«En los municipios de más de 20.000 habitantes», explica Domene, que hasta enero era viceconsejero de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía, «hay un centro de servicios sociales que depende directamente del Ayuntamiento, y en los menores de 20.000 habitantes, son por agrupación de municipios y dependen de la Diputación» En esos centros de servicios sociales se ubican los equipos interprofesionales que «trabajan para dar respuesta a las necesidades de las personas», detalla Martínez Domene.

«Imagina una persona que tiene un problema en su ámbito familiar, en las relaciones con su pareja o dificultades con la crianza o la educación con sus hijos», plantea Martínez Domene. «Quienes le puede asesorar y orientar son los profesionales de servicios sociales. Y además pueden intervenir para recuperar la normalidad de esa familia». Los casos y situaciones a las que se puede enfrentar un profesional de los servicios sociales son variados, explica. Así, por ejemplo, los trabajadores sociales podrán recomendar qué pasos seguir a una mujer que esté en una situación de violencia de género, dependiendo de si ha puesto una denuncia o no, y evalúan si es mejor que vaya a una casa de acogida, entre otras cuestiones.

Otra situación posible es con menores, cuando existen sospechas de falta de atención por parte de la familia. Ante este tipo de situaciones, los servicios sociales trabajan para hacer posible que el niño se mantenga en su familia y si no es posible, porque no hay una garantía de que tenga cuidados básicos, se le procura una medida de protección para que esté debidamente atendido. «Los servicios sociales son un sistema público de protección social que, igual que la educación o la salud, dan cobertura a necesidades sociales de las personas, de convivencia, de participación social, de inserción en la sociedad, de alojamiento alternativo», desgrana Martínez Domene.

Un problema que tiene el sector es que no hay una norma a nivel nacional ni se han definido nunca las ratios de cobertura. «Sí hay aproximaciones sobre esta ratio de cobertura, cuántos profesionales por habitante debe haber, pero no está definido», señala el director general del Imserso, que precisamente dejó lista para aprobar, antes del cambio de gobierno en Andalucía, el mapa y la estrategia de servicios sociales que, entre otros asuntos, iba a definir estos ratios de cobertura para la región.

La dificultad para establecer estas ratios, explica, es que «las necesidades sociales son cambiantes, evolucionan muchísimo». Así, por ejemplo, a raíz de la crisis, durante la última década, ha visto cómo solicitaban asistencia de los servicios sociales perfiles de la sociedad que hasta entonces nunca habían acudido a ellos. Las largas temporadas de paro, que agotaban las prestaciones de desempleo en la familia, e incluso los desahucios propiciaron este cambio. Así, en la actualidad, revela Domene, hay cerca de un millón de personas que reciben atención de servicios sociales en Andalucía, una cifra que se ha multiplicado por cuatro en esta década. Y en España, con un aumento similar, se ha pasado de dos a ocho millones de usuarios.

«Las necesidades han cambiado y cuando cambian, evidentemente los recursos tienen que adaptarse», señala. Es cierto, reconoce, que «en determinadas zonas puede haber deficiencias de personal técnico en los servicios sociales, pero también lo es que hay una gran cobertura en este ámbito». Así, en Andalucía, en el sector de los servicios sociales trabajan más de 75.000 personas. «Es un sector muy potente en el sistema productivo», destaca.

Los retos del sistema

Con 40 años de vida, el sistema público de servicios sociales es aun joven y está pendiente de consolidarse, según Martínez Domene. «No tiene los pilares muy firmes», asegura, y «puede tambalearse en cualquier momento, como sistema público de protección social». Y apunta a que cuando hay recortes siempre se los lleva lo que menos tiempo lleva en el sistema, como es el caso. Por ejemplo, la ley de dependencia quedó coja a nivel estatal, aunque en Andalucía la Junta asumió el gasto, víctima de los recortes del Gobierno de Mariano Rajoy.

Por ello, Domene considera prioritario que se consolide el sistema y, una vez consolidado, se afronten los retos que tiene pendientes. Entre ellos, destaca el «generar la evidencia científica que nos permita avanzar con bases sólidas» y que «los profesionales del ámbito de la protección social tienen que tener una formación permanente, que es un reto también porque las situaciones sociales cambian, las necesidades de las personas cambian, como evolucionan las enfermedades o los modelos educativos». Asimismo, prosigue, «es fundamental el desarrollo de la estrategia ética en la intervención profesional», así como «terminar la ordenación del sistema desde un punto de vista territorializado, que permita conocer los ratios de cobertura y el establecimiento de un cuadro mínimo de indicadores». Por último, para poder llevar a cabo todo lo citado, añade que «es necesaria una inversión» suficiente.

Si se dan los pasos adecuados, el futuro del trabajo social estará más definido y enfocado a dar un aun mejor servicio a los ciudadanos. En opinión de Martínez Domene, el trabajador social del futuro «tiene que ser un profesional muy bien formado en las diferentes situaciones sociales con las que se puede encontrar, tiene que ser un profesional flexible y ágil en la intervención, y tiene que ser un profesional de campo, que no esté sujeto a una mesa de despacho para hacer trámites, aunque de estos tenga que haber, como en todas las profesiones». En este sentido, señala que «para conocer las necesidades de las personas tienes que conocerlas en el ámbito en el que viven, lo mismo que una apendicitis la reconoces por una serie de pruebas diagnósticas, el diagnóstico social fundamentalmente se hace en el territorio, en la ciudad, el barrio y los entornos familiares, por tanto la intervención tiene que ser de campo».

Así, estos «tejedores de sueños ajenos», como los calificaba aquella mujer, continuarán dando ese servicio fundamental, siempre con la persona como centro de la actuación, y con el sistema puesto a disposición de las necesidades de los ciudadanos.

Los ámbitos profesionales del trabajo social

La conmemoración del Día Mundial del Trabajo Social organizada por la Facultad de Psicología incluyó una mesa redonda sobre ‘Ámbitos profesionales del trabajo social’, en la que participaron Encarnación Peláez, presidenta del Colegio de Trabajadores Sociales de Almería; Ascensión Rodríguez, María Daniela Jurado e Isabel María Martínez, profesoras del Área de Trabajo Social y Servicios Sociales de la UAL; Leticia Gutiérrez, trabajadora social en ejercicio libre; Fuensanta Pérez, responsable del Centro de Migraciones de Cruz Roja Almería; Ángela Montoya, del Gabinete de Trabajo Social, Psicológico y Jurídico, en Roquetas de Mar; y Concepción Márquez, exdirectora de Servicios Sociales Comunitarios del Ayuntamiento de Almería. La vicedecana de Trabajo Social de la Facultad de Psicología, Rocío López San Luis, ejerció de moderadora.

Las ocho participantes repasaron sus respectivas trayectorias profesionales, en los distintos ámbitos de actuación a los que tiene acceso un trabajador social. Entre ellas, Fuensanta Pérez, explicó su trayectoria en el tercer sector, dentro de Cruz Roja, donde ha ejercido toda su carrera hasta ahora. En base a su experiencia, recomendó a los estudiantes asistentes al acto «formarse de manera específica desde el primer minuto», apuntar a colectivos específicos y a un ámbito de formación, para llegar lo más preparado posible. Asimismo, destacó las habilidades sociales necesarias para ejercer esta profesión, que aseguró que «se aprenden en la calle», con el trabajo diario. Por último, recordó que entre las tareas que se realizan, pueden ejercer asistencia psicológica, legal o incluso curar heridas, dependiendo de la situación del momento, en su labor de atención a inmigrantes.

Tanto Leticia Gutiérrez como Ángela Montoya contaron sus respectivas experiencias como trabajadoras sociales en ejercicio libre, como autónomas. La primera, desde el primer momento; la segunda, tras una amplia trayectoria en las administraciones públicas, tras haber sido concejal y diputada provincial.

Para dar un punto de vista de perspectiva histórica, Concepción Márquez repasó una trayectoria que comenzó con la Transición, y cómo encontró una Almería con mil familias pobres censadas en el Ayuntamiento, cuyos servicios sociales tal y como se conocen en la actualidad puso en marcha junto a un equipo. Así, del ‘socorro de Allcaldía’ que existía desde antes de la democracia, un presupuesto que el alcalde repartía entre necesitados, se pasó a la creación de lo que hoy es la oficina de atención al consumidor, la de atención a la drogodependencia, las escuelas infantiles de El Alquián y Los Almendros (que aun funcionan), y programas de reinserción laboral para víctimas de violencia de género, reclusos en tercer grado, jóvenes delicuentes y exdrogodependientes (el único que sigue activo). Además, crearon lo que hoy es el servicio de atención a domicilio. Y es que, como recordó en su charla, «el servicio social es de una entrega infinita».

(Reportaje publicado en el número de abril de 2019 de la revista Foco Sur).

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