Carlos Góngora es un genio creativo infatigable. Ha luchado en mil batallas por la cultura con mayúsculas y ha defendido utopías y espejismos. El tiempo le ha dejado algunas heridas pero no ha perdido la ilusión por las cosas y una visión de futuro que arrastra a muchos. Consiguió un premio Max para Axioma, su criatura cultural, el máximo galardón para el mundo del teatro, y sigue escribiendo y produciendo teatro. Mientras tanto, se embarca en proyectos como las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro, que por segundo año dirige, porque cree que nuestra tierra se merece más también en lo cultural y que nadie nos va a dar nada si no lo peleamos en las tablas y en cada palmo de la provincia.
Dice que tiene como objetivo que las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro sean más que Almagro. ¿Cómo se consigue esto?
Uno siempre aspira a hacer un festival importante. Lo de ser más que Almagro es una pequeña broma que gasto de vez en cuando. Lo que sí pretendemos es que las Jornadas, que cumplen 33 años, sean promotoras de turismo cultural. Las Jornadas tienen la suficiente entidad como para convertirse en un gran festival. Ya lo es, pero aspiramos a mucho más.
Y el festival crece. Este año, son tres meses de actividades…
Hay algo que le da un carácter diferenciador respecto a los demás festivales, que es la vinculación de la parcela académica, con alumnos de universidad, de primaria y de secundaria, con la parte más lúdica de los festivales, que son las representaciones y los conciertos, que queremos potenciar. Para ello tenemos que utilizar meses en los que haya curso. Por eso el mes de abril lo hemos dedicado a los ciclos de la universidad y el mes de mayo, a los alumnos de primaria y secundaria. Y ya en junio, el festival en sí, que nos lo llevamos a la Alcazaba porque nos parece el sitio ideal, es el sitio emblemático de Almería.
¿Qué supone un escenario como la Alcazaba para el festival?
Es un salto impresionante, yo creo que comienza un nuevo ciclo. Llevar los espectáculos a la Alcazaba además ha conseguido algo muy importante, que las Jornadas entren a formar parte de los festivales de teatro romanos que se hacen en Andalucía. Y esto significa avanzar en los presupuestos, porque cuando la Junta de Andalucía haga sus presupuestos a principios de año, las Jornadas del Siglo de Oro van a tener nombre y apellido y no vamos a estar a expensas de la subvención de turno, lo que le da una cierta consolidación. Aunque lleve 33 años, al final lo que consolida a un festival son los presupuestos y, sobre todo, la apuesta decidida de las administraciones.
¿Qué importancia tiene la formación en este tipo de festivales?
Es básica y fundamental. Para empezar, los alumnos de Primaria y Secundaria son el público del futuro. Enseñándoles a amar el texto clásico, a decir un verso, acercándolos al Siglo de Oro, ya estamos haciendo mucho. Por eso, cuando llegamos a la dirección el año pasado entendíamos que era básico y creamos las Jornaditas, que tienen todos los componentes de las Jornadas para adultos, foros, exposiciones y representaciones, e implicamos a los alumnos. Y no solamente de la capital, con las extensiones implicamos también a los alumnos de la provincia. En las Jornaditas habrá 18 representaciones hechas por institutos. En cuanto a la Universidad, la apuesta es brutal, de la Universidad y del Ayuntamiento de Roquetas.
¿Cuáles de los objetivos que tenía hace un año se han cumplido?
Se van cumpliendo objetivos que para mí son básicos para mantener un festival. Desde el primer momento he dicho que vamos a creer en el festival y, si no, vamos a dejarlo, y la respuesta está siendo muy buena. Yo quería que el festival se abriera a la ciudad, que fuera mucho más cercano y se sacaran cosas a la calle para que la gente las viera. Lo que perseguía es que la gente asumiera que este es su gran festival y que tienen que hacer una apuesta, como ciudadanos. Por eso hemos creado el Barrokocalle. Otra cosa que entendía que tenía que tener el festival era espectáculos hechos en Almería con gran calidad, o por almerienses, por eso hemos creado el programa Hecho en Almería, en el que este año tenemos cuatro producciones almerienses. Otra de las aspiraciones que tenía era la implicación de la empresa privada. Empezamos el año pasado con unos 16 patrocinadores y este años son veintitantos, con nombres como Cosentino o La Dulce Alianza. Si esto lo unimos a que otra de las pretensiones era que las administraciones provinciales, Almería, Roquetas, Vícar, El Ejido y Diputación, más la Universidad, se implicaran más, el logro se va consiguiendo. Este año es mucho más potente su aportación a las Jornadas. Y no digamos ya la Junta de Andalucía, que ha hecho una apuesta a tope, aunque se puede hacer mucho más.
¿Y qué tareas quedan aun pendientes o por mejorar?
Queda pendiente algo fundamental, y es que las Jornadas no pueden depender de una sola persona, de un director. Está pendiente que las Jornadas tengan un espacio físico, con un ordenador, y hacer una revista digital para que tenga incidencia durante todo el año a nivel internacional. Y crear un equipo de trabajo, que haya un gabinete de prensa, gente que lleve lo del dinero. Un equipo de trabajo estable para que cuando este director no esté, quien venga lo tenga más fácil. Es básico y fundamental. Otra cosa básica y fundamental es darle carácter internacional. Ya el año pasado empecé a hablar con el Festival Iberoamericano de Cádiz, el FIT, un festival que es la puerta a Europa de las compañías iberoamericanas. Me gustaría que hubiera un hermanamiento entre las Jornadas y el FIT de Cádiz, porque si el FIT es la puerta, a mí me gustaría que las Jornadas fuesen el vestíbulo y, en algunos casos, su residencia. Me encantaría ver una producción de ‘La vida es sueño’ hecha por una compañía argentina, por ejemplo, y por la Compañía Nacional. Sería interesante ver qué apuesta hace cada una en relación con su cultura. Y a mí me encantaría que el Ministerio de Cultura tuviera más cariño por las Jornadas. No es posible la limosna que les da, después de 33 años. Que con 33 años de historia les dé 15.000 euros, con la aportación que hace a otros festivales, que no voy a nombrar pero en los que muchos estaréis pensando… Si nos diera una décima parte haríamos muchas cosas.
Dice que uno de los objetivos es que las Jornadas sean promotoras del turismo cultural. ¿Sabe Almería aprovechar sus armas para logarlo?
Me he encontrado de todo, pero lo más característico es que cuando señalas la Luna con el dedo y les dices «mirad qué Luna más bonita», cuando te das cuenta están mirando el dedo y la Luna no la han mirado un solo momento. Evidentemente, hay empresarios que lo tienen claro, y las administraciones creo que alguna lo tiene claro desde hace mucho tiempo y otras se están incorporando. Ahora, que las Jornadas no tienen sentido si la gente no acude. La clásica frase de «es que no hay nada, no se anuncia nada y no nos enteramos». No, que sí nos enteramos de cuándo juega el Almería. Cuando uno se quiere enterar, hay suficiente información para enterarse. Lo que hace grande a un festival es que la gente de su ciudad lo apoye firmemente. No olvidemos que la idea es que sea promotor de un turismo cultural para que genere riqueza en la provincia de Almería. No demos excusas a las administraciones para que se vayan retirando.
Más allá del festival, su compañía Axioma lleva más de 40 años de existencia. ¿Cómo se consigue mantener una compañía como esta tantas décadas y desde Almería?
Cuando los tres socios de la compañía nos reunimos para hablar de este tema, no lo sabemos. Sí sabemos que trabajamos 16, 17 o 18 horas y que cobramos cuando podemos. Mantenerlo es complicado. Mantener en este país una actividad cultural ya es muy complicado; una compañía de teatro, mucho más; en Andalucía, doblamos la complicación; mantenerla desde Almería es un milagro que se consigue a base de mucho curro. Los milagros se consiguen cuando curras; si no curras no hay milagro. Trabajamos muchísimo y, afortunadamente, tenemos un circuito bastante importante en España y fuera de España, y eso nos está manteniendo, mejor o peor. Pero claro, tenemos ese impuesto criminal, el IVA, que por favor, un 21% de IVA cuando la pornografía tiene el 4%… Yo intenté sacar un plan que era vender las entradas dentro de una revista porno, porque me cobraban solo el 4% de IVA. Se está machacando a todas las empresas del país. Se están cerrando salas, no se programa prácticamente nada… Es el IVA de la vergüenza. Y aun así nos mantenemos.
Y en julio estrenáis nueva obra…
La última actuación de las Jornadas en la Alcazaba es el 3 de julio y el 4 tenemos que estar en Córdoba, en la Feria de Teatro en el Sur, la feria de teatro más importante de Andalucía. Vamos a estar tres o cuatro días allí, para mostrar a los programadores de España y de fuera nuestro nuevo trabajo. Con las Jornadas no podremos hacer ensayos generales muy potentes en junio, pero esto es lo que hay en el mundo del espectáculo.
Tenéis otros proyectos interesantes para este años, ¿no?
Sí, estamos trabajando en talleres con los voluntarios de La Caixa, con chavales con Síndrome de Down. Son talleres muy especiales para poner en marcha un espectáculo que queremos llevar por toda Andalucía. Queremos hacer ver a quienes no conocen a estos chavales con Síndrome de Down que tienen más capacidades de las que piensan y que son una gente tremendamente voluntariosa, trabajadora. Es un proyecto integrador. Pretendemos que el estreno, en el Auditorio Maestro Padilla, todavía no se sabe la fecha, tenga una dimensión importante… Voy a contar una anécdota. La mayor satisfacción que tengo como profesional no son los premios, que son circunstancias. El mayor orgullo recuerdo que fue hace muchísimos años, trabajando en el Princesa Sofía con niños autistas, que conseguimos que uno de los niños, con una marioneta, hablara. Aquello fue algo impresionante. Al año siguiente, recibimos una fotografía de la madre, donde se veía que el niño se había construido su marioneta, con una cara de felicidad, la estaba manipulando y hablaba. Ese es el mejor éxito que puede tener un profesional de esto. Otro proyecto es que queremos abrir nuestra escuela de teatro en Doctor Carracido. Una escuela que no se va a parecer a casi ninguna, porque en el último curso lo que Axioma hará es montarles a los alumnos una producción para que pueda girar, en principio por Almería, unas 50 funciones. Las escuelas de teatro son muy buenas, porque ahí se aprende la técnica, pero cuando realmente se hace uno actor es encima de un escenario, cuando se tiene que enfrentar a un público. Nuestra escuela quiero que sea teórica y práctica. Y nos vamos a dedicar mucho a los títeres y marionetas porque en Andalucía no existe ninguna.
Aunque no le interesen los premios, Axioma se ha llevado unos cuantos de nivel. ¿Para qué sirven?
Si vas al banco con uno, no te dan un crédito. Los premios sirven para el ego, para qué lo vamos a negar. Esa soberbia que todo artista, normalmente, tenemos. Te llenan un poquito, pero al final no valen para nada. O valen porque hay personas que se acuerdan de ti, y eso se agradece porque es bonito. ¿Pero sirven de plataforma de más trabajo? No. Pregúntale a los compañeros que les han dado un premio Max, como a nosotros, si eso les ha supuesto más trabajo… Nada. «Y es poco daros, Leonor, si todo el alma os confío. ¡Jesús, qué gran desvarío! Dinero fuera mejor». ¿Premios con dinero? Fantástico. Es la mejor forma de ayudar a una compañía.
¿Qué sería del mundo sin teatro?
En el mundo, sin teatro, no habría políticos. En un mundo sin teatro las mentiras serían de otra forma, porque al fin y al cabo, los cómicos, los titiriteros somos gente que ‘farseamos’, pero la gente ya sabe que estamos haciendo una farsa. Nuestro oficio en verdad es fingir un personaje, que el mismo actor no se lo está creyendo, o se lo cree pero sabe que es un actor. El problema es cuando se hace teatro y se lo creen.
(Foto de Consuelo Mañas).
(Entrevista publicada en el número de mayo de 2016 de la revista ‘Foco Sur’. Puedes descargarla aquí en pdf).