Amigo que votas al PP, sea de forma habitual o esporádica, llevo unos cuantos días preguntándome qué sentirás y qué se te pasará por la cabeza al comprobar que se ríen de ti aquellos en los que confiabas (con un poco de ingenuidad, todo hay que decirlo) para sacarnos de la crisis y, cómo no, poner las cosas en orden. Incluso tengo la duda de si serás consciente de eso, de que se ríen de ti, de toda su clientela. De nadie más.

Cuando salen a la luz documentos que insinúan ciertas prácticas ilegales a la hora de completar el sueldo (tan ajustado, por otra parte) de algunos miembros del partido y estos niegan que sea cierto, excepto lo que es cierto, o alegan que no sabían nada pero se defienden argumentando que fueron ellos los que acabaron con ese asunto, se están riendo de ti. ¿No lo sabían, saben que no es verdad, lo sabían y le pusieron fin? ¿Puedes estar vivo y muerto a la vez, ser pasado y futuro, estar en dos puntos del universo al mismo tiempo? Puede que sea posible, pero a mí me parece que, de momento, no del todo. 

Se ríen de ti también cuando, en un alarde de democracia, vetan la posibilidad de que se investigue en el Congreso qué hay de cierto en la información publicada. ¿Si no es verdad, cuál es el problema? ¿No quieren ensañarse con el diario que destapó el asunto, que bastante tiene ya con lo suyo?

El vacile llega al punto de que al presunto autor de esos documentos le pillen una cuenta en Suiza y se defienda alegando a su habilidad invirtiendo en Bolsa (como si eso arreglase, además, el hecho de que el dinero haya volado a un paraíso fiscal). Sobre todo, cuando a los pocos días se descubre otra cuenta, con la que blanqueó legalmente el dinero gracias a la última amnistía fiscal. Hábil, traspasa la juerga al otro tema, que la gente no se despiste, y niega que sea su letra la de los documentos y, como no lo es, es que este es falso. Ah, buena lógica esa. De la familia de “esto es así, que os lo digo yo, creedme”.

Habrá que creerle, como hay que creer que no tenía ya nada que ver con el partido ni que esta historia, en realidad, venga de lejos. Incluso aunque sea fácil comprobar lo contrario.

Tampoco es que pille por sorpresa todo este circo. Ya sabíamos que tenía toda la pinta de que nos íbamos a reír con Rajoy. Lo que no habíamos previsto era cuánto. Y es que cuando un gobernante hace lo que prometió no hacer y te lo explica esgrimiendo razones opuestas a las que en su día defendía, con tono paternalista, con ese punto de “cuando seáis mayores lo entenderéis”… sí, se está riendo de ti.

Asimismo, sospechábamos que la tendencia natural del político es tomar por idiota al ciudadano. Lo que quizá no es tan obvio es que a según qué ciudadano le gusta que le tomen por idiota y aun defienda con ese “y los otros más” de niño de Primaria a los que se están cachondeando de él. Sí, los otros también, ya lo sabemos. Por eso están donde están y así se prevé que sigan un tiempo.

Sí, se ríen de ti y de todos sus votantes porque saben de sobra que esas supuestas explicaciones no convencen a nadie que no sea un seguidor irracional. Como el que siempre ve penalty cuando ataca su equipo y nunca cuando este defiende, aunque sean jugadas idénticas.

En cualquier caso, a pesar de todo, de las noticias con que nos despertamos cada mañana, de la sospecha de que todo esto en un par de días será nimio comparado con lo que venga, yo soy feliz. Hace tiempo decidí no dejar que semejante banda me amargase la vida. Prefiero que otra me la endulce. Aunque sea por sorpresa, como la de la resurrección de My Bloody Valentine más de 20 años después con este tremendo disco. A veces, la espera merece la pena. Veremos cómo acaba todo. Dicen que el que ríe el último ríe mejor.

(Foto de Karpati Gabor).