Varios municipios de la Alpujarra baja almeriense y el GDR Alpujarra Sierra Nevada han participado en el proyecto Alpujarra Agroecológica del Ifapa para impulsar la agricultura en la zona con nuevos productos y ayudar así a dinamizar la economía y combatir la despoblación.
La despoblación es una amenaza para muchos pueblos del interior de la provincia de Almería, que buscan distintas vías para fijar la población y evitar el abandono progresivo de estos territorios por falta de oportunidades laborales. Esta lucha incansable de las administraciones locales se lleva a cabo en varios frentes. Se apuesta por sectores en auge, como el turismo sostenible y activo, y también por revitalizar aquellos que habían venido siendo sus motores económicos hasta época reciente, pero que cada vez cuentan con menos gente dispuesta a dedicarse a ellos.
Este es el caso de la agricultura en una zona en la que es complicado contar con grandes extensiones de terreno para cultivar como la Alpujarra almeriense. Pequeñas fincas de cultivos variados, con el parral, primero, y el olivo y el naranjo, después, como producciones estrella, junto a otros productos, muchas veces de consumo local, de cultivo al aire libre.
El problema que afrontan estos municipios es el de la falta de relevo generacional, que va dejando abandonadas fincas ya sin cultivar; una tierra desperdiciada, que deja de producir por falta de manos que la trabajen, manos que se han buscado un destino más próspero fuera de las localidades donde crecieron. Para revertir esta situación y poner su granito de arena en la lucha contra la despoblación, a lo largo del último año se ha venido desarrollando en la comarca de la Alpujarra almeriense un proyecto del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (Ifapa), Alpujarra Agroecológica, puesto en marcha a petición de los municipios.
Alpujarra Agroecológica ha sido un proyecto de formación especializada, en el que se han buscado productos que pudieran ajustarse a las particularidades de los cultivos de la zona. Así, los agricultores de estos municipios podrían especializarse en productos que no son los habituales que se cultivan en la provincia, consiguiendo así diferenciarse y obtener un valor añadido. Para ello, se han cultivado productos como el chayote en algunas de las fincas, para ver los resultados que se obtenían.
Asimismo, se han realizado talleres formativos y se han llevado a cabo visitas a mercadillos de la provincia de Málaga, para aprender sobre las redes locales de distribución de productos, o la provincia de Madrid, donde un grupo de participantes en el proyecto, entre alcaldes y concejales de los ayuntamientos, técnicos del Ifapa y agricultores, asistieron a la feria Organic Foods y se acercaron a Redueña, donde conocieron un proyecto de arboreto comestible, que consiste en un bosque de alimentos en el que se pueden comer frutos gratis, y otro proyecto sobre agroecología.
Formación especializada
María del Carmen García, técnico del Ifapa y coordinadora de Alpujarra Agroecológica, explica que “es un proyecto de formación especializada en agroecología y ha consistido en tener una serie de fincas piloto en las que agricultores y agricultoras de la zona han plantado cultivos innovadores, como el chayote o la pitahaya, y hortalizas tradicionales”. Los participantes han podido visitar estas fincas piloto, en las que se ha hecho cerca de una docena de talleres participativos sobre el cultivo de chayote, tomate tradicional, calabaza o pitahaya.
“Son jornadas de enseñanza entre pares, con la participación de investigadores, técnicos y los propios agricultores que tienen las parcelas”, cuenta la coordinadora del proyecto, que añade que “también se ha hecho algún curso de introducción a la industria agroalimentaria, y muchos talleres prácticos en los que se han hecho elaboraciones como mermeladas o caramelos o sobre autoabastecimiento de insumos ecológicos”.
El proyecto lo ha desarrollado el Ifapa “a iniciativa del Ayuntamiento de Almócita”, cuenta María Salud Gómez, gerente del Grupo de Desarrollo Rural (GDR) Alpujarra Sierra Nevada Almeriense, “con la intención de buscar una alternativa a la agricultura que tenemos en la comarca, donde tenemos la problemática de que, por las características orográficas, son pequeñas explotaciones y la rentabilidad de los cultivos es pequeña”. Así, con Alpujarra Agroecológica se está buscando “poder aumentar esa rentabilidad, bien con cultivos tradicionales o bien con nuevos cultivos que se puedan dar en la zona”.
La gerente del GDR Alpujarra Sierra Nevada Almeriense destaca también que este proyecto “se hace con vistas a darle valor añadido al cultivo tradicional, convirtiéndolo en agroecológico”, así como para “introducir variedades nuevas que están desarrollando en el Ifapa, para ver cómo se darían en nuestra comarca”.
La iniciativa supone además “un atractivo más para la zona, donde tenemos un problema de relevo generacional y de abandono de las tierras”, apunta Gómez. Así, con estos nuevos productos y técnicas de cultivo, si acaban siendo producciones rentables, confían en que fincas abocadas al abandono continúen siendo cultivadas y, en el caso de las que ya se han abandonado, se recuperen.
En esta línea, también se han mostrado otras opciones para los propietarios de fincas que tienen sus tierras sin cultivar, como “el arrendamiento de las tierras o los bancos de tierra”, señala la gerente del GDR, para que no se pierdan y se pongan en producción, ya que “es una fuente de ingresos para los habitantes del territorio y atrae a nuevos pobladores”.
En busca del ‘producto estrella’
La idea de proponer al Ifapa un proyecto como Alpujarra Agroecológica surgió porque “aquí necesitaríamos un ‘producto estrella’, de calidad, que vaya bien con la agroecología y sea innovador, para implementarlo en nuestros campos”, cuenta Fancisco García, alcalde de Almócita. “Cada vez hay menos agricultores”, señala, “pero también es verdad que hay gente que está volviendo al campo buscando una forma de vida”. De ahí la necesidad de buscar ese producto.
Una de las claves para que el proyecto tenga recorrido “es concienciar a los agricultores en la diversificación, en tener diferentes productos para ser capaces incluso de completar una cesta variada y vender directamente al consumidor”, asegura el alcalde.
“El proyecto ha sido muy interesante porque tenía un doble objetivo”, asegura Sonia Guil, alcaldesa de Alboloduy. Por un lado, “recuperar semillas autóctonas para el banco de semillas, que es el más importante de Andalucía, al que han incorporado las que tenían nuestros agricultores y se han plantado para ver cómo funcionan ahora”. Y por otro lado, “se han introducido nuevos cultivos para ver cómo funcionan en la zona y ver su rentabilidad, como la moringa, el chayote o la pitahaya”.
En Alboloduy, se llevó a cabo un taller sobre “cómo hacer compost, cómo reutilizar los restos de tus productos agrícolas para reincorporarlos a la tierra”, con lo que “se genera una masa vegetal protectora que retiene el agua”, recuerda la alcaldesa. En estos talleres se mostraban los casos prácticos de gente que ya utiliza estas técnicas.
“Desde los ayuntamientos trabajamos para incentivar este tipo de proyectos porque son muy interesantes precisamente para incentivar la agricultura como motor de nuestra comarca, aparte del turismo y otras actividades económicas que se desarrollan en la zona, pero también para luchar contra la despoblación”, destaca Matilde Díaz, teniente de alcalde de Rágol y vicepresidenta del GDR Alpujarra Sierra Nevada Almeriense.
“Hemos conseguido formar a algunos agricultores, pero tenemos escasez en el oficio, hay poco relevo generacional”, señala Díaz. En Rágol se celebró “un taller de trenzado de tomate con agricultores interesados en esta técnica que no se había hecho anteriormente en nuestra comarca”, cuenta la vicepresidenta del GDR.
“Estamos muy ilusionados con este proyecto”, asegura Carmen González, alcaldesa de Beires, donde está una de las fincas piloto, en un terreno donde ya se llevó a cabo un proyecto de cultivo junto a Cáritas. “Aquí hay muchas fincas para dedicarse a la agricultura, pero no sé si hay gente joven que quiera quedarse en el pueblo para dedicarse a la agricultura”, añade.
En Huécija, ya existe una finca donde lleva tiempo cultivándose el chayote, uno de los productos con los que se trabaja en Alpujarra Agroecológica. “Son cosas con las que están experimentando y con el tiempo la gente lo mismo se anima a ponerlo”, dice Ana María Vizcaíno, alcaldesa del municipio, que añade que “gran parte de la economía del pueblo viene de la agricultura, pero es agricultura de otros cultivos consolidados, más probados”.
Apuesta de futuro
Los ayuntamientos tienen claro que el futuro pasa por seguir apostando por iniciativas con Alpujarra Agroecológica. En algunos pueblos, como Almócita, llevan de ello años en esta línea. “Tenemos un banco de tierra y estamos en una red nacional de agroecología, la red Terrae”, cuenta su alcalde, que reitera que en Almócita apuestan “por la agroecología, por los productos de calidad, que se diferencien de la agroindustria, porque no podemos competir con ellos”.
A medio plazo, tienen “un proyecto de una pequeña almazara para molturar nuestra aceituna y hacer aceite de calidad, que la gente pueda moler sus aceitunas y llevarse el aceite de sus olivos”. Asimismo, han solicitado una ayuda al Ministerio de Transición Ecológica para poner en marcha “una finca de agricultura regenerativa, un proyecto de formación”.
En Rágol también seguirán apostando por este tipo de iniciativas, porque “dinamizan la comarca, que es lo que intentamos, porque el municipio, por sí solo, no sería lo mismo”, cuenta Matilde Díaz, que asegura que “trabajar en sentido comarca es apostar por el futuro de la Alpujarra almeriense”.
En Alboloduy coinciden en que hay que buscarle “soluciones al campo, que haya productividad y que podamos ver nuestro campo no abandonado, sino cultivado”, señala Sonia Guil. En este sentido, han participado ya en un proyecto de soberanía agroalimentaria y en Terralimenta, “un proyecto con el GDR que también está relacionado con la soberanía alimentaria y la agricultura ecológica”.
Asimismo, han solicitado fondos europeos para un proyecto “para solucionar dos problemas, el de la reutilización de las casas y el de la reutilización de la tierra”. Con él, quieren promover iniciativas como “el alquiler de tierras, el servicio de agricultura, que una persona que no tiene tierra pueda venir y trabajar y así ese cultivo se mantiene todo el año, o un servicio agroturístico asociado a esa tierra”. Es una forma de que esas tierras se reutilicen y se aprovechen con diferentes fórmulas. Y lo mismo para el aprovechamiento de las casas.
La alcaldesa de Beires ya está planeando montar un cultivo de fresas en parte de la finca donde se ha llevado a cabo el proyecto Alpujarra Agroecológica. Y además, “en la comarca estamos desarrollando otra serie de proyectos para dinamizarla, no solo de agricultura, porque creemos que hay que potenciarla para luchar contra la despoblación”, afirma Carmen González.
En el mismo sentido, Ana María Vizcaíno considera que “todo lo que se haga es bueno porque puede haber alguna persona interesada que se quede incluso a vivir en el pueblo”. Por ello, asegura que en Huécija “estamos abiertos a seguir trabajando en proyectos como este con el Ifapa”, del que se acaba de poner en marcha la segunda edición.
Agroecología, la alternativa de futuro
Matías Ruiz lleva 30 de sus 64 años dedicado a la agroecología, tras haber estado un tiempo trabajando en la agricultura industrial. Tras unos años en El Ejido, este granadino de la Alpujarra lleva ocho en Almócita, donde encontró el ambiente necesario para poder seguir adelante con su proyecto de vida, Casa Farfara.
En su finca, cultiva unas 25 especies comestibles y participa en el proyecto Alpujarra Agroecológica probando variedades de tomate y calabaza, viendo si se adaptaban o no a las características de la finca. Pero su objetivo es incorporar el chayote, que además de frutos le proporcionaría sombra al resto de cultivos.
Así, la idea es “tener el chayote en altura, en medio el tomate, la berenjena, el calabacín o las habichuelas, y en el suelo bulbos como la remolacha, la zanahoria o la cebolla y también lechugas, rúculas y muchas más cosas”, explica el agricultor, que añade que “la prueba está yendo bien pero en agroecología, al no utilizar nitratos, el proceso es más lento, porque las plantas van creciendo a su ritmo natural”, así que aun falta un tiempo para confirmar los resultados.
Ruiz apunta que “la agroecología es un pasito más allá de la agricultura ecológica, es el cuidado de las personas, del medio ambiente, no es solo producir productos ecológicos, es una forma de vida”. Por ello, en su finca se trabaja “con semillas nuestras y no echamos ningún nitrato, ningún fosfato, ningún insecticida, todo son insumos que hago yo con recursos de la finca, y cada vez tenemos el suelo más fértil y productivo y cada vez se va necesitando menos agua”.
Matías Ruiz tiene claro que el futuro es de la agroecología, ya que “la agricultura industrial no es sostenible y la alternativa es la agroecología, no hay otra, no lo es la agricultura ecológica, que sigue gastando los mismos insumos cambiando las etiquetas, es la agroecología, con la que se puede producir sin necesidad de productos tóxicos, se regenera el suelo y este es cada vez más fértil”.
(Reportaje publicado en el número de mayo de 2025 de la revista Foco Sur).


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