Realidad y ficción: lo demás no cuenta


Miguel Blanco

La pesca de arrastre, con el agua al cuello

Los nuevos recortes aprobados por la Comisión Europea amenazan a un sector lastrado por cinco años de ajustes y que ve ahora cómo su sostenibilidad y supervivencia están en peligro.

El sol aun duerme cuando Cristóbal arranca el motor de su barco y pone rumbo hacia el lugar donde echará las redes ese día. A bordo del Dolores II le acompañan dos pescadores con los que al atardecer espera regresar al Puerto de Almería con la mayor cantidad posible de gamba blanca. Así, unos cien días al año, en jornadas de doce horas, de seis de la mañana a seis de la tarde.

Ahora, este joven pescador ve peligrar su trabajo; el modo de vida que su familia, desde hace varias generaciones, viene desarrollando, buscando, como todos, las mejores condiciones para él y su familia. Él y el resto de la flota de arrastre de la capital, la provincia y Andalucía se ven forzados a realizar una fuerte inversión para cambiar las redes que utilizan, por imperativo de la Unión Europea.

Les han prometido ayudas para poder hacer el cambio pero, aun así, no ven claro su futuro. Sin las redes nuevas, verán muy reducido el número de días que podrán salir a faenar. Con las redes nuevas, verán muy reducida la cantidad de pescado y marisco que conseguirán llevar a las lonjas. En muchos casos, las cuentas no salen. Vienen de años de recortes y el último Plan Plurianual del Mediterráneo, aprobado poco antes de la toma de posesión del nuevo comisario de Pesca por su antecesor, les ha dejado con el agua al cuello.

En las paredes de la lonja del Puerto de Almería, hay colgados varios retratos del lituano Virginijus Sinkevicius, hasta finales de noviembre comisario de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, con el lema “dimisión”. Durante los años que ha estado al frente del área, se ha pasado de los 220 días de pesca al año en 2019 a 130, de media, en 2024. En 2025, los barcos que no tengan las nuevas redes solo podrán salir 27 días. Esa cifra era la idea original de días hábiles para toda la pesca de arrastre en el Mediterráneo del equipo del entonces comisario, pero finalmente se negoció poder ampliar hasta los 130 del pasado año a los barcos que hayan actualizado las mallas.

Hay dos cambios de redes previstos. Uno es el de las de profundidad, que tienen que pasar de 45 milímetros a 50, y otro el de las de costera, que se amplían de 40 a 45 milímetros. Según los cálculos de los técnicos, así se reduciría en torno a un 5% la cantidad capturada, ayudando de esta forma a conservar los caladeros y hacerlos sostenibles. Pero los pescadores lo rebaten. Han hecho pruebas y, en el caso de la costera, la merma llega a ser de hasta el 40%. La raíz del problema, indican, es que los técnicos han hecho todos los cálculos solo en base a la pijota, que es una especie minoritaria para la flota almeriense y andaluza, y se han obviado otros casos, como el de la gamba blanca, que es lo que pesca casi toda la flota local.

Menos capturas

“Si voy a pescar menos días y, con el cambio de malla, pesco menos cantidad, ¿cómo lo hacemos?”, apunta Cristóbal mientras niega con la cabeza. Está convencido, además, de que no va a poder salir los cien días que, en su caso, tenía adjudicados por mucho que cambie de redes. Y si lleva menos gambas a la lonja, no tiene claro que pueda seguir con dos compañeros a bordo.

“Si dijeran que hay que cambiar la malla pero nos aumentan los días de trabajo del año pasado, aunque venderíamos menos cada día, se alargaría más el año y a largo plazo se podría generar lo mismo y la gente estaría cotizando”, lamenta Cristóbal, para quien la decisión de la UE “no hay por dónde cogerla”.

Otro problema que señala es que, con las nuevas redes, se van a perder especies que hasta ahora venían pescando, como la gamba arrocera o la quisquilla mediana, así como pesquerías accesorias como el chipirón o el chopito, que complementan la pesca de la gamba. La situación parece menos grave para la flota de profundidad, dedicada a la pesca de la gamba roja, porque en este caso solo se pierde la de menor tamaño, que es también la menos cotizada.

“Como mal menor, lo damos por bueno pero el cambio de malla es un cambio en el patrón de explotación de la embarcación que va a suponer menos capturas”, asegura José María Gallart, presidente de la Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras (FAAPE), que añade que “en Almería la pérdida va a ser de un 20% de capturas, lo que implica menos volumen de ingresos a final de año, menos salarios y dificultad de mantener los puestos de trabajo actuales”.

La flota de arrastre de la provincia es de algo más de 50 barcos, de los que en el Puerto de Almería hay 34, de entre 12 y 24 metros de eslora. Es la mayor flota de todos los puestos andaluces. Cada tarde descarga en los muelles kilos de gamba roja, gamba blanca, quisquilla, cigala, bacalaílla, brótola, salmonete, calamar, chopito o rape. La lonja de Almería facturó el año pasado 12 millones de euros y el arrastre supone alrededor de un 60% de esa facturación.

Como sucede en la agricultura con las explotaciones, la almeriense es una flota de tipo familiar, en la que no es raro ver a bordo de un mismo barco a padres e hijos o tíos y sobrinos. También tienen trabajadores inmigrantes, a los que dan la oportunidad de ganarse la vida en la mar después de proporcionarles la formación requerida. Además, la medida europea no afecta solo a los pescadores; también perjudica a las lonjas y a la industria auxiliar, que dependen de lo que se pesca para poder hacer su trabajo.

Pescado de terceros países

“La política pesquera de Bruselas es una gran mentira, una farsa”, afirma con contundencia María Ángeles Cayuela, presidenta de AndMuPes, la Asociación Andaluza de Mujeres del Sector Pesquero. “Hablan de soberanía alimentaria, de kilómetro cero, y nosotros cada vez pescamos menos pero cada vez hay más pescado”, señala. ¿La razón? Porque ha aumentado “alrededor de un 30% el pescado procedente de terceros países, no comunitarios, que no cumplen ninguna normativa, ni sanitaria ni laboral”, afirma.

Los pescadores aseguran que la flota de países como Marruecos y Argelia se ha triplicado en los últimos años y de ahí proviene todo el pescado que aquí se ha dejado de capturar debido a los recortes del último lustro. Es decir, que dejar a los barcos europeos en el puerto tampoco estaría sirviendo para recuperar los caladeros.

Asimismo, denuncian que también se da una práctica equivalente a la del reetiquetado en la agricultura. “Pasan los camiones cargados por el puerto sin control ninguno, con líquidos para conservarlo, y después lo mezclan con el nuestro”, afirma indignada Maruja, cuyos tres hijos continúan la tradición familiar que iniciaron sus padres hace décadas, primero en Las Negras y luego en Almería.

“Cuando te lo estás comiendo, lo notas en el sabor, no es pescado del día, porque viene de fuera”, añade. Y apunta una contradicción en la normativa: la de prohibir pescar ciertas especies pero permitir su comercialización. “Nos prohíben pescar un pescado que luego estás harto de verlo en la plaza”, asegura, “¿por qué no prohíben venderlo?”.

“Me hace gracia cuando dicen que estas medidas están destinadas a que el stock de las especies esté en un rendimiento óptimo”, cuenta Cayuela, que recuerda que en una reunión con las autoridades les preguntó “si alguna vez habían calculado el rendimiento mínimo de un barco, cuántos días tiene que faenar, al menos, para ser rentable… Pero eso da igual, no lo calculan, no ven los efectos sociales”.

Por todo esto, asegura que “si lo que quieren es que desaparezca la flota de arrastre local, que lo digan. Y que luego le expliquen a todo el mundo el tipo de pescado que van a comer, lo que hay detrás de ese pescado, cómo se ha pillado y qué derechos laborales tiene la gente que lo hace”.

La gamba roja, con dos límites

La gamba roja, además del inconveniente de tener que cambiar la malla a 50 milímetros, ha visto reducido el total de captura en el Mediterráneo en un 10%. “Eso va a traer problemas, porque en 2024 ya los hemos tenido para acabar el año”, vaticina Gallart. El presidente de FAAPE recuerda que “la mar no es una ciencia exacta, no es una fábrica de coches que sabes cuántos vas a fabricar al año, puede ser un año muy bueno, que haya mucho pescado, o muy malo, por distintos factores que interfieren en el medio marino, no solo la actividad pesquera, hay que tener en cuenta el cambio climático y la contaminación”.

En esta línea, explica que “el Mediterráneo ha subido tres grados de temperatura en los últimos años y cuando varías el hábitat del pescado, se nota, se mueve, aparece por temporadas”. Asimismo, señala que la gamba roja “es la única especie que tiene dos límites en todo el caladero europeo, por días y por kilos, una barbaridad”.

El presidente de FAAPE considera además que no se dan en la actualidad las circunstancias que justificarían las nuevas reducciones para la pesca de arrastre aprobadas por la UE. Al contrario, explica que en los últimos años “los científicos dicen que el stock se está recuperando”. En este sentido, dice que “lo ideal sería volver a las cifras de 2019 pero con las nuevas medidas va a ser un año muy malo y habrá embarcaciones que se queden a mitad del camino”.

Ahora, los pescadores se aferran a la esperanza de que el nuevo comisario de Pesca y Océanos, el chipriota Costas Kadis, sea más receptivo a las demandas del sector, como está mostrando en sus primeras reuniones. “Hay otro comisario, con un talante completamente diferente al del impresentable que había antes, un nuevo Parlamento europeo y un compromiso del Gobierno para empezar a trabajar con la Comisión y el Parlamento para modificar el reglamento, porque esto no tiene ningún sentido después de cinco años”, comenta Gallart.

Ese talante diferente de Kadis se ha mostrado ya con la predisposición de encontrar una solución más cercana a la realidad del sector. Lo contaba Carmen Crespo, eurodiputada y presidenta del Comité de Pesca del Parlamento Europeo, tras reunirse con él en Estrasburgo a finales de enero: “La Comisión europea y su equipo están abiertos a trabajar en la modificación del lesivo Plan Plurianual del Mediterráneo”, aseguraba.     

Pesca artesanal vs pesca industrial

La aprobación de nuevos recortes a la pesca de arrastre se explica, a juicio de los pescadores, por la presión que ejercen organizaciones no gubernamentales como Oceana, entidad con sede en Washington que tiene como objetivo preservar la biodiversidad de los mares, para lo que, entre otras acciones, lleva a cabo una importante labor de ‘lobby’ en los organismos donde se toman las decisiones, como es el caso de la UE.

Una de esas decisiones que, con el tiempo, ha resultado muy lesiva para los intereses del sector en Andalucía fue la modificación de la categoría de los barcos de pesca de arrastre de tipo artesanal, de pequeño tamaño, que pasaron a ser considerados “industriales”. Por ello, “están sometidos a la misma normativa que un barco del Gran Sol, de 40 o 50 metros de eslora”, explica María Ángeles Cayuela. Tras el cambio de categoría, “empezaron a aplicarnos una serie de restricciones y controles” que hasta entonces no tenían.

Así, Cayuela denuncia que “algunos no quieren que prosperemos, que la pesca artesanal sea salir disfrazado de payaso a pescar y lo que se pesque venga el guiri o el privilegiado de turno, lo compre y el pescador solo tenga lo suficiente para vivir. Y no, porque a lo mejor mi familia tiene la fea costumbre de querer irse de vacaciones o de estudiar en una universidad, así que queremos ir prosperando y teniendo más ingresos”.

Asimismo, recuerda que en el barrio de Pescadería-La Chanca, frente al Puerto de Almería, “hay casas que son mitad casa, mitad cueva y todos procedemos de ahí, y con mucho trabajo hemos ido prosperando, intentando ir para adelante, para que ahora vengan unos charlatanes contando historias”. Así, asegura que “Oceana no es una ONG, es una empresa con miles de trabajadores que tiene unos objetivos que cumplir y para ello siempre van a por los más débiles”. Y vaticina que “cuando terminen con nosotros, empezarán con el cerco y después, lo que ahora es sostenible ya no lo será”.

La presidenta de AndMuPes cuenta que, para atenuar los efectos de las campañas de desprestigio contra la pesca de arrastre, han tenido que hacer labor pedagógica mostrando que ni pescan en zonas de posidonia, sino en fondos arenosos, ni lo hacen en hábitats protegidos. Aun así, cree que es difícil que el mensaje cale en la opinión pública, tras años de recibir mensajes en contra de este arte de pesca.  

Por ello, ve un futuro con nubes de tormenta. Cuenta que en el Puerto de Almería siempre ha habido muchas mujeres trabajando y hoy hay alrededor de un 30% de armadoras. Para mejorar la formación, han organizado “cursos de diversificación del sector pesquero y en el último de patrón local de pesca había seis mujeres, pero esta norma es un nuevo revés, porque ahora mismo no podemos ofrecer a nadie, sea hombre o mujer, joven o mayor, estabilidad económica y temporal, porque la situación no es sostenible”.  

Ayudas para el sector de la pesca de arrastre

«No hay Mediterráneo sin pescadores», señalaba Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, tras reunirse con los consejeros de Pesca de las comunidades autónomas del Mediterráneo el pasado mes de enero. El ministro anunciaba tras el encuentro las medidas acordadas para defender al sector pesquero, que servirán, aseguró, para garantizar la rentabilidad de los armadores y pescadores afectados por el Plan Plurianual del Mediterráneo aprobado por la UE.

Así, Planas confirmó que el Gobierno financiará con fondos estatales el cambio de mallas que tendrá que realizar la flota de arrastre para poder mantener los mismos días de actividad que en 2024, tras el recorte del 79% aprobado por la Comisión Europea a finales del pasado año.  

El ministerio financiará íntegramente la compra de dos copos de malla nuevos por embarcación, cuatro en el caso de los buques que realizan la pesquería mixta. El Ministerio calcula que la medida beneficiará a 314 buques de costera y 246 de pesquería mixta. Las embarcaciones que ya tengan mallas con copos del tamaño requerido, 45 milímetros en costera y 50 en profundidad, podrán solicitar también la ayuda para comprar aparejos nuevos.

Planas aseguró además que la tramitación se hará de forma sencilla, rápida y eficaz y que las bases de la convocatoria se publicarán en el primer semestre del año. Los armadores que pidan la ayuda tendrán que entregar la factura y justificante de pago. El abono de la ayuda se haría en el segundo semestre.

Asimismo el ministro recordó que se mantienen las ayudas por las vedas temporales, financiadas con ayudas europeas al 70% y estatales al 30%, así como a las medidas ecosistémicas que mejoren la sostenibilidad de la actividad pesquera. Entre estas, Planas destacó la utilización de puertas voladoras, cuya instalación podría ser financiada al 100 % con el Fondo Europeo Marítimo de la Pesca y la Acuicultura (FEMPA).

La Junta de Andalucía también ha anunciado ayudas de 3,3 millones de euros, en este caso para compensar por la parada temporal que la flota de arrastre se ve obligada a hacer para cumplir con los requisitos de la Política Pesquera Común de la UE.

“Con estos días de inactividad, los andaluces contribuyen a lograr uno de los objetivos básicos de la Política Pesquera Común como es la recuperación de las especies que habitan en el mar y demuestran su compromiso con la sostenibilidad”, apuntaba el consejero de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural, Ramón Fernández-Pacheco, que reprochó que el esfuerzo que viene realizando la flota de arrastre andaluza no se hubiera tenido en cuenta a la hora de aprobar las nuevas restricciones a la pesca en el Mediterráneo.

(Reportaje publicado en el número de febrero de 2025 de la revista Foco Sur).

El pescador Cristóbal Hernández en su barco de pesca de arrastre, el Dolores II, en el puerto de Almería. Foto de Miguel Blanco / Foco Sur

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