Realidad y ficción: lo demás no cuenta


Miguel Blanco

Pablo Mazuecos: “El futuro está en llevar lo que está pasando en Clasijazz a la naturaleza”

Hace 25 años, un grupo de amigos, impulsados por Pablo Mazuecos, crearon una asociación musical que, cinco años después, abría su primera sala en Nueva Almería. En 2023, Clasijazz cumple 20 años, ahora en Oliveros, y su fundador recibe el Escudo de Oro de la ciudad. Aquí cuenta la historia, los momentos clave, los objetivos pendientes y las iniciativas que están impulsando en la actualidad, como la creación de una residencia artística en Terque que lleve el modelo Clasijazz al ámbito rural.

La asociación cumple 25 años y la sala Clasijazz, 20, y la celebración ha sido un éxito, en la calle, en el Parque de las Almadrabillas.

Sí, ha venido gente de toda España para ver cómo hacemos esto, para sentirse inspirados por el modelo que creamos de microestructura cultural, que reúne diferentes disciplinas con el jazz como concepto, en el sentido de sitio en el que siempre pasaban cosas en la historia de la música. Ha sido una celebración por todo lo alto, con la Tremendita, la Andalucía Big Band, toda la Federación de Jazz de Andalucía, a la cual pertenecemos y de la que este año soy el presidente, y teníamos mucha ilusión de que viniera al menos una representación de todas las asociaciones. Han venido miles de personas, cientos de autobuses de diferentes partes, de Huelva, de Jaén, de Málaga… Y muy contentos también por los socios, que se han sentido también reforzados en todo el apoyo que siempre nos dan.

Hace 20 años que abristeis la primera sala. ¿Cómo fueron esos inicios?

El inicio fue porque cogí el teléfono un día y pregunté que por qué no teníamos una sede para escuchar música y ensayar. Estaban los pubs donde podíamos escuchar buena música, pero que pusieran jazz era difícil. Primero llamé a mi amigo Antonio, que fue a ver el local y me dijo que estaba loco. Costaba 600 euros la fianza y pusimos una cuota entre todos y así empezamos. Al final, en estos 20 años, no solo se ha creado una sala donde han venido los más grandes músicos internacionales, sino un fenómeno social alrededor del arte, de forma continúa, donde la gente viene dos, tres y cuatro veces a la semana para vivir la cultura de forma intensa y cercana.

Hablando de esos grandes nombres, ¿cuáles serían los cinco de los que más orgulloso te sientes de haber traído a Almería?

El fundamental, porque era un reto que era imposible cumplir, fue Brad Mehldau, uno de los más grandes músicos y de los más difíciles de poder traer. Pero el primero que rompió la brecha, en el antiguo Clasijazz, que no sabía dónde venía, fue Joe Lovano, uno de los grandes saxofonistas del mundo. Era un señor muy grande y llegaba a un escenario muy chico. Fue un concierto memorable. Y el de Gary Bartz, que nos dio aquí durante tres horas, con ochenta y tantos años, y ahora viene de nuevo, en junio, con su grupo, desde Nueva York a dos o tres sitios solamente en Europa. Esos tres conciertos fueron increíbles, pero también el de Cecile McLorin Salvant, la mejor cantante del mundo. Y están los hitos de la programación de jazz, pero también los de otros ámbitos, como cuando vino Sokolov, el mejor pianista de clásico del mundo, y nos firmó el piano que tenemos aquí, que cuando viene la gente no se lo cree. Fue otra proeza.

En este tiempo, ¿cómo ha cambiado Clasijazz y qué se mantiene?

Lo que no ha evolucionado, y me alegro por ello, es en el espíritu de innovación continua, de ir por delante de tus posibilidades, de dejar que los demás vean cosas y arriesgarte. Mantenemos el espíritu de riesgo y de comunidad, que nadie es más que nadie. Hay socios que llevan poco tiempo, proponen cosas y se ayuda a hacerlas. Hay una jerarquía de quién echa más o menos horas de forma voluntaria pero sigue habiendo una comunidad en la que la gente propone cosas y se intenta hacer todo. ¿Y en qué ha cambiado? En las instalaciones, en vez de tener una sala que programaba una vez cada quince días, como podíamos, ahora hay cuatro conciertos al día. Está la Sala Industrial, la Sala Principal, la Sala Swing y el Port of Spain. Tienes cuatro salas constantemente en desarrollo, además de la escuela de música y la zona de hostelería.

Y a lo largo de los años, se ha hecho con un nombre fuera no ya de Almería, sino de España…

Sí, la verdad es que sí, pero sobre todo porque a un escenario como este, humilde, a lo mejor un día viene el mejor pianista del mundo, Kenny Barron, que solamente vino aquí, con 80 años, a Almería, o María Schneider, la mejor compositora del mundo viva, que quiere repetir, que son personalidades a las que solo puedes ver en grandísimos auditorios, no van a sitios pequeños, y al día siguiente, un niño de la escuela toca su recital de piano de final de curso. Esa es la magia, que en un  mismo escenario se junta tanta variedad de estilos y niveles. Y con ello se motivan muchísimo los jóvenes músicos.

¿Quiénes son las ‘asignaturas pendientes’ que aun no has logrado que vengan?

Con los más mayores es con los que tenemos el ansia de que vengan. Y ahora viene de nuevo, con 94 años, Sheila Jordan. Y a punto estamos de cerrar con Omara Portuondo, que sería un pelotazo, que queremos acompañarla con la Big Band Clasijazz. Son la gente que ha vivido la época más intensa del jazz, las grandes leyendas, y siempre lo vamos a intentar. Aunque a alguno, como Sonny Rollins, le ha dicho el médico que ya no puede hacer conciertos.

Uno de los hitos, surgido desde el seno del propio Clasijazz, fue la creación de la Big Band Profesional, con los mejores músicos de jazz del país. ¿En qué situación está este proyecto?

Se hizo con vistas a largo plazo, y pilló en medio la pandemia, con seis meses haciendo proyectos todas las semanas, 20 discos grabamos. También llevaba agricultura sostenible, algunos de los músicos trabajaban en huertos, algunos iban a pescar. Fue una visión a largo plazo para que pudiera mantenerse en el tiempo. Y estamos muy felices porque un socio de Clasijazz nos ha cedido un molino en Terque, y estamos terminando la construcción de una residencia artística que pretende tener su huerto, zona de actuaciones al aire libre y traspasar a la naturaleza todo lo que se hace en Clasijazz. Lo vamos a llamar Clasijazz Rural. Es la continuación de la Big Band Profesional, se hospedarán allí y podrán vivir la experiencia en la naturaleza, conectada con Clasijazz.

Otra de las ramas paralelas a los conciertos es la formación, por la que Clasijazz apuesta muy fuerte, con cursos de todo tipo. ¿Se puede decir que Almería tiene una buena cantera de músicos?

Sí, muchos de los que han estado aquí ahora están en Amsterdam, en Rotterdam, en Barcelona, en diferentes universidades. Ha pasado por aquí una generación que ya no estaba solo acostumbrada a venir a conciertos y a tocar con su grupo, sino que ha accedido a becas y a sitios donde antes no entraba nadie de Almería, incluso de Andalucía era difícil. Y ahora tenemos jóvenes almerienses en todo el panorama internacional. Y por los pueblos está pasando lo mismo. En la escuela Clasijazz ya se juntan más de 200 alumnos, más cien del baile de swing, con Al Swing y Al Cabo. Hay teatro, danza, de todo.

Aparte de esta cantera, ¿cuál es el panorama musical en la provincia, hay suficientes salas y festivales para tocar?

Poco a poco, cada vez hay más. Gracias a la Diputación de Almería, que lleva ya 15 años apostando por el We Love Jazz. La unión de Clasijazz con la Diputación hace que podamos ir a los pueblos todos los años. Y este año, organizamos nosotros el festival íntegramente, con ellos, y vamos a poder llegar a más niños, a más salas y a más sitios, generando además en Terque una programación continua de conciertos. En Vera también se están creando diferentes seminarios. Se está expandiendo. Están apareciendo nuevas big bands. Es una ola en dirección ascendente. Es un proyecto muy valorado, porque el jazz suele estar en las capitales, pero en Almería está por la provincia con un festival que va a ser enorme, el We Love Jazz, desde septiembre hasta diciembre.

Y hay big bands que se han creado en los pueblos, como la Big Bandarax, ¿no?

Ese es el ejemplo perfecto del mejor nivel nacional de jóvenes músicos tocando jazz. En la celebración del aniversario se quedaron flipados con ellos los que vinieron de fuera.

¿En esta época de reguetón, el jazz sigue teniendo su público?

Sí, y es curioso que, en algunos conciertos, hay más gente aquí que en otras grandes capitales. La creación de demanda se ha conseguido, con continuidad y tradición. Si una persona se baja a ver conciertos habitualmente, se crea un hábito, que es lo más difícil y lo más bonito, porque una vez que arrancan con ese hábito, la gente se habitúa a ir a diferentes manifestaciones culturales, que puede ser un día poesía con música, un concierto de jazz o una actuación de danza. Todo ese público va, poco a poco, generando ese círculo que va ocupando cada vez más cosas, va atrayéndole el teatro y muchas más cosas.

¿Qué tiene el jazz que no tienen otros estilos?

Lo primero, y más en estos tiempos, con Instagram y todas las redes que van del minuto y el momento, es que es la única música que se hace en el momento, con la improvisación, que es el elemento más importante que lo diferencia de otros estilos. Y que no es solo un estilo, también es un lenguaje que une estilos, músicas folclóricas, músicas balcánicas, flamenco y muchos estilos diferentes. Un lenguaje que permite introducir muchos estilos musicales, desde el rock a la vanguardia. Y como punto número tres, como estructura, un club de jazz es un modelo, porque siempre hay música en los clubes de jazz. El músico de jazz tocaba todos los días en ese sitio. De las pocas experiencias continuas que ha habido en España, están el Whisky Jazz, donde tocó Tete Montoliú muchos meses seguidos, o el Café Central en Madrid, o el mismo Georgia cuando eran cuatro días seguidos. Era muy bonito poder ver al mismo grupo con diferente público y diferentes reacciones. Y sobre todo, de forma continua. Eso lo estamos extrapolando a otras artes y ciencias. Nosotros tenemos el ciclo Cienciajazz con la universidad, charlas educativas, las tapas educativas y juntamos la música con muchas disciplinas. Eso ha hecho que también sirva esa estructura de club de jazz como el símbolo de que es algo continuo.

Por esta labor de promoción del jazz, la música y la cultura, Clasijazz se ha llevado varios reconocimientos. El último ha sido el Escudo de Oro de la ciudad que te han concedido. ¿Qué supone que se reconozca así este trabajo?

Fue una sorpresa, no lo sabía, porque vivo un poco al día con mis sueños y los socios de Clasijazz, intentando cumplir los sueños de todos. Fue una alegría muy grande, que extiendo a los que están todo el día ayudando y creando Clasijazz, todo el equipo de personal, de socios, que anima, que viene todas las semanas. Entre la parte de hostelería, la de conciertos y la escuela, son muchos los que pasan todos los días. Yo agradezco a la alcaldesa que tuviera ese gesto tan bonito, que nos anima y anima a los socios, porque vamos por el buen camino, por crear ilusión y que se conozca Almería más allá de otras disciplinas por las que a lo mejor es más conocida, como el cine. Es una iniciativa privada haciendo una función pública, para que todo el mundo pueda tener su sitio. Hacen falta muchas estructuras como Clasijazz, con su propia identidad.

¿Cuáles son los próximos proyectos y objetivos de Clasijazz?

Seguir potenciando la educación de los niños desde muy temprana edad, con la Música en Pañales, y que no solo aprendan música, sino que vean actuaciones, que los músicos se quedan sorprendidos de que haya niños en el público en un concierto. Queremos reducir la edad a la que se va a ver música en directo. Después nos interesan muchísimo las residencias artísticas en la naturaleza que comentaba antes, lo que estamos creando en Terque. Que el público no vaya siempre en coche a las capitales, sino que nosotros vayamos a esos rincones naturales y ayudemos a ese pueblo a tener una programación como la que tiene Clasijazz. Además, que sirva de hospedaje a artistas de diferentes disciplinas, para trabajar y crear obras nuevas, y que la conexión con la gente del pueblo enriquezca aun más al pueblo, que sea una comunidad sostenible basada en el aprendizaje de nuevas capacidades. Ese es el futuro que vemos, llevar lo que está pasando en Clasijazz a la naturaleza. Y también que la interdisciplinariedad vaya en aumento, porque creemos que todo está relacionado, la física, el arte, todo, y lo queremos poner en práctica. Eso es lo más innovador que podemos conseguir. Y por último, la inspiración en otros sitios, que ya la hay, pero me gustaría dedicarle más tiempo, poder ir a dar charlas con los socios de Clasijazz, ayudando a crear sostenibilidad en esta forma de fundación o asociación pero con continuidad, que es duro y difícil, pero estamos para ayudar.

(Entrevista publicada en el número de junio de 2023 de la revista Foco Sur).

Pablo Mazuecos, fundador de la sala Clasijazz. Foto de Sonia Rodríguez / Foco Sur

Una respuesta a “Pablo Mazuecos: “El futuro está en llevar lo que está pasando en Clasijazz a la naturaleza””

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