Ricardo Arqueros, actor, director de teatro y gestor cultural. Foto de Miguel Blanco / Foco Sur

Ricardo Arqueros, actor: “El teatro profesional almeriense está luchando por respirar”

Actor, director escénico, gestor cultural, profesor de interpretación… La trayectoria de Ricardo Arqueros en el mundo de las artes escénicas pasa por todas las facetas de la cultura, con el objetivo de impulsar el teatro almeriense en la ciudad.

¿Cómo descubriste que querías ser actor?

Yo había hecho teatro siempre pero no me lo había planteado. Pero cuando empecé a estudiar Filología Inglesa en la Universidad de Almería, una amiga me dijo que estaba el Aula de Teatro. Hice un curso, conocí gente y me enganché en un grupo de café teatro. Como escribía textos, hicimos uno en el primer circuito municipal de café teatro. En aquella época, hacia el año 2000 o 2001, el Aula de Teatro la dirigía David del Pino, el encargado ahora del Cineclub, y luego estuvo Antonio Fernández. Con el Aula de Teatro, vino un director de Murcia, Javier Mateo, a dirigir un espectáculo para las Jornadas del Siglo de Oro, y al final la representamos cinco días. Así fue cuando me dije que quería vivir de eso.

Y te fuiste a estudiar a Murcia…

Sí, muchos compañeros quisimos más pero aquí no había dónde hacer una formación, así que nos fuimos a Murcia. Allí, había gente que iba a estudiar como quien hacía una carrera, y parte del alumnado, entre ellos yo, que veníamos de estar actuando todas las semanas durante cuatro meses en diferentes sitios, con el auge del café teatro. Había un bagaje diferente. Desde el primer año, me fui metiendo en todos los proyectos de dirección, por si necesitaban actores. Y tuve mucha suerte porque en todos tuve actores como profesores, o profesores que eran directores, o actores que dirigían y daban clase… Así descubrí que, para estar en esta profesión, tienes que saber de todo.

¿Cómo das el salto a la dirección?

Cuando acabo la carrera de interpretación, y llega el gran vacío del “y ahora, ¿qué?”, me avisa Javier Mateo de una convocatoria que hay en Alicante. Yo no había estudiado dirección, pero me había hecho un “máster práctico”, así que me presenté, me cogieron y dirigí mi primer espectáculo de teatro clásico en la Universidad de Alicante. Allí estuve trabajando cuatro años, haciendo adaptaciones de teatro clásico, dirigiendo espectáculos y como actor. Y decidí estudiar también dirección escénica.

Lo siguiente fue la gestión cultural…

Hacia 2014 o 2015, mi amigo Javier Galindo y yo presentamos un proyecto para abrir la sala que tenía la Caja de Ahorros del Mediterráneo en Murcia, y nos dieron todas las facilidades del mundo. Así creamos Espacio Patente, un lugar para lanzar compañías de teatro, traer compañías de fuera y apoyar las producciones murcianas. Allí hicimos cosas maravillosas y aprendimos muchísimo.  

Y de ahí, de regreso a Almería para dirigir las Jornadas  de Teatro del Siglo de Oro…

A Almería vuelvo con ese bagaje de actor y director con muchísima experiencia en gestión cultural. Era mi sueño hecho realidad, pero el artista se encontró con la realidad de la administración, en la que lo artístico y lo cultural tienen que dejar el paso al número, a la política y a cosas que no puedes entender. Fue una experiencia agridulce, porque quería hacer muchas cosas pero no podía. En las Jornadas hay además muchas administraciones implicadas y a veces tenía que preocuparme más de ver dónde se ponía un logo que de recibir a la compañía que venía a actuar. Fue una experiencia maravillosa, porque aprendí muchísimo y trabajé con gente de muchísima valía, pero fue muy duro ver cómo siempre el arte y la cultura tienen que echar un paso atrás cuando llegan la administración y la política.

¿Cómo ves las Jornadas en la actualidad?

El festival de Almería es el segundo más antiguo de España de teatro del Siglo de Oro y cuando yo llegué, estaba en peligro por motivos políticos. Venían de tener como director a Carlos Góngora, un grande del teatro almeriense que había hecho un trabajo maravilloso. Y ahora las lleva Diego Ruiz, que también está haciendo una labor magnífica.

El último paso ha sido ser profesor…

Sí, aunque ya había empezado en Murcia. Es que pienso que los profesores deben ser personas tan apasionadas por lo que saben que necesitan enseñárselo a otra gente. Cuando me llamaron del Teatro Cervantes para crear la escuela, lo primero que pensé es que era una locura, sobre todo por el tiempo, porque tuve que hacerla en mes y medio. Pero aproveché todas mis líneas de formación y traje gente, magníficos actores, directores y técnicos, y salió adelante el proyecto. Luego me nació la necesidad de formar un espacio propio, Inartesca, que funcionará o no, pero en el que hacemos las cosas como considero que hay que hacerlas. Aquí le damos más peso a lo práctico que a lo teórico, pero lo teórico va incluido, y seguimos el método natural-evolutivo.

¿Cuál es el estado de las artes escénicas en Almería?

El problema de Almería es que no se apuesta por la formación, y cuando no tienes la formación, no tienes la actividad. Aquí hay compañías y empresas, pero falta industria y que nos programen más en los teatros; nos faltan festivales y circuitos de teatro profesional. Apenas se programa teatro en espacios públicos y hay otros espacios que asumen esa responsabilidad, como Clasijazz o la tetería de la calle de las Tiendas. Así que si los de aquí, cuando hacemos proyectos, los tenemos que llevar a otra ciudad porque aquí es difícil que te programen, al final los artistas nos vamos de Almería y solo volvemos por anomalías, como en mi caso. Necesitamos una feria de artes escénicas para mostrar todas las compañías que hay aquí y un circuito profesional, que no existen. El teatro profesional almeriense está luchando por respirar, está asfixiado, solo se mantiene porque somos muy tercos y Almería se lo merece.

(Entrevista publicada en el número de marzo de 2024 de la revista Foco Sur).

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