La intervención arqueológica en el yacimiento de Huércal la Vieja confirma que se trata de un granero fortificado, el segundo que se excava en la Península y en el que mejor se distinguen las distintas estancias.
Era lo que creían los arqueólogos desde el primer momento y este año se ha confirmado de forma definitiva. Las ruinas del ‘castillo’ conocido como Huércal la Vieja pertenecen en realidad a un granero fortificado. El yacimiento arqueológico se revela así como elemento de patrimonio de gran relevancia para Huércal-Overa y la provincia de Almería, ya que los restos de este tipo de construcciones son escasos en Europa. En España, solo hay otro que se haya excavado, en la provincia de Murcia. Y hay uno más donde también se intervino en Italia. Pero ninguno de ellos alcanza la magnitud de Huércal la Vieja.
Las excavaciones dirigidas por el Laboratorio de Arqueología Biocultural de la Universidad de Granada (MEMOLab) han sacado a la luz la estructura de habitaciones y pasillos en los que se ven de forma clara las distintas estancias que contenía el granero fortificado. Esta construcción recibe este nombre porque, para evitar en lo posible saqueos y robos, el exterior simulaba ser un castillo, con murallas y torres, pero en su interior escondía distintas habitaciones o celdas en las que las familias guardaban sus posesiones más preciadas: excedentes alimentarios, semillas, vajillas o piezas de ajuar.
Son construcciones comunes en el norte de África, pero que apenas se han recuperado en España y Europa, por lo que el valor del excavado en Huércal-Overa es evidente. Ahora, finalizada la fase de excavación, que se ha prolongado a lo largo de dos temporadas, en 2024 y 2025, queda pendiente llevar a cabo los trabajos de consolidación, restauración y puesta en valor del yacimiento, que se convertiría así en un valioso recurso cultural, patrimonial y turístico.
Estancias y calles
En la campaña de este año, se ha ampliado la zona de excavación hasta desenterrar el doble de superficie que había quedado a la vista el año pasado. “El objetivo era confirmar la interpretación de que es un granero fortificado, que lo hemos podido confirmar porque se repite el mismo tipo de estructura de forma sucesiva, de tal forma que vas viendo una batería de celdas o estancias individuales”, confirma José María Martín Civantos, director del MEMOLab y de la intervención arqueológica en Huércal la Vieja.
En esta segunda fase de la excavación, añade, “queríamos intentar averiguar algo más sobre la estructura interna, de la viabilidad, cómo se accedía y cómo se circulaba por dentro del granero y hemos podido confirmar que había una calle central longitudinal que era más ancha y desde ahí se van distribuyendo perpendicularmente callejones sin salida que van directamente a la muralla, que son las que van distribuyendo el espacio para entrar a esas estancias”.
Incluso han podido confirmar, “como en parte se veía en superficie, que aunque por fuera da la apariencia de ser un castillo, no lo es”, cuenta el arqueólogo. “Ya habíamos visto que las murallas no son tal, sino que son estrechas, que alcanzan como máximo 280 centímetros de espesor, y les falta al menos medio metro para considerarse muralla”, asegura. La construcción “tiene sus torres para darle la apariencia de castillo y hemos estado en una de ellas que es otra estancia, otra habitación de almacén, así que aprovecharon la simulación de las torres para poder hacer alguna estancia más”, confirma.
Ahora continuarán el trabajo fuera del yacimiento, analizando el material que han recuperado en esta segunda fase de la excavación, para confirmar las fechas de utilización del granero fortificado. “Hemos recuperado más cerámica que el año pasado, pero en principio la cronología se mantiene respecto a lo que vimos el año pasado también, es del siglo XII, época almohade, hasta mitad del siglo XIV”.
Los trabajos del MEMOLab han confirmado que el abandono del granero fortificiado tuvo lugar de forma intencionada, no por causa de alguna catástrofe natural o por un ataque. “Hay un proceso de abandono en el que, además, se van llevando buena parte de las cosas que les son útiles”, explica Martín Civantos, que cuenta que en la excavación “aparecen las celdas limpias”. En este proceso de abandono, añade, “se llevan todo lo que pueden, incluso parte de la carpintería, como los rollizos de las cubiertas de los terraos, que en el contexto del Levante almeriense eran útiles”.
Lo que los investigadores han podido recuperar “es básicamente lo que no pudieron llevarse, cerámicas, por ejemplo varias tinajas y jarras, y también alguna pieza de vajilla de mesa o restos de otro albahaquero, que el año pasado habíamos recuperado uno muy bonito”, enumera el arqueólogo.
Más de cien celdas
Las piezas recuperadas por el MEMOLab demuestran la funcionalidad de las estancias del granero fortificado. “Cómo ya vimos el año pasado, sirven para guardar reservas alimentarias y simiente para cultivar al año siguiente”, explica Martín Civantos. En este sentido, añade, “son como cajas fuertes para cada familia”. Cada una de estas familias “tiene su estancia, con su llave, y guarda sus reservas y simientes pero también otras cosas que son preciadas por ellos, como vajillas o partes de vajillas que no se usan de forma cotidiana, sino que es algo más excepcional, el ajuar o parte de la dote para la hija, joyas o elementos valiosos, documentos de propiedad, cualquier cosa que para la familia fuese algo valioso”.
Desde un punto de vista actual, se podría pensar que son “trasteros pero, en realidad, nosotros ahí guardamos lo que ya no usamos así que serían más como cajas fuertes, donde guardan cosas que sí son preciadas”. Y en aquella época, lo más valioso eran las reservas de alimentos y las semillas que permitirían cultivar al año siguiente. “Por eso se habla de granero fortificado”, confirma el director de la excavación.
A lo largo de las dos campañas de excavación, el equipo del MEMOLab ha descubierto unas 55 estancias. Este año, además, han encontrado dos escaleras de obra. Este descubrimiento confirma que “había una segunda planta, de manera que, en realidad, las celdas habría que multiplicarlas por dos”, apunta Martín Civantos, que explica que en los graneros fortificados estudiados en el norte de África puede llegar a haber hasta cuatro plantas.
El granero fortificado se ubica en un cerro, a unas dos horas y media caminando desde Huércal-Overa. “Nosotros pensamos, teniendo en cuenta el número de celdas que hay y, por tanto, el número de familias, que el granero es una construcción entre varios pueblos, entre varias alquerías con sus respectivas pedanías”, explica el director de la excavación. Una de estas alquerías sería Overa y otra, Huércal, que están prácticamente a la misma distancia del granero. Y en ambas existen dos torres posteriores que explicarían el abandono del granero fortificado.
Así, en Huércal y en Overa se construyeron, hacia el siglo XIV, dos pequeños castillos, “por lo que pensamos que el abandono del granero está en relación con la construcción de esas torres, que son ya una construcción estatal, de los reyes nazaríes”, cuenta el arqueólogo.
“El granero es comunal, que es algo que ahora nos cuesta entender porque se ha ido perdiendo esa gestión comunal de montes, de pastos, pero lo tenemos por ejemplo con el agua, porque las comunidades de regantes son comunales”, explica el director del MEMOLab. Así, los vecinos se organizaban para gestionar de forma comunal una parte del territorio, el agua e incluso el pago de impuestos, “porque la unidad fiscal no era el individuo, sino la comunidad, la aljama”.
La misma construcción apunta a una ausencia del Estado almohade, primero, y nazarí, después, en la gestión del granero, por la falta de elementos de ornamentación característicos. “Está hecho exactamente igual que las casas, con sus muros de mampostería de yeso o de tierra y sin ningún elemento particularmente complejo o caro que destaque y que haga pensar que el Estado de alguna manera intervino, al contrario que lo que se ve en las dos torres de Huércal y Overa”, apunta.
Conservación y puesta en valor
El principal interés de este yacimiento “es que se pueden ver y entender muy bien las estructuras y es muy fácil que la gente las pueda interpretar bien con la información que ya tenemos, y eso lo hace muy atractivo”, señala el arqueólogo. Así, gracias a lo que se ha ido descubriendo en la excavación, “podemos contar cómo es la gestión del excedente productivo, cómo es la relación con el Estado y cómo es la organización y el trabajo que tienen esas comunidades campesinas, los vecinos de Huércal y Overa”. Asimismo, “se pueden contar cosas sobre la vida cotidiana y las estrategias de esas comunidades campesinas, mientras uno va paseando entre esas estancias, que están muy bien conservadas, por los callejones”.
Otro motivo de la importancia de este yacimiento es que es el segundo granero fortificado que se excava en la Península, tras otro en la provincia de Murcia. La ventaja es que “el de Huércal-Overa está mucho mejor estructurado, se ve mucho más clara la distribución de las celdas, y eso es una ventaja de cara a su puesta en valor para las visitas, para que se entienda cómo funcionaba aquello y qué era, así es muy sencillo y además resulta llamativo y espectacular”, asegura Martín Civantos.
De momento, el Ayuntamiento de Huércal-Overa ha aprobado una partida presupuestaria para la consolidación de los restos excavados en la primera fase y evitar que se deterioren. Un siguiente paso sería restaurar los restos y acondicionar el yacimiento para que pueda recibir visitas, así como dotarlo de contenido explicativo.
“Con lo que está excavado, sería suficiente para entender cómo es el yacimiento y qué función tiene y cuál es su evolución”, asegura Martín Civantos, que considera que, una vez confirmado que se trata de un granero fortificado, continuar excavando no sería necesario. En este sentido, señala que nuevos restos no aportarían “mucha más información y además generan un problema para la conservación, porque primero hay que restaurarlo pero luego hay que mantenerlo en el tiempo”. Y añade que “hay que llegar a un equilibrio en el que la gente pueda entender y disfrutar del yacimiento pero no complicar ni encarecer tanto la restauración como luego la conservación del yacimiento”.
De momento, ya se están organizando visitas a este yacimiento único, con el que se conoce mejor la historia de los habitantes de las Huércal y Overa medievales y cómo era su día a día, allá por los siglos XII, XIII y XIV, en las épocas almohade y nazarí. El objetivo, ahora, es conservar y adecuar el granero fortificado para convertirlo en un recurso turístico que atraiga a profesionales y aficionados a la historia y la arqueología.
Domingo Fernández, alcalde de Huércal-Overa: “Estamos haciendo visitas guiadas ya, para que se vaya conociendo cómo era Huércal la Vieja”
¿Qué supone para Huércal-Overa la confirmación del valor que tiene el yacimiento de Huércal la Vieja?
Para Huércal-Overa es un hallazgo porque Huércal la Vieja era conocido pero no sabíamos de la importancia que tiene ese granero fortificado que los ciudadanos que vivían en aquella época utilizaban para guardar sus bienes más preciados. Es el segundo granero fortificado que se encuentra en la Península, y con esas dimensiones y cómo está construido, que puede tener dos plantas, como han visto los arqueólogos del MEMOLab y los voluntarios que han estado en la campaña de excavación de estos dos años. Así que el yacimiento de Huércal la Vieja supone conocer mucho más la historia del municipio.
¿Hay planes para conservar y poder visitar el yacimiento?
Tenemos un proyecto de consolidación de la campaña del año pasado que se va a poner en marcha ya, aunque es verdad que se podría consolidar ya todo al mismo tiempo. El acceso lo vamos a mejorar, y los suelos, para que se pueda visitar uno de los pocos graneros fortificados del siglo XIII, como los que podemos encontrar en Marruecos o Túnez. Es importante ponerlo en valor y llevar a cabo estos trabajos de consolidación.
¿Apostar por recuperar el patrimonio es una buena manera de fomentar el turismo en los municipios de la provincia?
Es lo que estamos haciendo en el Levante, en Mojácar, Antas, Vera o Huércal-Overa, estamos trabajando para impulsar el turismo, con diferentes actuaciones que se están haciendo en los municipios. Toda la información que se está sacando, como en el yacimiento de Huércal-Overa, llama la atención de los visitantes, que pueden ver cómo son esos muros, cómo vivían. Así que esperamos que si conseguimos sacar esos productos, se atraiga a la gente, porque tienen interés. Nosotros, desde el Área de Turismo, estamos haciendo visitas guiadas ya, para que se vaya conociendo cómo era Huércal la Vieja, cómo cada celda que vemos allí pertenecía a una familia de Huércal y de Overa que guardaba allí sus pertenencias, como cereales, para que cuando llegaran los piratas o hubiera incursiones en la frontera, no pudieran robar lo que tenían, porque había ese granero fortificado de difícil acceso, que es único.
(Reportaje publicado en el número de septiembre de 2025 de la revista Foco Sur).


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