A pesar de la sequía y el aumento de precios de piensos, jóvenes de la provincia apuestan por la ganadería como forma de vida, ayudando así al desarrollo económico de los pueblos del interior.
Levantarse de madrugada, salir al campo con el rebaño o darle de comer en la granja, ordeñar, limpiar, contar cabezas, asistir a partos para minimizar el número de muertes de crías… Eso, a diario, sin vacaciones ni festivos. El día a día de los ganaderos se aleja del estereotipo de vida cómoda que tantos buscan, pero es el trabajo, el modo de vida, que muchos han elegido para salir adelante porque es lo que de verdad les gusta.
El sector, asediado por la sequía interminable, que deja sin pastos los montes donde ovejas, corderos, cabras y otros animales se alimentan, y por la subida de costes, que ha encarecido los precios de los piensos, vive momentos de incertidumbre, pero eso no evita que siga habiendo jóvenes que apuesten por hacer realidad su sueño de vivir en el campo, en sus pueblos, al frente de rebaños para producir carne, leche o productos derivados como quesos o yogures, de muy alta calidad. Una labor que, además, ayuda a revitalizar los municipios del interior de la provincia de Almería y, en el proceso, a combatir la despoblación de zonas rurales.
Los Quesos de Raquel
Raquel López hace ya ocho años que apostó por la ganadería en extensivo de caprino y ovino en Tahal. Antes había fundado una bodega de vino ecológico, con una plantación nueva de 5 hectáreas de viñedos, Fortaleza de Tahal.
“Con la ganadería empecé porque me gustaba y aposté por ello con la idea de montar una quesería”, explica. Tiene 200 cabras y ovejas para producir leche con la que elabora sus quesos, con la marca Quesos de Raquel. “Vamos fabricando según la producción de leche que tenemos, no introducimos leche de fuera”.
Esta joven ganadera confirma que el sector está pasando por un momento difícil debido a la sequía y los precios de los piensos. “La ganadería está complicada, porque cada año llueve menos y no hay pasto, porque nosotros sacamos a los animales a pastar diariamente”, cuenta, y añade que “es difícil alimentar a los animales a base de comida, porque hoy en día los costes son cada vez más elevados”. Aun así, asegura que “el que hace un trabajo que le gusta sigue andando, tiene sus más y sus menos pero se va llevando, se compensa con otras cosas”.
En la quesería producen queso fresco, semicurado, curado, queso azul, queso con trufa o rulo. Dentro de los semicurados, elaboran variedades con pimentón, pistacho, almendra o con vino. Todo estos, a partir de leche de cabra. Con la de oveja, hacen unos pocos semicurados y, sobre todo, curados. Asimismo, en ocasiones hacen yogures.
Los quesos y los vinos los venden en su quesería, donde hacen catas los fines de semana. Los que se animan a asistir a estas catas, donde se maridan tres tipos de vino con otros tantos quesos, suelen comprarlos. “Mi idea es vender tipo artesano, de forma local, no meterme a gran escala”, explica la ganadera. Otra vía de darse a conocer y vender los quesos y vinos es asistiendo a ferias y eventos, pero cerca de un 70% lo vende en la propia quesería.
Raquel ha sacado adelante su sueño de convertirse en productora de quesos sin apenas ayudas. La única que recibió fue la de jóvenes agricultores al inicio de la empresa. “Con esa fue suficiente, no he necesitado otra”, confirma. Para otro tipo de ayudas, cuenta que no siempre cumple con los requisitos que se solicitan para optar a ellas. Por ejemplo, nunca lleva leche a cooperativas ni vende cabritos a mataderos, que es algo necesario para poder recibir algunas de las ayudas que se convocan.
Cría de cerdo blanco
Mari Carmen García Ramírez lleva años dedicada a la ganadería en Topares, en la comarca de Los Vélez. Primero, realizando un trabajo tantas veces invisible y poco reconocido, el de las mujeres que ‘ayudan’ en la explotación de cordero segureño del marido. “Yo era la típica mujer rural que el negocio va a nombre del marido y tú trabajas diariamente las mismas horas que él pero no figuras en ninguna parte”, cuenta.
Con la idea de diversificar los ingresos familiares, hace ya diez años apostó por dedicarse a la cría de cerdo de cepa blanca en intensivo, en esta ocasión con ella como titular, con 2.000 plazas de porcino. Para esta explotación, trabaja con una integradora, “lo más fácil y garantizado”.
Las integradoras son empresas que comercializan el cerdo, proporcionan el animal, el pienso y los veterinarios y la ganadera pone “la instalación, el agua, la luz y el trabajo” para que los cerdos, que llegan con unos 13 kilos desde las lechoneras a los cebos, crezcan en las mejores condiciones antes de ir al matadero. “Te pagan por animales, por plaza al año o por kilos”, cuenta la ganadera.
Ella cría a los cerdos en el cebo a lo largo de unos cuatro a seis meses, dependiendo de la variedad y de para qué se vaya a destinar el animal. “Un cerdo que es más graso, más ancho, es más para jamón, y el menos graso, para carne, lomo o panceta”, explica Mari Carmen, que añade que también “depende del matadero al que vayan o si son machos o hembras”.
La carne y embutidos que comercializa la integradora con la que trabaja se venden luego en supermercados como Mercadona. “La empresa tiene el sello de calidad de bienestar y nos miran con lupa”, asegura García Ramírez, que cuenta que les hacen “inspecciones muy rigurosas y además la misma empresa hace inspecciones internas y mantiene una supervisión muy fuerte, y también el matadero”. Y añade que si “Mercadona, por ejemplo, quiere, viene y te hace una auditoría y te inspecciona hasta debajo de las piedras”. Solo el año pasado, su cebo pasó por tres inspecciones.
No es la única ni la mayor complicación que tiene este modo de vida. “Lo sacrificado del trabajo es que son 365 días al año”, apunta Mari Carmen, “a mí me da igual que sea Nochevieja, porque al día siguiente tengo que ir a trabajar, porque los animales tienen que comer”.
En esta línea, asegura que el momento más complicado es cuando los cerdos llegan al cebo, “porque son más chiquititos y se tienen que adaptar a la nueva casa, con una alimentación y un agua diferentes”. En la lechonera, están a 27 grados y sin humedad, y vienen a un cebo que está frío y al que tienen que acostumbrarse. Además, hay que clasificar a los animales por tamaño y sexo. “Es un mes o mes y medio con muchas más horas pero luego es un poco más relajado”, asegura la ganadera, que dice que, al final, “el trabajo es más sacrificado que duro, porque cuando haces algo que te gusta, no te cuesta trabajo”.
Pastores de cordero segureño
Tampoco es sencillo el trabajo con los corderos segureños, aunque es algo muy diferente al de la cría de cerdos. En la explotación del marido, tienen unas 550 ovejas madres, a las que hay que ir sumando los corderos según van naciendo. Para este tipo de ganado, los últimos tres años están siendo muy duros, porque la sequía ha dejado sin pastos los montes y no queda otra opción que alimentar a los animales con piensos, que han sufrido una escalada de precios.
Por otra parte, la sequía ha tenido otro efecto: la pérdida de mucho ganado, de explotaciones que no han logrado seguir adelante. Esto ha hecho que el precio haya ido subiendo y en la actualidad sea muy rentable.
Otro periodo complicado es “cuando tienes la paridera”, con las ovejas dando a luz los corderos, “porque tienes que echar muchas horas, tienes que estar allí para intentar salvar las máximas vidas posibles”, revela Mari Carmen. Aun así, explica que ahora la vida del pastor de ovejas no es como la imagen que se suele tener del hombre “con la mochila colgada, todo el día en el campo con las ovejas”.
En este sentido, destaca que las nuevas tecnologías facilitan mucho algunas de las labores asociadas a la ganadería. “Tengo un vecino que se ha montado una vagoneta que va por el techo y les echa la comida a las ovejas apretando un botón desde su casa”, cuenta Mari Carmen.
Ella y su marido tienen “cámaras en la paridera, vamos allí tres o cuatro veces al día pero puedo abrir la cámara y mirar y si no ha parido ninguna no hace falta que vaya esa noche y si veo que alguna está de parto y está la cosa complicada, voy a la granja”. Ni siquiera es necesario que el pastor salga a diario al campo con las ovejas, ya que estas están controladas con dispositivos con sistemas de GPS que “en todo momento te indican dónde están”.
Este tipo de avances tecnológicos aplicados a la ganadería son claves para que este modo de vida “le interese a la juventud”, considera la ganadera, que insiste en que “hay que quitar el estereotipo de que el pastor está todo el día en el campo con el garrote y la mochila a cuestas”. Así, comenta que es necesario tener “vida social y familiar, que antes la gente del campo no tenía”.
Conocer la realidad actual de la ganadería facilitaría el relevo y la incorporación de jóvenes al campo. De la misma manera, lo haría que las ayudas sean más fáciles de conseguir, señala la ganadera. “Las cosas se están poniendo cada vez más complicadas, porque te piden un montón de requisitos para que te vayan dando puntos y te puedas incorporar”. explica. El que lo intenta por relevo generacional, no suele tener problemas, porque se queda la explotación del padre o el abuelo. Pero alguien que quiera empezar de cero, “si no tiene cierta extensión de tierra o tantas cabezas de ganado, lo tiene más complicado”, señala Mari Carmen.
Relevo y ampliación de ganado
Una combinación de ambas vías de acceso es la que ha tenido que llevar a cabo Juan Manuel Ferrer. Tras intentar incorporarse como agricultor al frente de un invernadero sin conseguirlo, este joven de 29 años ha entrado por relevo generacional en la ganadería intensiva de caprino, aunque su objetivo es ampliar la explotación con ovejas y dedicarse principalmente al ovino. Además, la explotación no era el modo de vida de la familia. Tienen las cabras pero, hasta ahora, no como negocio.
“Yo tengo un puesto fijo de trabajo, en una cooperativa en Dalías, cargando y descargando camiones, dado de alta, pero he decidido trabajar para mí”, cuenta Juan Manuel. Antes estuvo un par de años intentando alquilar un invernadero, “pero no hay, es muy difícil”, así que acabó hablando con su padre para que le pasara a su nombre la explotación de cabras. “Mi idea es dedicarme a las ovejas, pero mi padre tenía cabras y al pasar la explotación a mí, y ya que están las cabras, me las quedo”, explica.
Ahora, Juan Manuel cuenta los días para poder arrancar con su nuevo trabajo, que es además un modo de vida. Así, en breve espera regresar a Bayárcal para hacerse cargo del ganado. “Yo he solicitado la incorporación y me falta que me acepten la ayuda que he pedido para poder ampliar, porque con lo que tengo ahora mismo, cien cabras de carne, no se puede vivir”, cuenta.
Juan Manuel ha pedido un préstamo para comprar las ovejas, porque la subvención puede tardar hasta un año en llegar y quiere comenzar antes con este proyecto. Él opta a la ayuda para jóvenes ganaderos de la Junta, que es de hasta 80.000 euros como máximo, aunque en su caso no pasaría de 47.500, según los puntos que tiene. La ayuda servirá para financiar la compra de unas 200 ovejas, que ahora están a un precio de 150 euros por cabeza, más alto que de costumbre.
Aunque no era su modo de ganarse la vida, Juan Manuel tiene mucha experiencia cuidando del ganado. En su caso, ha apostado por la ganadería en extensivo tradicional, con la que sabe que “el día a día es desde por la mañana hasta por la noche, todos los días”. Así, cada día “las listas cuando llegar por la mañana, te vas al campo todo el día con ellas y cuando vuelves hay que listarlas otra vez”. A eso se añade el trabajo extra de vigilancia y ayuda durante las parideras, para evitar que mueran los borregos.
“Ahora todo el mundo está optando por las granjas, tiene cabras encerradas, les da de comer, las ordeña y se va para su casa, pero yo he optado por la ganadería en extensivo”, apunta. Es más trabajoso, pero es el modo de vía por el que apuesta este joven, que enumera los beneficios que tiene trabajar así, entre ellos que “el ganado que pasta en la calle, deja el campo limpio y ayuda a que no haya incendios”.
A pesar de la adversidades, de los sacrificios y de la incertidumbre que se cierne sobre el sector, estos jóvenes han apostado por la ganadería como modo de vida, ayudando en el camino al desarrollo económico y social de sus pueblos y, en general, de las áreas rurales del interior de la provincia.
Un impulso a la ganadería extensiva de Andalucía
Andalucía cuenta con cerca de 16.000 explotaciones ganaderas, de las que la mitad, unas 8.000, se dedican al ganado extensivo de ovino, caprino, bovino de carne y porcino ibérico. Entre todas, suman más de 4,6 millones de cabezas de ganado y generan más de 14.000 empleos.
Así, el ganadero es uno de los principales sectores socioeconómicos de Andalucía, tanto para la producción de alimentos de calidad como por ser una fuente de generación de empleo y de fijación de población en el ámbito rural. En el caso de la ganadería extensiva, esta facilita además la conservación de ecosistemas y de la biodiversidad. Por ello, en la última partida de ayudas a la incorporación al campo, el Gobierno andaluz ha destinado 15 millones de euros a proyectos empresariales de nuevos ganaderos de hasta 40 años que apuestan por comenzar su actividad.
Asimismo, la Junta de Andalucía aprobaba el año pasado la primera Estrategia Andaluza de la Ganadería Extensiva, con el objetivo de mejorar la competitividad del sector y lograr una mayor sostenibilidad económica, social y ambiental. Para el desarrollo de esta estrategia, se está buscando el consenso entre la Junta de Andalucía y los agentes económicos y sociales implicados.
El pasado mes de febrero se llevó a cabo una de los encuentros entre la Junta y los ganaderos para avanzar en el desarrollo de esta Estrategia de la Ganadería Extensiva. La intención es fomentar los productos derivados de la ganadería extensiva, sobre todo los que derivan de sistemas sostenibles como la producción ecológica e integrada. Asimismo, la Junta espera que la estrategía sirva para impulsar la investigación sobre la adaptación de la cabaña ganadera frente al cambio climático.
En este encuentro, celebrado en Córdoba, el secretario general de Agricultura, Ganadería y Alimentación, Manuel Gómez, destacó que los trabajos iniciados por la Consejería para la puesta en marcha de esta estrategia “permiten detectar las debilidades del sector pero también identificar las oportunidades y soluciones posibles, priorizando las que se consideren más interesantes”.
Asimismo, Gómez aseguró que “se trata de una estrategia en la que queremos que se sientan incluidos todos los eslabones de una cadena que hace posible llevar al mercado alimentos de calidad, altamente valorados y asociados a una actividad ancestral que ha demostrado ser compatible con el cuidado del entorno natural”.
(Reportaje publicado en el número de marzo de 2025 de la revista Foco Sur).


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