Con sus compañeros Alfonso Cabello y Ricardo Ten, Pablo Jaramillo forma un equipo imparable. Si en los Juegos Paralímpicos de Tokyo en 2021 consiguieron un bronce en la prueba de velocidad por equipos de ciclismo en pista, el pasado verano mejoraban con una plata en París. Un éxito que llega tras mucho trabajo y sacrificio y desde una provincia sin las instalaciones adecuadas para entrenar.
¿Qué se siente al volver a ganar una medalla en unos Juegos y mejorarla?
No es solo el hecho del pódium, que siempre es lo más deseado por todos los deportistas, sino el ser seleccionado, que es lo que realmente cuesta. No te das cuenta hasta que entras en esa vorágine de intentar ganar una plaza, que incluso a principios de año no sabes cuántas puede haber. El ciclo se cierra un par de meses antes y entonces sabe cada país cuántas plazas tiene y elige qué deportistas van a ir, que están todos entrenando y algunos no van a ir. Por eso no es tan importante que haya mejorado el bronce con una plata, sino el hecho de que todos los astros se alineen para que el seleccionador diga: “Tú vas a ir”.
En tu caso, es una prueba de equipo, y cada uno vive en una ciudad. ¿Cómo lo hacéis para entrenar?
Ricardo Ten vive en Valencia y Alfonso Cabello en Pozoblanco. Alfonso tiene el mismo problema que yo, que donde vivimos no tenemos pista para entrenar. Nosotros hacemos binomio, hacemos equipo para estar siempre juntos. A veces nos intentamos juntar también con Ricardo, pero él también hace pruebas de carretera y tiene que estar alternando. Lo nuestro es más específico. Alfonso además es velocista y hace su prueba individual y la de equipo. Para entrenar juntos, la Selección Española hace concentraciones y, a título personal, la beca que nos dan la utilizamos en viajar y concentrarnos en hoteles también. Vamos a los velódromos de Galapagar, en Madrid, o Valencia. La pista de Valencia es más dura, es de cemento, pero está muy bien hecha y no tiene baches. La de Madrid sí es de madera, pero es más antigua y está más bacheada. Pero siempre digo que hay que entrenar en sitios más duros que donde vas a competir, así que nos viene bien, luego lo notamos muchísimo.
Estaría bien tener unas pistas en Almería, ¿no?
Almería se merece este tipo de instalación. Los que viajamos sabemos las consecuencias positivas que tendría para una ciudad como Almería que hubiera un velódromo. Yo estoy luchando para ver si sale un proyecto para construir un velódromo en Roquetas de Mar, pero es un proceso largo, porque hay que conseguir financiación y son instalaciones muy caras.
En la Península Ibérica no hay ninguna instalación cerrada, de madera y con calefacción, que son los tres requisitos más importantes para que la Unión Ciclista Internacional la homologue como velódromo internacional. Así, todo el mundo vendría a Almería, porque se podrían organizar también competiciones, no sería solo para entrenar. Con el clima de Almería, sería una locura tener aquí a los mejores ciclistas de pista y de carretera, porque ahora la UCI está haciendo los Supermundiales, con todas las disciplinas, y eligen las ciudades que reúnen todos los requisitos. Almería los cumpliría si tuviera un velódromo homologado. Son diez o quince días en los que hay una inversión brutal y un retorno económico muy alto.
¿Estás preparándote para los próximos Juegos?
2028 está lejos, pero yo sigo entrenando como si fuese a ir al Mundial de Río de Janeiro, que es en octubre.
¿No has pensado ya en la retirada?
Siendo sincero, lo que más me cuesta es que Almería no cuente con las instalaciones que necesito para seguir otro año más. Mi vida personal se ve perjudicada porque tengo que viajar mucho. Mi vida laboral también, porque cuando estoy fuera no puedo atender a mis clientes. Hay un sumatorio de cosas que pesan. El deporte es muy bonito y tiene unos valores, nos da ese punto de integridad que necesitamos, pero hay otra cara. La salud mental también tienes que tenerla cubierta, porque siempre hay cierta presión desde los comités y federaciones, que es lógico porque invierten en ti durante todo el ciclo para salir campeones.
¿Habría que darle más reconocimiento a los deportes minoritarios?
Aquí el problema que hay es la cultura general del país. Los países que a nivel cultural están bien posicionados, son los que quieren y valoran a sus deportistas. Por ejemplo, en Japón, los luchadores de sumo son estrellas, están valorados, pero no porque a todos los ciudadanos les encante el sumo, sino porque desde el colegio se les enseña quiénes son.
¿En estos casi 20 años de trayectoria, has visto una evolución en el mundo del deporte?
Sí, en los últimos años se ha invertido mucho desde el Ministerio. Pero lo más importante es que haya buenos gestores, que sepan dónde están las prioridades y las carencias para poder cubrirlas. Pero no a corto plazo como siempre pasa en España, así no consigues nada. En cuatro años no consigues que unos chavales se formen para tener opciones de ganar medallas, pero en ocho, sí. Al final, el dinero es lo que hace que te puedas dedicar a algo y tu talento, el exprimirlo al máximo. En el deporte de alto rendimiento tienes que estar dedicado al cien por cien o te pasan por encima.
¿Qué sitios de Almería recomiendas para ir en bici?
Toda la provincia, la bicicleta te da una perspectiva propia, que tú sientes. A mí me encanta conducir pero cuando voy en moto o en bicicleta mis sentimientos hacia el entorno cambian por completo. La provincia de Almería es espectacular, con carreteras poco transitadas, carreteras secundarias espectaculares y mucha seguridad.
(Entrevista publicada en el número de febrero de 2025 de la revista Foco Sur).


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