Realidad y ficción: lo demás no cuenta


Miguel Blanco

Raúl Quinto, escritor: «Que una editorial independiente consiga que su libro esté colocado en la librería y permanezca ahí un mes es un triunfo»

Tras más de dos décadas de carrera literaria, Raúl Quinto lleva un año de ensueño gracias a su último libro, ‘Martinete del Rey Sombra’, en el que relata la historia de la Gran Redada contra los gitanos ocurrida en el siglo XVIII en España. Tras recibir los premios Cálamo Otra Mirada y el Premio de la Crítica, en octubre ganaba el Premio Nacional de Narrativa por una obra con la que este profesor de Historia pone en primer plano un episodio de nuestra historia cuyo eco sigue resonando en la actualidad.

¿Cómo has vivido estos tres premios por ‘Martinete del Rey Sombra’?

La verdad que ha sido como una escalada de sorpresa y de felicidad. Ya cuando me dieron el primero, el Cálamo, fue muy inesperado. Era la primera vez que me premiaban a nivel nacional. La ceremonia fue muy bonita, en Zaragoza, organizada por una librería, con muchos lectores. A partir de ese premio, al libro, que ya más o menos se estaba vendiendo por esos subterráneos del mercado editorial, se le puso el foco encima y llegaron más lectores. Luego vino el Premio de la Crítica, que también fue una locura, inesperado. Y ya el Nacional de Narrativa no termino de creérmelo, ni de entender qué significa todo esto.

Es muy gordo lo del Premio Nacional, pero toda la secuencia me deja estupefacto, porque todas las condiciones que se daban apuntaban a que esto no podía suceder. Porque soy un escritor poco conocido a nivel nacional; incluso este libro, en los principales suplementos de cultura, ni siquiera ha sido reseñado. Porque soy un escritor que vengo de la poesía y mi literatura no es convencional. Vivo en Almería, lejos de la Corte y de donde se deciden muchas cosas. Mi editorial es una editorial pequeñísima de Zaragoza, independiente, vanguardista, que tiene que competir con grandes monstruos industriales y empresariales, como el grupo Planeta o el grupo Penguin, que tienen multitud de sellos que llenan las mesas de novedades. Que una editorial independiente consiga que su libro esté colocado en la librería y permanezca ahí un mes es un triunfo, porque la maquinaria mediática que arrastra todo eso es brutal. Es decir, mi libro tenía toda la pinta de que iba a pasar sin pena ni gloria, como tantos otros, porque, según parece, el sistema funciona así.

Lo que ha sucedido con este libro no ha sucedido nunca. A mí se me están rompiendo todos los esquemas. Me alegro muchísimo porque ha sido mi libro, evidentemente, pero esto muestra también que el sistema no es hermético, que hay grietas por donde se puede colar la literatura, y que desde aquí, desde Almería, pueden suceder cosas asombrosas. En ese sentido, estoy muy feliz también.

¿Cómo surgió la idea de escribir ‘Martinete del Rey Sombra’?

Yo soy profesor de Historia y doy clases en el IES Celia Viñas, pero cuando descubrí la magnitud de esta historia era profesor en el Parador, donde estuve ocho años. Siendo profesor de Historia, tengo que explicar todos los años el siglo XVIII en España, en 2º de Bachillerato. En mi libro de texto no aparecía ni una sola mención a la Gran Redada. Yo había escuchado sobre el tema de la persecución gitana, había escuchado campanas, pero muy lejanas. Y en 2017 me llega una revista especializada con un dossier sobre la historia del pueblo gitano en Andalucía y había un capítulo dedicado a la Gran Redada. Leo ese artículo y es una conmoción. ¿Cómo es posible que algo de esta envergadura, algo tan sumamente grave y tan decisivo también para el devenir de la historia de España, porque es algo que se arrastra hasta el presente, no se enseñe en los colegios? ¿Cómo es posible que yo no tenga que explicar esto? ¿Cómo es posible que yo desconozca tantas cosas de este acontecimiento cuando me dedico a enseñar historia?

Decido ponerme a investigar para darle un poco de claridad a esta conmoción. Ya me pasó, por ejemplo, cuando tuve mi primer hijo, que también mi cabeza voló y la única manera que tuve de poder seguir adelante con mi vida fue escribir un libro. Y con esto igual, para darle un poco de luz a este acontecimiento y que sea más conocido y para responderme a las preguntas de cómo se construye la historia y cómo se construye el olvido, porque la historia no es una destilación natural del tiempo, que los hechos más importantes caen por su propio peso, no; es una construcción que está hecha a base de inercia, de decisiones institucionales, etc. Y el caso de la Gran Redada, me parecía que daba mucho de sí para explicar muchas cosas.

El libro, que se lee con mucha fluidez, está escrito en lo que llamas “narrativa híbrida”. ¿En qué consiste esto?

Cuando me pongo a escribir este o mis libros anteriores en prosa, no lo hago con la idea de escribir una novela narrativa, lo que uno puede tener en mente, lo que hago es utilizar los recursos que ofrece la literatura, que son muy variados, recursos que vienen de la poesía principalmente, del ensayo, de la crónica histórica, del documental, de la narrativa, del relato, y los incorporo tejiendo un tapiz en el que confluyan todos, entendiendo que no se trata de escribir novela, sino algo que dé respuesta a las preguntas que tú te estás planteando a la hora de la escritura. En ese sentido, todos los elementos que me ofrece la literatura yo los cojo si me vienen bien. Leyendo el libro, es verdad que hay una historia y es verdad que hay muchísima poesía.

Hablabas de cómo fluye la lectura y eso es un trabajo que tiene que ver con lo poético, con el ritmo, con la dimensión de las frases, con el sonido de las frases, con cómo se van articulando los capítulos, todo eso está muy pensado. El libro entero yo lo trabajo como si fuera un poema, incluso a nivel de estrofas; hay capítulos que tienen su rima en capítulos posteriores. Es un trabajo invisible para que en la lectura haya una música que te vaya llevando de una manera casi sensitiva y eso es un trabajo que tiene que ver con la poesía.  Aparte, una de las obsesiones que tenía yo a la hora de escribir este libro es que fuese lo más documentado posible, lo más cercano posible a lo que los documentos históricos dicen que pasó, no ficcionar en exceso, no fabular nada que no hubiera sucedido de verdad, porque me parecía que era importante que eso se supiera.

¿Has recibido comentarios de la comunidad gitana por el libro?

La Fundación Secretariado Gitano, a raíz del premio, se ha puesto en contacto conmigo a nivel nacional, y antes, con individuos y colectivos. He estado colaborando para un documental que va a hacer Pilar Távora sobre el tema de la Gran Redada. Una cosa muy curiosa, y que de alguna manera en el libro se habla de eso también, es que cuando he estado haciendo presentaciones o charlas sobre el libro en espacios payos, los gitanos no han aparecido y cuando he hecho cosas con los gitanos, muy pocos payos han aparecido. Es como que hay una especie de espacio entre nosotros, esa desconfianza, esa raya en medio de las dos comunidades de la que hablo en el libro, que llega hasta el día de hoy.

¿Es un hecho que tienen muy presente?

Hay gente que sabe muchísimo sobre el tema y hay asociaciones y activistas por la recuperación de la memoria gitana que son muy potentes. Yo no he venido a descubrirle a nadie su propia historia ni a ser la voz de nadie y menos de los gitanos, que tienen una voz que suena muy fuerte y que cada vez se escucha más. Quiero contar esta historia, que tiene que ver con el pasado y con el presente de España, que afecta evidentemente a la comunidad gitana, pero no soy el payo que viene a rescatar a los gitanos, porque ellos ya se bastan por sí mismos.

¿Es muy distinto ponerse a escribir un poema o una obra de narrativa?

Es que yo escribo novelas como si fueran un poema, intento ser lo más preciso posible. Yo considero que la poesía es, entre otras cosas, el arte de la precisión a través del lenguaje. Lo que sí que es verdad es que últimamente me cuesta escribir poesía, para empezar porque le tengo muchísimo respeto al género y a los lectores y no quiero repetir fórmulas que ya me han funcionado. Mientras tanto, en la prosa que escribo, la poesía aflora irremediablemente.

¿El cómic sigue siendo una influencia para ti?

Claro, el cómic me sigue gustando, aunque quizás no leo todo lo que me gustaría porque en general la vida no me deja. El otro día me estuvieron entrevistando en un podcast sobre cómic, unos chavales de Granada, que se llama ‘¿Cuándo se come aquí?’ Estuve recomendando un par de cómics, los que estoy siguiendo, los autores que me molan. Para mí, el cómic es un referente. Por ejemplo, para mi siguiente libro, que sacaré el año que viene, como yo para trabajar lo que hago es documentarme mucho, en este caso he tenido que leer bastantes cómics.

¿La industria del libro está tan mal hoy en día como se dice?

Yo es que no tengo intención de dedicarme en exclusiva a la literatura, porque eso también me ha dado libertad para poder escribir lo que quiera, como quiera, guste o no guste, llegue más lejos o llegue más cerca. Yo llevo más de 20 años publicando libros y siempre he escrito lo que me ha dado la gana, sea más o menos radical, sea más o menos aceptado o no por la gente. Y siempre me han ido acompañando, por suerte, una serie de lectores muy firmes. Eso lo puedo hacer porque no dependo de lo que escribo para comer. Tengo el privilegio de tener un trabajo que además me gusta, del que estoy orgulloso y me llena mucho como es ser profesor en la escuela pública. Eso me permite poder arriesgarme literariamente sin que de eso dependa el pan de mis hijos.

Yo me levanto supertemprano para escribir, luego levanto a mis niños, los llevo al colegio, me voy a mi trabajo, y tengo que compatibilizarlo con atender a los medios e ir a presentaciones… Acabo agotado pero es el camino que he elegido y lo hago desde la libertad de saber que me puedo bajar del carro en cualquier momento. El reconocimiento te llena, pero yo no lo necesito para escribir porque llevo toda la vida escribiendo sin él. Yo espero que todo esto no me lleve a ningún lugar donde no quisiera haber estado nunca.

¿Se está reivindicando la escena literaria almeriense con autores como tú mismo o Juan Manuel Gil?

Juanma es un pedazo de escritor. Cuando ganó el premio Biblioteca Breve, el premio ganó más prestigio todavía. Era un autor muy bueno pero muy desconocido y que ganara ese premio fue un pelotazo. Un autor desconocido le puede dar prestigio a un premio cuando hay tanto descrédito de los premios. Lo de Juanma es de las grandes alegrías que me he llevado de compañeros, porque es un tipo además muy comprometido con la literatura, muy buen lector. Y ahí está, publicando en un gran sello, tiene un reconocimiento a nivel nacional y sin salir de Almería y sin dejar de hablar de Almería. El caso de Juanma Gil es el más espectacular pero hay muy buena salud en la literatura almeriense, estamos viviendo un momento importante. Están también Fernando Martínez, Premio Andalucía de la Crítica, Juan Pardo Vidal es otro narrador  con una trayectoria muy sólida. En el caso de la poesía, Nuria Ortega, que ganó el Premio Adonais y ahora ha publicado en Espasa. Está también Noelia Cortés, de Albox. Hay mucha gente escribiendo en Almería.

(Entrevista publicada en el número de diciembre de 2024 de la revista Foco Sur).

Raúl Quinto, profesor de Historia y escritor. Foto de Miguel Blanco / Foco Sur

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