Los Museos de Terque vuelven a abrir sus puertas y se preparan para garantizar su futuro como guardianes de la memoria popular de la provincia de Almería.
Quien sienta curiosidad por conocer cómo era la vida en cualquier pueblo de la provincia de Almería durante el siglo XX, puede comprobarlo acercándose a Terque. Este pueblo almeriense de poco más de 300 habitantes conserva una serie de tesoros que muestran el día a día de la gente, los trabajos que realizaban, los lugares donde llevaban a cabo sus tareas, con miles de objetos originales que han ido recuperando mediante donaciones de vecinos de esta y otras localidades de la provincia.
Es memoria rescatada del olvido, repartida en tres espacios: el Museo Etnográfico, el Museo Provincial de la Uva del Barco y el Museo de la Escritura Popular. A estos, se suman el espacio La Modernista, dedicado a la moda de la época, y la Cueva de San José, donde se organizan exposiciones temporales temáticas, con las miles de piezas que se conservan en los archivos de estos museos. Tras un parón de dos meses, han reabierto sus puertas. En dos horas, el visitante hará un recorrido por la historia de la provincia, con explicaciones de un guía que va relatando la procedencia y el contexto de las piezas y salas.
La semilla de los Museos de Terque brota a raíz de un libro sobre la historia del pueblo publicado por Alejandro Buendía y su mujer, Lourdes López. A partir de ahí, organizaron una exposición sobre las escuelas del pueblo, para las que los vecinos aportaron los objetos que tenían. “Pensamos que ahí había material para hacer un museo del pueblo”, explica Buendía. El alcalde de entonces, Baldomero Cadenas, les cede una casa burguesa que había pertenecido en su día a la familia Alonso, de exportadores de uva, donde se monta el Museo Etnográfico en el año 2002. En ese mismo año se funda la Asociación de Amigos de los Museos de Terque, propietaria de las colecciones.
Al principio lo abría el matrimonio los fines de semana, e incluía objetos de Terque. Poco a poco, el museo fue creciendo y se fueron abriendo nuevas habitaciones. La procedencia de las piezas exhibidas también se amplió con donaciones desde otras localidades de la provincia e incluso de fuera.
En el museo está reconstruida una farmacia que se abrió en Terque en 1874 y que luego se trasladó a la vecina Alhabia. La habitación muestra la historia y evolución de ciertos medicamentos, algunos de ellos fabricados en Almería. En otra sala, se reproduce una cuadra típica, con los aperos típicos. Otra muestra los sillones, espejo y utensilios de una barbería y una peluquería de 1938. Una habitación reproduce un aula de escuela, con sus bancos de madera, pizarra, libros, cuadernos y demás objetos. Otra, un dormitorio, con una cama antigua de hierro, la ropa de cama de la época e incluso varias muñecas de entonces.
El recorrido pasa también por un estanco, con una extensa colección de cajetillas de distintas épocas, recuperado del Paseo de Almería, y por una tienda de alimentación que había en Alhabia. También se han recuperado tiendas clásicas de Almería, como Almacenes Segura, de la Puerta Purchena, o Rosa Flor, de la calle de las Tiendas.
Museo de la Uva del Barco
Al entrar a la sala donde se ubica el Museo Provincial de la Uva del Barco, lo primero que se ve es la reproducción de una tienda de moda, La Modernista, con sus originales mostradores, estanterías y armarios y la ropa de la época, con elementos que llaman la atención como la ‘maletilla’ especial dedicada a guardar la chistera durante los viajes o los bañadores de hombre de cuerpo entero, con sus calabazas a modo de flotadores. Es un ‘epílogo’ al Museo Etnográfico que, por cuestión de espacio, se muestra en este lugar.
El Museo de la Uva del Barco recupera la memoria de una parte importante de la historia económica de Almería. Abrió en 2006, debido a la gran cantidad de objetos relacionados con la uva y su exportación que fueron recuperando. “Durante 150 años, como ahora son los invernaderos, lo que movía la riqueza de la provincia era la uva de Ohanes o del barco, una uva de exportación, autóctona, que genera riqueza para muchísimas familias de la capital y de distintos pueblos de la provincia”, cuenta Buendía, que señala que a los visitantes les llama mucho la atención conocer que, hasta hace pocas décadas, había una uva de aquí que llegaba a lugares lejanos de África o Asia debido a su extraordinaria resistencia.
La joya del museo es la Consignataria de Buques de los Berjón, que “estaba en el Paseo de Almería, enfrente del Teatro Cervantes”. Era donde se despachaban los billetes y se preparaban los envíos de los barcos. Una pared de madera, con las ventanillas de atención al público, y detrás, las mesas de oficina, con distinto material, como sellos de diferentes empresas, calculadoras o un plano de Liverpool, que era uno de los principales mercados donde se vendía la uva almeriense.
El Museo de la Uva del Barco exhibe también barriles en los que se enviaba el producto, uno de ellos con el sello de destino a Kenia, el mascarón de proa de un barco, así como diferentes fotografías y piezas relacionadas con el envasado y exportación de la uva, como las placas que muestran destinos tan exóticos para la uva almeriense como Singapur o Tanzania.
En una foto, fechada en el 6 de febrero de 1908, se inmortaliza la venta de uva de Almería en Liverpool; uva que se había vendimiado en septiembre u octubre, lo que da fe de la resistencia del producto. En otra, se ve la subasta de uva del barco en la Bolsa de Nueva York. Al inicio del recorrido, una breve película del No-Do, rodada en Berja en 1949, muestra todo este proceso, desde la vendimia hasta la carga en los barcos del puerto de Almería.
Un ejemplo de la potencia económica que suponía para Almería la uva lo muestra un artículo de una revista madrileña de 1953. En él se cuenta cómo se habían exportado 300 barriles a India en 1933, cifra que había crecido hasta los 139.000 barriles y 50.000 cajas del año de la publicación. La uva, que había sido uno de los motores de la economía provincial desde alrededor de 1850, decayó hasta prácticamente desaparecer a raíz de la entrada en la Unión Europea, que obligó a cortar viñas y cepas por el excedente que se producía. Muchos agricultores acabaron entonces cultivando naranja y otros productos, dejando de lado la uva del barco.
A partir de todo este material recuperado en el museo, la asociación comenzó a organizar la Jornada de Recuperación de Oficios Antiguos, que va por las 20 ediciones. “Empezamos con la barrilería y la faena de la uva, y luego se fueron sumando otros oficios y tareas de la vida cotidiana, lavar en el lavadero, desgranar el maíz”
Museo de la Escritura Popular
La música del gramófono de la familia Yebra ameniza el comienzo de la visita al Museo de la Escritura Popular, una inmensa colección de palabras en distintos soportes que revelan cómo era “la vida cotidiana” en el “único museo monográfico que hay en España dedicado a recoger cualquier tipo de soporte donde hay palabras escritas de gente corriente”.
Hay abanicos con frases escritas, que aparecen al abrirlos, como “no te fijes si es borrico porque dicen que es muy rico” o “ese muchacho me gusta pero su genio me asusta”, que usaban como juego. Otro tiene versos escritos por el chico que se lo regaló a su amada. Recuerdos de boda escritos a mano, letreros de tiendas desaparecidas de Almería, material de escritura, como plumas de tinta, un bargueño que al abrirlo se convierte en escritorio, buzones de correos. También, la carta a los Reyes Magos más antigua encontrada en España, escrita en 1899 por una niña de la casa donde se ubica en la actualidad este museo, hija de una familia de exportadores.
Se muestran también un orinal con el nombre de sus dueños originales escrito, tazones de desayuno, botellas de agua del Café Colón de Almería y del Café Español, postales, cartillas para aprender a escribir en la escuela, felicitaciones de Navidad. Una amplia colección de máquinas de escribir de distintas épocas. Cartas de emigrantes, como la que escribió en 1920 un hombre a su novia de Terque desde Nueva York. Cartas de soldados en la Guerra Civil. Cartas a los consultorios radiofónicos como el famoso de Elena Francis. Y tarjetas de visita, diarios personales, fotografías dedicadas u chuletas escritas a mano por estudiantes. Algunos, inesperados, como un bloque de cemento, procedente de una escuela de Adra en 1956, con inscripciones realizadas por los albañiles que la estaban construyendo.
“La mayoría de las cosas son de la provincia de Almería pero hay muchas que han llegado de otras zonas de España”, explica Buendía. Todo está expuesto en muebles que en su día pertenecieron a comercios hoy en día desaparecidos, como Rosa Flor, en la calle de las Tiendas de la capital, o Almacenes Segura, en la Puerta de Purchena.
Archivos de incalculable valor
En las dos plantas superiores se encuentran los archivos donde se guarda todo lo que, por falta de espacio, no se puede exponer. Hay colecciones de revistas antiguas de todo tipo, “algunas que no tienen ni en la Biblioteca Nacional”, asegura Buendía, como la revista AFAL, de la que cuentan con “la única colección completa que existe”.
Todo este material de incalculable valor sirve también para que investigadores de distintas áreas visiten los Museos de Terque para consultar fuentes que no han podido localizar de otra forma. Asimismo, ceden piezas a exposiciones, como la que se muestra este otoño en la Universidad de Almería, organizada por la Facultad de Educación, sobre la historia de las escuelas, o la dedicada a la ‘Anatomía del Franquismo’ que ha estado hasta septiembre en Toulouse, Francia, donde se han visto uniformes, banderas e incluso un sillón del Estadio de Falange procedentes de Terque.
Una de las joyas del archivo es la colección de cartas familiares, como las que enviaba el niño de una familia de Alhabia, internado en un colegio de Sevilla, en los años 20 del siglo pasado, y las respuestas de sus padres. “Ves en primera persona lo que un niño siente, lo que hace en el colegio, los consejos que le da el padre”, explica Buendía, que destaca que es una colección “única”, porque estas cartas “no se suelen conservar, ya que los familiares, por pudor, los destruyen”. El responsable del museo calcula que conservarán unas 30.000.
En el archivo se conservan también curiosidades como boletos de Quiniela, cupones de la ONCE y todo tipo de papeles escritos encontrados entre las páginas de libros donados a los Museos de Terque. Asimismo, hay una amplia colección de fotografías que ahora están digitalizando.
La tercera planta custodia una amplia colección de aparatos de radio, neveras de playa, juegos y juguetes. Todos estos objetos dan pie a exposiciones temporales que organizan en la Cueva de San José desde 2010, como la actual dedicada a la historia de la televisión o las anteriores sobre revistas ilustradas o álbumes de cromos.
A pesar de su interés y valor, los Museos de Terque han estado a punto de cerrar sus puertas de forma definitiva. El cierre se echaba antes del verano, pero una campaña de captación de socios para la Asociación de Amigos de los Museos de Terque ha tenido éxito. De 40 que eran han pasado a más de 300 en apenas dos meses, lo que, junto a los 20.700 recaudados entre las cuotas de estos socios, donaciones de particulares y mecenazgo de empresas, ha hecho posible la reapertura en agosto. Y para poder mantenerse a largo plazo, tienen claro el camino.
“Vamos a hacer lo antes posible una fundación en la que queremos que entre el Ayuntamiento de Terque, la Diputación de Almería y empresas importantes como Cajamar, porque esto no tiene futuro tal y como íbamos”. La Asociación de Amigos de los Museos de Terque seguirá siendo la propietaria de la colección, pero con la fundación se sentarán las bases para proteger de cara al futuro los museos y sus contenidos. Asimismo, quieren ampliar la plantilla con otro guía, para que haya dos, y un museólogo. Con ello, se garantizaría la supervivencia de estos espacios y colecciones únicos, que mantienen viva la memoria de nuestro pasado más reciente.
Una exposición sobre las ‘Historias de la televisión’
La reapertura de los Museos de Terque, el pasado 10 de agosto, se celebró con la inauguración de una nueva exposición temporal en la Cueva de San José, ‘Historias de la televisión’. “Es un recuerdo de cómo ha sido la historia de la televisión en España, desde las primeras emisiones a finales de los años 50, con los programas más populares”, explica Alejandro Buendía sobre esta muestra, que permanecerá un año abierta al público.
En ‘Historias de la televisión’ se pueden ver reproductores de distintas épocas, ‘elevadores’, que eran dispositivos que se conectaban a los televisores para evitar que los cambios de tensión los dañasen, revistas dedicadas a la tele, textos, fotografías…
También hay mobiliario de época, dispuesto como en los salones de las casas en las décadas de los 60 y 70, con el sofá, los sillones, la mesa de centro, la mesita de la tele y el propio aparato, ceniceros, estanterías con la Enciclopedia Salvat… “Es la primera exposición dedicada a la historia de la televisión que se hace en España”, asegura Alejandro Buendía, que estuvo investigando precedentes sin encontrar ninguno durante la preparación de esta muestra.
En la exposición hay espacios dedicados a programas y momentos míticos de la televisión en nuestro país, como ‘Un, dos, tres’, la serie ‘Bonanza’, el concurso ‘Eurovisión’ con la victoria de Massiel, el programa ‘Directísimo’ y la famosa actuación del mentalista Uri Geller, los Payasos de laTele, los Picapiedra o la Familia Telerín. Una pizarra muestra, pintado a tiza, el mapa del tiempo, al estilo de los que se veían en el Telediario hace décadas, antes de las infografías actuales.
Asimismo, se exhiben piezas curiosas, como el recibo del Impuesto de Lujo que, los primeros años, había que pagar por tener un aparato de televisión en casa; o redacciones de niños que tuvieron que escribir sobre el, entonces, novedoso invento que, poco a poco, iba haciéndose común en todos los hogares. Una tele cubierta por un tapete recuerda la época en la que, en época de luto, que podía durar varios años, la televisión permanecía apagada todo el tiempo.
(Reportaje publicado en el número de octubre de 2024 de la revista Foco Sur).


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