Nacido en 1953 en la pedanía de la Rambla de Oria y emigrante desde los 5 años, Pedro Antonio Soler Martínez ejerció de profesor durante años en Argentina antes de publicar ‘Un gaucho de Almería en el Puente del Inca’, primera novela de la trilogía del Antoñuelo. A esta seguirían ‘Antoñuelo, un brigadista en Madrigueras’ y ‘La sexta cárcel’, con la que el año pasado finalizaba esta historia protagonizada por Pedro Martínez Fernández ‘el Antoñuelo’, abuelo del escritor, que es también una historia de España desde 1898 hasta 1978, así como de Argentina y Chile en la primera mitad del siglo XX.
¿Cómo conociste la historia del Antoñuelo?
El Antoñuelo fue mi abuelo por parte materna. Mi madre se llamaba Ana María Martínez Montoya, ‘la Niña’ en la vida real y en la trilogía. La historia es cien por cien real, todos los personajes y situaciones, así como las fechas, nombres y apellidos, pueblos y ciudades, barcos, trenes, lugares en Almería y resto de España, Marruecos, Argelia, Francia, Portugal, Chile y Argentina, donde residió durante años. En la tercera entrega, con muchas dificultades para obtener los documentos, hay fotocopias de las actas de los juicios sumarísimos a los que fue sometido el Antoñuelo por la dictadura franquista. De hecho, con el apodo de “Antoñuelo” figura en muchos de los juicios y actas de declaraciones.
¿Y cómo te llegó la inspiración para escribir estos libros sobre su historia?
La inspiración me vino por mi carácter de escritor y por la profunda admiración que, como demócrata, siento por todas aquellas personas que han defendido la democracia a lo largo de la historia, entre ellos él; y más teniendo en cuenta que mis padres y yo mismo con 5 años tuvimos que emigrar fuera de mi amada España durante más de 40 años por ser familia del Antoñuelo. Por otra parte, la vida nos marca los caminos que muchas veces se convierten en “casualidades” y me hizo, tras formarme académicamente, iniciar un periplo por diversos países de Europa y Sudamérica para impregnarme de su cultura, yendo a recalar a todos los lugares en Mendoza (Argentina) y Chile en los que el Antoñuelo vivió. El día que por primera vez estuve en el Puente del Inca, en la Cordillera Andina, supe que debía escribir sobre el Antoñuelo y que no debía caer en el olvido ni él ni toda aquella generación que, con sus valores, mitigaron la falta de medios económicos y culturales y se sobrepusieron a los afanes imperialistas de Alfonso XIII en el norte de África, al nefasto gobierno de la II República, a sufrir una cruenta Guerra Civil tras el golpe de Estado de Mola y Franco y la posterior dictadura franquista a lo largo de 40 años de dura posguerra.
En estos libros, recorres varias décadas de historia de España, desde la emigración a América de finales del siglo XIX hasta la posguerra. ¿Qué lecciones deberíamos no olvidar de lo ocurrido en ese tiempo?
Debemos aprender la lección para no volver a caer en la barbarie, y para ello, simplemente debemos leer y leer para conocer el pasado, nuestro pasado. Y lejos de olvidarlo, lo que debemos hacer es respetar y honrar a nuestros mayores para no pasar por los amargos momentos que padecieron y, así, valoraremos la democracia que tenemos hoy. Hay que leer y estudiar lo que en nuestros colegios y universidades no nos enseñaron, porque la historia la escriben siempre los vencedores.
Al final de la obra hay un apartado de conclusiones, las que como demócrata entiendo que han marcado a las generaciones posteriores, y no solamente a la siguiente o a la mía, sino a todas las que actualmente viven en nuestra España. Durante mis años de formación académica, me educaron en democracia, lo que me permitió conocer lo que muchas de estas generaciones, las de hoy en día, no conocen por no haber estudiado las materias que nos llevan, sin duda, a conocer nuestros orígenes y nos facilitan conocer el camino adonde nos dirigimos.
¿Tienes algún proyecto en marcha?
Hasta finales de abril he estado fuera de España, inmerso en archivos y lugares que están dando forma a un nuevo y apasionante proyecto, situado a finales del siglo XVIII, en el que varias naciones europeas, entre ellas España, estuvieron implicadas en el trafico de esclavos. La obra sigue la estela histórica de este hecho nefasto de la historia.
¿Qué ingredientes tiene que tener una historia para que te interese?
Tengo alguna publicación de ficción fantástica, como por ejemplo mi novela ‘Brujas’, y me siento satisfecho con el resultado final; no obstante, me siento más cómodo con la novela histórica o con la narrativa histórica novelada. Para que una historia sea de mi interés como escritor, ha de tener ese aroma a “historia no deseada”, valga la redundancia, ya que, por lo general, de aquello que nos avergüenza no deseamos hablar, y mucho menos que los demás hablen de nosotros. Ha de ser un tema de profundidad y relevancia que haya marcado a nuestra sociedad, bien positiva o bien negativamente.
Como almeriense que vive fuera, ¿qué significa para ti esta tierra?
Cada día que pasa me doy más cuenta de que para mí ha sido un honor nacer en esa tierra mía que es Almería. La he echado mucho de menos durante mis años de vivir fuera de España, y ahora, aunque vivo en Alicante por motivos familiares, cada vez que puedo me desplazo a ese rincón de mi tierra almeriense, que me recibe cada vez que la piso con ese aroma a “tierra mía”, a tomillo, romero y albaidas, y al aroma de la flores de azahar de nuestros huertos de naranjos y limoneros… Y me emociono al escuchar esa manera de expresarnos tan peculiar y tan nuestra. Admiro en lo que se ha convertido esta provincia tan olvidada y repudiada durante tantos y tantos años. Almería se ha convertido en la huerta de Europa, y eso me emociona y me hace amarla como nunca.
(Entrevista publicada en el número de julio de 2024 de la revista Foco Sur).


Deja un comentario