Realidad y ficción: lo demás no cuenta


Miguel Blanco

Alerta por exceso de radiactividad en el agua

La presencia de radiactividad natural en el agua de los pozos de Bernal ha alarmado a la población pero los expertos recuerdan que  la provincia de Almería tiene experiencia en solucionar este problema, agravado ahora por la sobreexplotación de acuíferos.

Faltaban dos semanas para finalizar 2023 cuando saltaba la alarma: la Junta de Andalucía declaraba no apta para consumo el agua que llegaba a Castell del Rey y parte de La Joya, en la capital, más las zonas del Hotel El Palmer y La Gruta en el Cañarete, que pertenecen a Enix. Una analítica había detectado valores por encima de los permitidos de radiactividad natural.

Eran los lugares que, hasta ese momento, continuaban abasteciéndose en exclusiva del agua procedente de los pozos de Bernal. A los dos barrios de la ciudad no llegaba aun la mezcla con agua desalada que se distribuye en el resto de la capital desde la inauguración de la conexión de los depósitos de La Pipa y de San Cristóbal. Ahora, los cuatro enclaves contarán con ese agua, cuando finalice la obra de urgencia contratada por el Ayuntamiento de Almería para construir una tubería que lleve la mezcla desde el depósito de San Cristóbal hasta todas las zonas afectadas.

La alerta se dio el 15 de diciembre. El agua no era apta para consumo humano aunque sí válida para cualquier otro uso. No se puede beber ni cocinar con ella pero sí sirve para el aseo personal o para regar. Desde que se había detectado el primer indicio de posible radiactividad natural en el agua, habían pasado más de dos meses. Y esto generaba varias dudas. ¿Había motivos para alarmarse? ¿Era normal que pasaran cerca de diez semanas para confirmar el resultado de una analítica? ¿Se ha actuado de forma correcta desde las administraciones responsables? ¿Los pozos de Bernal, que hasta hace poco también abastecían al Poniente, son la única fuente con niveles de radiactividad natural por encima de lo permitido para el consumo?

Más allá del miedo lógico entre vecinos que consumían el agua que salía de sus grifos, o de las sospechas de que se haya estado utilizando durante meses sin ser apta, la realidad es que el problema de la radiactividad natural está extendido por varios municipios de la provincia y se conoce desde principios de este siglo. De hecho, aquí fue donde por primera vez en el país se detectaron niveles altos de partículas radiactivas en el agua. Unos investigadores rusos, de la Universidad de San Petersburgo y del Instituto de las Ciencias Rusas, participaban en 2003 en unos estudios hidrogeológicos de la Diputación de Almería para estudiar los acuíferos de la provincia. Cuando realizaron sus análisis, incluyeron los de detección de partículas radiactivas, ya que es algo común en su país. Aquí no lo era, pero desde entonces se comenzó a trabajar en ello. Almería es, por tanto, pionera en esta materia y cuenta con experiencia, ya que los técnicos de la Diputación de Almería llevan tiempo solucionando el problema allí donde se encuentra.

Un problema agravado por la sobreexplotación de acuíferos

La radiactividad natural es frecuente en aguas subterráneas, en contacto con minerales de diverso tipo durante cientos e incluso miles de años. Eso hace que, poco a poco, se hayan ido disolviendo partículas radiactivas en ese agua. Cuanto más profundas son las aguas, más posibilidades y concentración hay. Y en una situación de sobreexplotación del acuífero, agravada por la falta de lluvias, el agua que sale de los pozos es cada vez más profunda. Son las llamadas ‘aguas fósiles’, con milenios de antigüedad y que, en condiciones normales, no son las que se consumen.

“Si el acuífero funcionara en un régimen natural, habría una recarga anual, que sería un agua que estaría en las partes más superficiales del acuífero”, explica  José María Calaforra, profesor del Área de Geodinámica Externa de la Universidad de Almería. “A ese agua reciente, joven, no le ha dado tiempo a tener esos elementos radiactivos”, añade, “pero si se empiezan a extraer aguas fósiles, han tenido suficiente tiempo para disolver elementos que en principio son muy poco solubles, como el uranio”. El experto asegura que es “la sobreexplotación del acuífero la que está generando este problema” y que “es el proceso natural geológico, la propia roca, la que da la radiactividad, nunca las conducciones”.

Francisco Javier Martínez, jefe de Explotación del Ciclo Hidráulico de la Diputación de Almería, llama a la calma y recuerda que “la provincia de Almería tiene una experiencia en este ámbito que no tiene en ningún sitio de España y tecnológicamente hoy estamos preparados para todo en materia de agua”. De hecho, en la provincia funcionan catorce potabilizadoras de agua de ósmosis inversa para eliminar el exceso de radiactividad natural. Desde 2009, cuando se puso en marcha la primera en Alboloduy, se han instalado dieciocho, aunque no todas siguen en funcionamiento ya que se pudo abastecer con otras fuentes de agua a algunos de los lugares donde se instalaron. En este sentido, el técnico de la Diputación asegura que “la mejor solución siempre es buscar una nueva fuente de suministro, y más en pequeñas poblaciones”. Por eso, añade, “lo que está haciendo Almería es la mejor solución. Se podría haber planteado poner una potabilizadora pero es mejor solución, si tienes un recurso de calidad, usarlo”. Y recuerda que “eliminar la radiactividad es difícil y costoso, y eso genera problemas sobre todo a los pequeños municipios”.

Analíticas complejas

Los Ayuntamientos tienen la competencia y son, por tanto, los responsables de garantizar la calidad del agua. El proveedor del servicio, que en la ciudad es Aqualia, encarga los análisis, siguiendo la normativa del Real Decreto 3/2023, del 10 de enero, que establece los criterios técnico-sanitarios de la calidad del agua de consumo, su control y suministro. Este obliga a analizar cada cierto tiempo la presencia de radiactividad en las aguas subterráneas. De hecho, al profesor Calaforra le extraña que, en todo el año pasado, solo esté registrado un análisis de radiactividad en los pozos de Bernal. El proceso lleva varias fases y se prolonga por encima de los dos o tres meses si se detecta un positivo.

Primero se mide la actividad alfa metiendo la muestra de agua en un cofre sellado de plomo viejo, extraído de las minas antes de la primera prueba nuclear que se hizo en la Tierra, para evitar que en la medición se sume la radiación ambiental: así se mide solo la radiactividad que emite el agua. Si la actividad alfa total es inferior a 0,1 Bq/L (béquerel, unidad de medida de la radiactividad, por litro), no hay problema. Si llega a esa concentración, se puede solicitar un nuevo análisis para descartar fallos, ya que el margen de error de esta prueba es del 20%. Si continúa dando positivo, hay que realizar un análisis de la dosis indicativa total (DIT).

Mientras que los primeros análisis son rápidos y en una semana se puede tener el resultado, el DIT es una prueba muy compleja. Además, el laboratorio de referencia en España, el de la Universidad de Extremadura, realiza las analíticas de agua de casi todo el país, lo que hace que el proceso sea aun más lento y que los resultados tarden en llegar al menos entre dos y tres meses. En esta prueba, se miden por separado las concentraciones en la muestra de agua de seis radionucleidos: dos isótopos de uranio, otros dos de radio, plomo y polonio. Si el resultado del sumatorio de estos seis parámetros es de 0,1 mSv (milisievert: el sievert es la unidad de medida de la dosis efectiva de radiación) o superior, el agua es declarada no apta para consumo.

El problema es que no hay opción de que dé cero ninguno de los parámetros. Por ley, cuando no se detecta presencia de alguna de las partículas radiactivas, se suma el mínimo detectable por la analítica. Esta metodología puede provocar ‘falsos positivos’, sobre todo cuando se supera por muy poco el límite de 0,1. Algo que en la actualidad sucede en Chercos, donde en la primavera de 2023 se detectaron 0,11 mVs en el agua de abastecimiento. En el caso de los pozos de Bernal, se detectaron 0,15 mVs.

Cómo eliminar la radiactividad del agua

Cuando el positivo por radiactividad queda confirmado, hay varias soluciones posibles. La más adecuada, según explica Martínez, es encontrar una nueva fuente de abastecimiento de agua de calidad, como se va a hacer en Almería, llevando la mezcla de agua desalada desde el depósito de San Cristóbal hasta los núcleos de población afectados. Pero como esta solución no siempre es posible, hay tecnología que permite ‘limpiar’ el agua de radiactividad: las estaciones potabilizadoras de ósmosis inversa.  

En la provincia de Almería, la Diputación de Almería ha instalado este tipo de plantas  en Alboloduy, Escúllar (Las Tres Villas), Huécija, Alicún, Tahal, Alcudia de Monteagud, Benizalón (con dos plantas, una en el pueblo y otra en Fuente La Higuera), Benitagla, Fines, Los Gallardos, Lubrín (donde también hay dos, una en el pueblo y otra en El Campico de Bédar), Fines, Albanchez, Somontín (no en uso, porque se encontró otra fuente de abastecimiento) y Chercos (pendiente de poner en funcionamiento).

El problema de la radiactividad es que, en realidad, “no puedes eliminarla, solo puedes cambiarla de sitio”, apunta José Luis Casas, director del CIESOL, centro de investigación de la Universidad de Almería que desarrolla varios proyectos europeos de regeneración de aguas, entre ellos el ya finalizado Life Alchemia, donde se ha probado un nuevo sistema para eliminar la radiactividad natural del agua en los municipios de Alboloduy, Tahal y Benizalón. “Con la planta de ósmosis estás liberando de radiactividad el agua que procede de los sondeos pero el rechazo de la ósmosis, lo que se desecha, que va cargado de sales, sigue llevando esa radiactividad y eso se tira a las ramblas o a la red de saneamiento y acaba llegando a las depuradoras, donde podría haber un problema de concentración”, explica.     

En esta misma línea, Francisco Javier Martínez, que también participó en el proyecto LIFE Alchemia, en el que la Diputación de Almería era uno de los socios, asegura que “el problema de la radiactividad no es que exista, porque todo tiene radiactividad, un plátano, un ladrillo o el Sol, que es de donde más radiación recibimos, el problema es la acumulación”. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud, en la cuarta edición de sus ‘Guías para la calidad del agua de consumo humano’ aborda el problema de la radiactividad, natural o provocada por la actividad humana, en el agua y sus riesgos para la salud. Pero señala que “estos riesgos son normalmente pequeños en comparación con los riesgos derivados de microorganismos y sustancias químicas que pueden estar presentes en el agua de consumo humano”.

Una tubería de urgencia

Aun así, cuando se detectan concentraciones superiores a los límites establecidos, hay que buscar una solución rápida y eficiente. En el caso de los barrios de Almería afectados, con unos 1.500 vecinos perjudicados, la solución estaba en la misma agua que sale del grifo en el resto de la ciudad desde que en octubre de 2023 se pusiera en marcha la conexión entre los depósitos de La Pipa y de San Cristóbal. Desde entonces, el 99,2% de la capital recibe una mezcla del 60% de agua desalada y el 40% de los pozos de Bernal. Así se reduce la concentración de radiactividad, según apunta José María Calaforra, que estima que para bajar de 0,1 mSv, se necesita “mezclarla al menos al 50% con el agua desalada”.  

Para llevar este agua mezclada con la desalada, el Ayuntamiento ha aprobado de urgencia la obra de construcción de una tubería desde el depósito de San Cristóbal hasta el último núcleo afectado, aprovechando para ello el canal que va desde el depósito de la Membrana, en Aguadulce, hasta el de la capital. Es una conducción de 7 kilómetros, con unos 780.000 euros de presupuesto, que tienen una duración prevista de tres meses, según anunció en enero el concejal de Aguas, Zonas Verdes y Agricultura del Ayuntamiento de Almería, Juan José Segura, junto a Sacramento Sánchez, portavoz del equipo de gobierno y concejala de Obras Públicas, Mantenimiento, Accesibilidad y Economía Azul.

Hasta que finalice la obra, se seguirán enviando cisternas de agua. En La Joya y Castell del Rey, que cuentan con depósitos de agua, el Ayuntamiento y Aqualia están estudiando la posibilidad de llevar las cisternas hasta los depósitos y, desde ahí, bombearla a las viviendas, según contó Segura. Y mientras las obras se ejecutan, Calaforra recuerda que hay que seguir haciendo una analítica cada mes “y además hacerla en la fuente, en los pozos de Bernal, no solo en los depósitos o en los puntos de muestreo que hay en la ciudad”. Aunque la posibilidad de que baje la concentración se limita a que aumente la recarga del acuífero.

Esto es debido a que las aguas subterráneas en contacto con roca granítica o con roca volcánica tienen una alta probabilidad de tener esa radiación natural. En Almería, el problema está detectado, muy estudiado y las soluciones, trabajadas. Fuera de nuestra provincia, en 2023 se han detectado niveles altos en lugares como Nerja o Tenerife. Almería es la referencia, porque lleva dos décadas trabajando y encontrando soluciones, pero en España hay zonas con niveles más altos de radiactividad natural.

En cualquier caso, la OMS considera que “salvo en circunstancias extremas, la dosis de radiación resultante de la ingestión de radionúclidos en el agua de consumo humano es mucho menor que la proveniente de otras fuentes de radiación”. Y recuerda que “hoy en día, el uso de la radiación en la medicina para el diagnóstico y tratamiento es la fuente más grande de exposición a la radiación creada por el hombre”, mientras que la solar, una fuente de radiactividad natural que recibimos a diario, es la mayor de todas. 

Proyecto LIFE Alchemia

“En el proyecto Alchemia, desarrollamos otros procedimientos alternativos, buscando sobre todo que el coste del agua fuese más bajo”, explica José Luis Casas, director del Centro de Investigación en Energía Solar, CIESOL. La investigación, desarrollada entre 2018 y 2021 en los municipios de Tahal, Alboloduy y Benizalón, venía así a buscar soluciones a uno de los principales problemas de la eliminación de partículas radiactivas en el agua mediante sistemas de ósmosis inversa: el coste para los ayuntamientos, sobre todo en el caso de los municipios pequeños.

“La ósmosis inversa tiene un alto coste energético y un importante coste de recurso hídrico, porque para producir un litro de agua de calidad hace falta sacar del pozo unos dos litros, así que se necesita más agua y más energía, y es mucho coste en la factura de la luz para algunos ayuntamientos”, continúa Casas. El sistema utiliza lechos catalíticos filtrantes que retiran el uranio y el radio y lo retienen. Estos lechos atraen el hierro y manganeso presente en el agua y estos, a su vez, ‘arrastran’ las partículas radiactivas.

“Se buscaba simplicidad técnica, menor coste económico y un sistema mucho más sostenible”, añade Francisco Javier Martínez, que participó en este proyecto con la Diputación de Almería, uno de los socios de Life Alchemia. “Cada cierto tiempo, lavamos el material y la radiactividad la volvemos a echar al sistema, a las redes de saneamiento, de ahí a la depuradora y se vuelve a integrar en el ciclo. No se puede dejar porque tendríamos un problema de acumulación”, explica.

El resultado fue dispar. “Los lechos funcionaron para aguas con una radiactividad relativamente baja”, cuenta el director del CIESOL. Así, añade, “en Tahal funcionó bien, en Alboloduy tuvimos problemas porque son aguas con un alto contenido en sulfatos y tenían una salinidad muy alta, que daban problemas de ‘competencia’ en el lecho, y Benizalón tenía unos índices un poco más altos de lo que podíamos retirar”. A la hora de reducir el consumo energético, el éxito fue total, con descensos del 70% en Alboloduy, del 72% en Benizalón y del 98% en Tahal.

La principal conclusión es que “es un método que para pequeñas poblaciones se podría diseñar y utilizar”. Habría servido, por ejemplo, de no contar con el agua desalada, para potabilizar el agua de los pozos de Bernal que llega a Castell del Rey y La Joya.

De las seis estaciones que pusieron en marcha, “estamos usando cuatro como potabilizadoras móviles por la provincia”, cuenta Martínez. Ahora hay una de ellas en funcionamiento en Lucainena de las Torres, donde se encontró un exceso de hierro en el agua, y otra en Las Tres Villas.

(Reportaje publicado en el número de febrero de 2024 de la revista Foco Sur).

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