El autoconsumo energético mediante placas fotovoltaicas está en auge desde la escalada de precios de la luz. En Almería, comienzan a proliferar paneles en viviendas y también comunidades energéticas para dar servicio a los vecinos de un pueblo o barrio.
Con los precios de la electricidad por las nubes, hace un año los consumidores comenzaron a mirar con más avidez al mercado de la energía fotovoltaica para autoconsumo. En la tierra con más horas de luz al año, era la solución evidente a un problema que estaba agobiando a muchas familias. Ahora, se ha tranquilizado un poco el asunto, debido a la estabilización de los precios, pero aun así continúa aumentado el número de hogares que optan por este modelo energético.
Si hay un lugar en España y Europa donde está justificada la inversión en paneles fotovoltaicos es en nuestra provincia, con su sol que tanto atrae al turismo. Además, es una inversión con un coste mucho más asequible que hace unos años, y existen numerosas ayudas de distintas administraciones, que quieren impulsar, animados por la Unión Europea, modelos energéticos más sostenibles en nuestras ciudades y pueblos.
Así, en Andalucía, la energía solar fotovoltaica creció en 2021 un 47,5% respecto al año anterior, para alcanzar los 5.364,2 GWh, según la última entrega de la publicación anual ‘Datos Energéticos’, de la Agencia Andaluza de la Energía, que depende de la Consejería de Política Industrial y Energía. En Almería, la energía solar solo supone un 0,7% del total del consumo global, aun muy por debajo de los derivados del petróleo, que superan la mitad, con un 59,6%, la energía eléctrica, que suma el 28,3%, el gas natural, que se queda en el 7,1%, y la biomasa, que alcanza el 4,3%. Eso sí, en diez años, el consumo final de energía solar térmica ha aumentado desde 5 kilotoneladas equivalentes de petróleo a 6,8. Crece despacio, sobre todo teniendo en cuenta las posibilidades que tiene en esta materia la provincia, pero lo hace de forma continua.
Otro dato que apunta a este aumento de la energía solar de autoconsumo viene de la mano de Endesa, cuya filial e-distribución anunciaba en abril que tiene en Almería 3.045 accesos de autoconsumo a la red, el 99% de ellos en redes de baja tensión, las que se usan para consumo doméstico. En total, estas instalaciones de autoconsumo en la provincia cuentan con una potencia de 47.880 kilovatios, el 5% de la potencia de autoconsumo registrada por Endesa en toda Andalucía. Asimismo, e-distribución anunciaba a principios de verano que, en poco más de seis meses, entre finales de 2022 y principios de julio de este año, había casi cuadriplicado la cifra de autoconsumos colectivos activados en su red de distribución en Andalucía. Así, se ha pasado de 31 a 111 instalaciones colectivas en la red de Endesa, lo que equivale a un aumento del 258%.
Si a las instalaciones colectivas se le suman las individuales, en la zona de gestión de e-distribución existen más de 200.000 autoconsumos en España. Y Andalucía está a la cabeza, con cerca de 90.400. De hecho, en el primer semestre del año, la distribuidora ha conectado 85.000 autoconsumos en España, superando los 81.800 del año anterior y multiplicando por 3,5 todos los de 2021. A este ritmo, las redes de Endesa finalizarán 2023 con más de 270.000 suministros con autoconsumo activados, con lo que se batirían todos los récords en el avance de esta tecnología.
Opciones de autoconsumo
Ahora hay un ‘boom’ impulsado por los precios de la luz. Y aunque ya estén más estabilizados, los expertos y quienes se han pasado al autoconsumo recomiendan dar el salto. Para ello, se necesita tener una cubierta disponible, a ser posible sin sombras y bien orientada, y que el impacto visual de la instalación sobre el entorno sea adecuado y se cumplan las normativas municipales al respecto. Lo normal es que se aprueben todos estos criterios, aunque a veces hay que hacer superestructuras que necesitan una licencia.
Hace siete años, Juan Sebastián Fernández Prados, profesor de la Universidad de Almería, y su familia decidieron dar el salto a la energía solar en su vivienda del barrio de Los Molinos, en la capital. “Estamos cada vez más contentos de haber dado ese paso”, asegura. “Lo hice por conciencia ecológica pero también por la curiosidad, por experimentar”, explica, y añade que “cada vez tengo más claro que hay una parte más práctica y no solamente ya hemos amortizado la inversión, sino que además seguimos ahorrando”.
Fernández Prados cuenta que “de lo más interesante de la instalación es la pantallita que te va indicando lo que estás consumiendo, lo que estás produciendo de electricidad y lo que te ahorras por producir la electricidad a través de tu instalación”. En esta línea, añade que “como la factura no la entendemos, es interesante tener información de manera instantánea de lo que estás consumiendo o produciendo, lo que te estás ahorrando, o lo que estamos vertiendo a la red, que lo venimos haciendo desde hace un tiempo y nos da unos eurillos”.
En el caso de instalaciones para uso propio, como en una vivienda unifamiliar, hay distintas opciones. Instalar paneles para producir la energía solar, con la posibilidad de verter a la red el excedente; o hacer una instalación con batería, que acumula la energía que no se utiliza para poder hacerlo en las horas en las que no hay luz solar. El problema es el precio de esta batería, que puede llegar a los 10.000 euros, cuando la instalación de las placas es de unos 6.000. En cualquier caso, hay subvenciones para este tipo de instalaciones. “La tendencia va en esta línea, porque cada vez más la energía está más barata en franjas horarias de día y por la noche es cada vez más cara, así que la batería da una estabilidad en el precio, porque facilita que no tengas que consumir energía de la red cuando está más cara”, explica Jesús Parrilla, socio fundador de Albedo Solar, empresa almeriense especializada en instalación de sistemas de energías renovables.
Lo que no es recomendable, a pesar de la batería, es desconectarse de la red, que sería el paso definitivo para ser independiente en materia energética. La red es un ‘seguro’ de acceder a energía cuando no hay luz solar (y no se tiene batería) o hay un problema de mantenimiento en la instalación fotovoltaica. Además, existe la opción de que la red haga las veces de batería. “Dependiendo de la comercializadora, la red puede hacer de batería virtual, que es almacenar de manera virtual la energía en la red y, cuando la necesitas, te la devuelve, a través de un contador inteligente que va a saber en todo momento la energía que has subido a la red y la que vas a necesitar”, apunta Parrilla.
Otro punto a favor del autoconsumo energético es que las compañías ofrecen productos específicos para cada usuario. “Puede darse el caso de un usuario que viva, por ejemplo, en Madrid y tenga una casa en la playa, en San José, donde hace la instalación fotovoltaica, y todo lo que produzca en esta lo puede revertir en su vivienda de Madrid en los meses en los que no está en la vivienda de San José”, revela el fundador de Albedo Solar, que matiza que, en este caso, hay que tener contrato con la misma comercializadora en las dos viviendas.
Entre las comercializadoras también hay un amplio abanico de posibilidades, ya que además de las tradicionales, las hay específicas para este tipo de productos, como Fenie Energía, comercializadora creada por instaladores eléctricos. Por ello, Parrilla recomienda “comprobar las condiciones de cada una, tanto en el precio de la energía que compras como en el de la que viertes a la red, porque aunque todas las comercializadoras ofrezcan las mismas fórmulas, no todas tienen los mismos precios”.
Comunidades Energéticas
Aunque por lo general se asocia la instalación fotovoltaica con viviendas unifamiliares, “se puede hacer en edificios de pisos sin problemas y, de hecho, ahora se están haciendo muchísimas”, asegura Jesús Parrilla. Para ello, hay distintas opciones: instalar paneles para producir energía con la que cubrir las necesidades comunitarias; o ampliar la instalación para que también llegue a las viviendas. Asimismo, una tercera vía sería alquilar la cubierta a una empresa del sector, que realiza la inversión, paga un alquiler al año por la cubierta y a los 10 o 15 años entrega a la comunidad de vecinos la instalación, que tiene una duración de unos 20 o 25 años. Con esta opción, “la energía producida la comercializa la empresa, pero hace un precio especial a la comunidad y los vecinos del edificio”, apunta Parrilla.
A una instalación de este tipo, por tecnología, se podrían sumar vecinos en una área de hasta 2 kilómetros de radio de donde esté situada, dando lugar a comunidades energéticas, otra de las soluciones en auge, como mostraban los datos de la primera mitad del año de Endesa. “Acceder mediante una comercializadora así es una manera de tener una tarifa de autoconsumo de energía solar sin tener que poner tu cubierta en uso”, señala Parrilla, que asegura que “el radio de 2 kilómetros para acceder a la energía producida por una instalación fotovoltaica es una limitación que irá cambiando, haciendo el radio más amplio. En realidad, ya hay tecnología para evitar esa limitación”.
En nuestra provincia, ya se están poniendo en marcha varias comunidades energéticas. La primera fue en Almócita, donde se ha puesto en marcha una comunidad energética libre, impulsada por el Ayuntamiento, para autoconsumo de las instalaciones municipales, pero a la que se pueden sumar los vecinos que lo deseen. Fue pionera, además, en tener un sistema de blockchain, que garantiza la seguridad, en la gestión de datos. El proyecto comenzó hace dos años y este mismo 2023 ya ha comenzado a funcionar.
La Cámara de Comercio de Almería está impulsando otra comunidad energética, Toda Almería, junto a los ayuntamientos de Pulpí, Bayarque, Abrucena, Tres Villas y Cuevas, que son los socios fundadores, más los de Níjar, Suflí, Padules, Fondón y María, más 27 socios privados. La intención es que nuevos municipios se vayan sumando. Y a nivel privado, la tienda de electrodomésticos Sánchez ha optado por una solución de este tipo tras instalar paneles solares para uso propio. Así, los vecinos en un radio de 2 kilómetros pueden apuntarse a la comunidad y suministrarse de esta energía solar.
Fernández Prados es partidario de estas comunidades energéticas. Dentro de estas hay distintos tipos. Unas las promueven las mismas comunidades de vecinos e incluso pueblos de pequeños tamaño, como es el caso de Almócita, y en otras es la empresa la que se encarga de financiar la instalación. “Un piso tiene que pedir millones de permisos para que le dejen poner placas para una instalación de autoconsumo y, además , las comunidades energéticas son más eficientes porque se aprovecha mejor toda la instalación y la producción que hace”, apunta el profesor de la UAL.
En esta misma línea, asegura que “el futuro de la energía fotovoltaica” pasa por “aprovechar las instalaciones de un colegio, por ejemplo, que son las instalaciones públicas que están más distribuidas por barrios, o los centros de salud, y que sea en sus tejados donde se produzca la energía para todo el barrio. Eso en Almería sería muy fácil”. Y añade que “tendríamos que haber apostado por esto hace años ya, porque es penoso que un país del norte como Alemania tenga más instalaciones fotovoltaicas que España, cuando tienen la mitad de horas de luz”.
Aprovechar los fondos Next Generation para que las administraciones locales inviertan en comunidades energéticas es su propuesta para revertir esa situación. Y concluye: “Esa debería ser la forma de entender un modelo energético mucho más distribuido, democrático y renovable”.
Un proyecto pionero en Almócita
Hace algo más de dos años, el Ayuntamiento de Almócita apostó por crear una comunidad energética en el municipio. Tras colocar placas solares en la cubierta del Teatro Municipal para pasar al autoconsumo energético en las instalaciones municipales, se pensó que sería buena idea aprovechar el excedente para suministrar energía a las viviendas de los vecinos que se quisieran sumar a la iniciativa. En febrero de 2022, se constituía la comunidad energética, aunque las trabas burocráticas y de distribución han hecho que hasta el verano de 2023 no haya comenzado a funcionar.
“Nuestro modelo es muy interesante, entre otras cosas, porque implicamos a todos los vecinos y vecinas del pueblo”, destacaba Francisco García, alcalde de Almócita, en una jornada sobre la comunidad energética celebrada en el pueblo en agosto. “Hay modelos en los que la empresa instala las placas y reparte la energía entre el Ayuntamiento y los vecinos, pero se quedan el beneficio. Nuestro modelo, una vez que se amortice, nos va a producir riqueza a todos los vecinos, es mucho más participativo e ilusionante”, añadía.
“Cuando se pensó en la comunidad energética, nos motivó mucho, porque es algo muy nuevo en España, así que nos subimos al carro para dar nuestro feedback y ayudar con toda la gestión administrativa que se ha ido haciendo”, cuenta a Foco Sur Paqui Apañez, vecina de Almócita y usuaria de la comunidad energética. En el tiempo que lleva en marcha la cooperativa, ha visto cómo han ido superando esas trabas y ahora empiezan a recoger los frutos en forma de ahorro energético. “Estamos viendo los primeros descuentos, pero nos falta que se ponga en marcha la aplicación, en la que cada uno veremos nuestro consumo, lo que estamos ahorrando y los picos de energía que hay, para ver cuándo es mejor usar ciertos aparatos”.
Esa aplicación funciona mediante blockchain, una tecnología que divide la información en bloques, de manera que se garantiza la privacidad y seguridad de los datos de cada usuario. Ahora hay otras comunidades que están apostando por esta tecnología, que aporta PowerLedger, pero Almócita ha sido la pionera.
En la jornada, Jesús Parrilla, de Albedo Solar, empresa que ha puesto en marcha la comunidad junto a la comercializadora Fenie Energía, destacaba en la jornada que “tenemos la tecnología y la experiencia para que estos proyectos salgan adelante”. Y se preguntaba, de cara al futuro, “¿por qué no pensar en un mercado europeo de intercambio de energía?”.
Javier Bescos, de Fenie Energía, aseguraba que “es mucho mejor poner generación distribuida en los tejados que tener generación centralizada que ocupe otros espacios”, de ahí la apuesta que desde el Gobierno están haciendo por las comunidades energéticas. Y Cristina Mata, de PowerLedger, destacaba las posibilidades de España para crear comunidades energéticas fotovoltaicas así como el papel de estas como “herramientas de movilización social para la acción climática”.
(Reportaje publicado en el número de diciembre de 2023 de la revista Foco Sur).


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