Realidad y ficción: lo demás no cuenta


Miguel Blanco

Clemente Jiménez: “No soy muy de paisajismo, soy más de cristales y aceros”

Empezó en el mundo de la fotografía de niño, ayudando a su padre, y ha terminado siendo uno de los fotógrafos de moda y eventos sociales más solicitados del país, buscado por clientes de todo el mundo. En el último año ha debutado en la Paris Fashion Week y ha recibido su tercer Premio Goya de la Fotografía.  

Acabas de trabajar en la Paris Fashion Week. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Espectacular, aquello es otro nivel, el culmen de la moda en el mundo. He estado haciendo un ‘shooting’ para Susana Lirola, y también para Pertegaz y para Jorge Vázquez. Ha sido una experiencia inolvidable, brutal.

Desde hace unos años estás más enfocado en la fotografía de moda, pero sigues compaginándolo con la fotografía social. ¿Qué es lo que te atrae de cada una de ellas?

La fotografía de moda es lo que siempre me ha gustado a mí, es para lo que estudié. Y la fotografía de bodas y el estudio fotográfico es lo que he mamado. Con un año, mi padre me sentaba en el cuarto oscuro y jugaba con los químicos. Y con nueve años, estaba ayudando a mi padre en las bodas, con la linterna. Hacer bodas me gusta mucho, me divierto.

El estudio lo montó tu padre y has seguido la tradición familiar…

Mi padre tenía 17 años cuando lo montó y ahora tiene 72. Así que lleva 55 años. Somos tres generaciones, porque mi abuelo era fotógrafo también, en Barcelona.

Nunca te planteaste dedicarte a otra cosa…

En realidad, no es una cosa que tuviera definida desde pequeño. Pero cuando empezó a gustar mi trabajo, me decidí a estudiarlo a fondo y me fui a Madrid en 2005 a hacer un máster.

Pocos años después, en 2010, llegaron los primeros premios…

El primero fue el europeo de bodas, por una foto en el Auditorio de Níjar, que es chulísimo. A partir de ahí, ese año hicimos unas cien bodas por todo el mundo, Irlanda, Francia, México…

Y al año siguiente, llegó el primer Goya.

El primer Goya fue también por fotografía de bodas, por una foto en el Auditorio de Vícar. El segundo y el tercero fueron por fotografías de moda, en 2017 y este año, por una campaña para una peluquería y por la imagen de campaña de Susana Lirola de 2023.

En Europa, llevas ya cuatro premios…

Sí, además del primero, me han dado el Master Qualified European Photographer (MQEP), que es el más grande, porque no se premia una foto, sino una colección de 20. Y luego, el Qualified European Photographer (QEP) que es a colecciones de doce, que tengo dos, uno de moda y otro de bodas, que los gané el mismo año.

¿Qué supone ganar este tipo de premios?

Que te den un premio, te sirve como publicidad, pero eres el mismo fotógrafo con premio y sin él. Pero te proyecta. Cuando gané el premio europeo, me entrevistó Juan Ramón Lucas, La Sexta, la CNN, Antena 3, Telecinco… A partir de ahí, estuve trabajando mucho en México, donde hice tres giras formando a profesionales. En el Teatro Jorge Negrete de México DF metimos 900 personas. Antes, había dado clases de formación, pero a nivel nacional. 

Y todo eso desde aquí, sin irte a vivir fuera…

Es que yo en Almería paro poco. Aquí estoy tranquilo, vivo muy bien, y quien quiere me contrata y vuelo donde sea desde Málaga o Madrid. Antes sí hacía falta estar allí, pero ahora, con las redes sociales, te ven desde donde sea.

¿Cuál ha sido la boda más peculiar en la que has trabajado?

Una boda hindú, pero no fui yo allí, se trajeron todo desde la India hasta Mojácar, la ropa, los polvos de colores…  un contenedor de barco lleno. Estuve en el ritual de la henna, que es una tradición a la que es muy difícil que dejen entrar a un fotógrafo, porque pintan con henna a la novia por todo el cuerpo.

¿Qué escenarios buscas para tus fotos?

A mí, lo que me catapulta es hacer fotos en sitios muy raros. Me encanta la arquitectura moderna. Lo mismo te hago una foto en el parking de un supermercado que en una pescadería. Una nominación al Goya fue por una fotografía en la bajada a las pescaderías del Mercado Central. No soy muy de paisajismo, soy más de cristales y aceros. El sitio más peculiar que tengo, que me nominaron al Goya en 2005, es en las tuberías de una desaladora en construcción, apoyadas en la arena de la playa. Soy muy espontáneo, algo que me viene de uno de mis mentores, Chema Madoz, que fue mi profesor y tutor y el director del proyecto de fin de máster. Te monta una foto con dos tonterías y se te cae la baba. Es flipante la creatividad que tiene.

¿Cuál es la ciudad que más te ha llamado la atención como escenario?

México DF tiene unos sitios chulísimos. Lyon también es muy bonita, y Burdeos. Pero mi ciudad favorita es París. En París, por donde vayas, en cualquier callejón, puedes hacer una foto chulísima. Otro sitio que me encantó hace años fue el Maremagnum en Barcelona, que tiene muchos edificios interesantes. Pero en cualquier ciudad puedes encontrar algo.

¿Está reconocida la fotografía de moda y la social al nivel que lo está la artística?

Se hacen muchas exposiciones de fotografía de moda. Mario Testino estuvo exponiendo hace unos años en el Museo Reina Sofía. Aunque yo he planteado alguna vez al Centro Andaluz de la Fotografía hacer una exposición y me han dicho que no, que allí solo van fotógrafos de renombre… Van buscando fuera lo que tienen en casa, que es lo que siempre pasa en esta ciudad.

¿Qué se necesita para ser buen fotógrafo?

Lo primero, mucha formación. Ahora, cualquiera con un móvil o una cámara se cree fotógrafo. Pero si te compras un violín, no eres violinista. Para que la foto sea buena, tiene que tener una composición y una iluminación perfectas. Y luego, el impacto es lo que más cuenta, que la foto te transmita algo es lo más importante.

(Entrevista publicada en el número de noviembre de 2023 de la revista Foco Sur).

El fotógrafo almeriense Clemente Jiménez. Foto de Miguel Blanco / Foco Sur

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