El ocaso de los listos. Foto de MA Blanco

El ocaso de los listos

Estamos terminando lo que queda del cadáver que nos encontramos por la mañana en un callejón cuando, producto del inesperado banquete, mis compañeros de acera y yo comenzamos a rememorar aquellos tiempos pasados en los que parecía que íbamos a ser la puta hostia. Vamos sorbiendo los restos de tuétano y uno dice que cómo no habíamos visto claro el ocaso de los listos, si habíamos tenido las pruebas delante de nuestros ojos todo el tiempo.

Sumergidos ya tantos años entre los restos del desastre, nos parece evidente que dejar que cuatro paletos con palillo entre los dientes y restos de puro en los labios decidieran el futuro de la sociedad quizá no había sido la más inteligente de las elecciones. Pero claro, el brillo de los billetes que con tanto esfuerzo habían ido robando a lo largo de sus carreras nos deslumbró tanto, incluso cuando fueran incapaces de unir tres frases seguidas carentes de errores similares a los de alumnos de la ESO, que los tomamos por eminencias en lo suyo. El fallo gordo, en todo caso, consistió en pensar que “lo suyo” y “lo de todos” tenía algo que ver. 

Asentimos lentamente, según vamos haciendo memoria, con una mueca de sonrisa y asco en perfecta armonía, al recordar a quiénes dimos el poder de servir a estos cuatro cazurros. Empezando por el enano amargado por el más que probable puteo constante al que fue sometido en el colegio y que sentó las bases del desastre actual, seguido por el pánfilo que no quiso parar a tiempo el coche aunque fuese sin frenos y terminando con el idiota acostumbrado a esperar a que el tiempo lo cure todo, la ropa desperdigada por la habitación se recoja por arte de magia y los armarios se ordenen solos.

Otro asunto que de repente nos parece una obvia tontería es el habernos dejado convencer por los lamemorcillas de uno y otro bando, esos que señalaban al culpable cuando era el enemigo el que la cagaba y alababan la misma mierda si provenía de los culos de sus amos. Tanto unos como otros acabaron viendo cómo al final solo habían sido, igual que aquellos a quienes servían con fervor de niño pelota de colegio, tontos útiles. Una vez cumplidos los objetivos de los cuatro paletos, habían pasado a ser prescindibles. A uno de ellos nos lo comimos hacía un par de meses. Sabía asqueroso.

Todo eso nos parece curioso, sentados alrededor de lo que ya son solo huesos, porque las evidencias llevaban años intentando meternos el dedo en el ojo, pellizcarnos la nariz, tirarnos de las orejas. Y nosotros agitando la cabeza y quejándonos de que la mano nos tapaba el sol. Éramos tan inteligentes, coño, que nada iba a pararnos. Todos maestros en economía. Cualquier pardo sabía de sobra que la economía iba bien con medidas neoliberales, aunque la historia mundial demostrase lo contrario. Qué sabría la historia.

Cualquier niñato te explicaba que la austeridad era obligatoria en tiempos de crisis. Ahora, si le preguntabas por qué y cómo ayudaba, la respuesta, ahora lo veíamos claro, daba para monólogo de nuestro humorista favorito. “No se puede gastar más de lo que se ingresa”… Ahora sabemos por experiencia que dejar en la ruina a la mayoría de la población provoca grandes dificultades a la hora de activar el consumo, que era el verdadero motor del capitalismo tal y como estaba planeado, además de la especulación (pero esta solo servía para los cuatro paletos). Y de ahí, al desastre actual.

Soñando con un café, nos ponemos de acuerdo en que fue de tontos no haber caído en su momento. Nunca debimos dar tanto poder a los listos, teniendo gente inteligente, aunque fuese minoría, en el país. En el mundo. Eran difíciles de encontrar, claro, pero en algún lado estarían. Solo habría que haber buscado un poco. En realidad, todos nos creíamos inteligentes y no llegábamos ni a listos. El listo, por definición, no pasa de ser un tonto que sabe aprovechar el momento, pero no tiene capacidad para planear nada a medio o largo plazo, para prever las consecuencias que provocará el momento aprovechado. Ya hace tiempo que apenas quedan. Solo aparece alguno tirado en cualquier callejón muy de vez en cuando. Eso sí, nos da para varios días.

(Foto de Miguel Blanco).

Un comentario

  1. Información Bitacoras.com…

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