Carlos Góngora y Gloria Zapata, Axioma Teatro. Foto de Miguel Blanco

Axioma Teatro: 45 años de resistencia cultural

Militantes de la cultura, resistentes, trabajadores del teatro. Así se definen Carlos Góngora y Gloria Zapata, Axioma Teatro en el mundo artístico. La compañía que surgió de un colectivo de estudiantes y trabajadores empeñados en iluminar con cultura las tinieblas del tardofranquismo almeriense cumple 45 años, firme en el propósito de seguir aportando proyectos que sumen a nivel creativo y cultural pero, también, social y solidario. 

Con su nueva obra, ‘El legado’, en la que recorren su trayectoria y hacen balance, y el taller-espectáculo ‘Una noche en los sueños de Andina’ de gira por la provincia, Axioma está celebrando el hito de cumplir 45 años sobre el escenario manteniendo la independencia y fieles a un estilo y una ideología creativa en los que el arte, el teatro, al servicio de la reivindicación social es indiscutible. Lo ha sido así desde sus inicios, a principios de los años setenta, cuando se reunían en un local del barrio de Regiones, el Teleclub San Fernando, para agitar y modernizar la vida cultural de una ciudad gris en este aspecto.

Actividades culturales clandestinas

En el local, detrás de la Cruz Roja, donde hoy se ubica el centro vecinal del barrio, un grupo de jóvenes estudiantes y trabajadores se reunían para elaborar la revista ‘Urci’ , un programa de radio que se emitía en Radio Juventud y programar conciertos a puerta cerrada, solo para los amigos, para evitar que les cerraran el local, que como todos en aquella época, había cedido el Frente de Juventudes y cuya programación tenían que enviar por adelantado. La oficial; luego estaba la que realmente se llevaba a cabo, con recitales de cantautores y proyecciones de cortos prohibidos. Mucho antes de que en Almería hubiera festivales de cine, en las proyecciones que se organizaban en el Teleclub San Fernando «estuvo gente como Fausto Romero, con una película que tenía. Allí empezó a generarse toda una movida con el cine», asegura Carlos Góngora.

«Nuestro objetivo, aparte de realizar una actividad artística en el local», explica, «era el de hacer una reivindicación ante la situación política que existía en este país, que era una dictadura». Por eso, muchas de estas actividades eran clandestinas, fuera del programa oficial que se enviaba a las autoridades, lo que provocó que, en ocasiones, hubiera chivatazos a la Policía, como el de «una persona muy conocida de Almería, que no diré el nombre porque está en activo». El Teleclub cerró unos días por «hacer ‘cosas prohibidas’», recuerda un sonriente Góngora, aunque pronto volvió a la carga. Y, paradójicamente, recibió hasta en dos ocasiones el premio al mejor Teleclub de España, un galardón que les entregó Ricardo de la Cierva en persona.

El colectivo de «militantes de la cultura» que se reunía en Regiones también tenía un gusto especial por las artes escénicas. Carlos y Gloria habían colaborado en un grupo de teatro y tenían ganas de montar algo por su cuenta. «Nos dijimos que ya que teníamos el local y la gente, vamos a dar rienda suelta a la creatividad a ver qué pasa», cuenta Zapata, «y mira, 45 años». En aquellos momentos iniciales, Axioma era un colectivo en el que muchos colaboraban, aunque fuese pintando carteles o maquillando a los actores. Pero Carlos Góngora y Gloria Zapata se quedan solos cuando deciden apostarlo todo al teatro, convertirlo en su modo de vida. «Si no lo intentas cuando eres joven, ¿cuándo lo vas a intentar?», sonríe Gloria. En una provincia en la que, como recuerda ella, el Teatro Cervantes programaba obras, en la Feria, de «Manolita Chen y el Teatro Chino», como máximos eventos culturales. O de Juanito Navarro, o de Lina Morgan. En este panorama, con cuatro o cinco salas en la provincia que además funcionaban como cines, sin escuelas ni apenas tradición, Axioma se sube por primera vez al escenario ante el público representando una obra prohibida de un autor exiliado.

Debut con obra prohibida

‘Las ratas roen la soga’, de Gregorio G. Corral, fue la primera obra que representó Axioma. Fue en Albox, en el instituto, y el público estaba compuesto por los mismos activistas de la cultura que aparecían por el local de la capital, más los del propio pueblo y alrededores. La obra había pasado la censura gracias a una estrategia del grupo: tener dos guiones, el que se enviaba para revisión al Ministerio de Información y Turismo y el que se interpretaba mientras no hubiera inspectores revisando que se cumplía lo previsto. Aun así, por representar la obra, les cortaron «otras cosas, entre ellas las ayudas que daban en aquellos momentos», recuerda Gloria Zapata. La de entonces, asegura Góngora, «era una censura chunga, pero en el fondo más ingenua que la que podemos tener ahora, que es censura económica».

La carencia de infraestructuras teatrales en la provincia, en una época en la que, como recuerdan, el circuito oficial estaba reservado a las grandes compañías comerciales y las independientes, como la suya, se tenían que conformar con actuar en salones de actos de universidades, colegios mayores e institutos, provocó que los miembros de Axioma tomasen una decisión que se mostraría relevante para su futuro, puesto que sienta las bases de la compañía tal cual continúa siendo hoy en día. Si no hay escenarios donde actuar, actuaremos en calles y plazas. Si no tienen dónde vernos, saldremos a que nos vean.

«A nosotros Almería nos ha condicionado, es una realidad», comenta Góngora, que asegura que era una provincia que «no tenía absolutamente nada que ver con el teatro». Además, añade, «estábamos en una circunstancia social en la que todo era precario y había que adaptarse». Así que optan por el teatro de calle, también animados por un espíritu inconformista que aun hoy es una de las señas de identidad de Axioma: «Hemos jugado siempre a ser muy eclécticos, casi siempre mezclando códigos que estaban separados, sin ponernos límites», afirma Gloria Zapata. «Els Comediants y Axioma fueron las dos primeras compañías que empezaron a hacer teatro de calle en este país», asegura Góngora.

Al grupo catalán lo habían traído al Madre de la Luz. Además, organizaban un festival de teatro en Magisterio, al que traían a las mejores compañías independientes, que, a su vez, los llevaban a ellos a actuar en sus respectivos lugares de origen. Así, pronto Axioma comienza a darse a conocer fuera de la provincia y a labrarse un nombre. Y en Almería, prosiguen con esa labor de fomento de la cultura preparando «toda la programación de teatro de Almería y provincia, durante muchísimos años, sin cobrar un duro», rememora Góngora. Hasta tres festivales en un año llegaron a organizar, hasta finales de los ochenta, por los que pasaron compañías como La Cuadra y a actores como un joven Antonio Banderas.

El descubrimiento de los títeres

Para Axioma, llegar a los títeres desde el teatro de calle fue una evolución natural y un hallazgo.»En los títeres descubrimos que tenían una mayor capacidad para conmocionar y emocionar a los espectadores», explica Góngora, y añade, a modo de ejemplo, que «un actor te dice «hijoputa» y te enfadas con él; te lo dice un muñeco y te hace gracia, con su voz peculiar, con su forma de expresarse. Son más directos. Para nosotros fue fundamental cuando queríamos lanzar mensajes duros».

Un ejemplo de esta facilidad de los títeres para transmitir emociones es la obra ‘Azul, bleu, blue’, una historia de racismo, inspirada en los incendios provocados en viviendas de gitanos sucedidos en Martos (Jaén) en los ochenta. El estreno provocó un shock, ya que»la gente estaba acostumbrada a los títeres de cachiporra, pero nunca nadie se había metido a contar una historia tan potente, tan dura», recuerda Carlos Góngora, autor del libreto. «Los titiriteros nos pusieron a parir, porque eso no se podía hacer con muñecos, porque había un concepto infantil», añade. La obra fue un éxito, en todo caso, y llegó a estrenarse en festivales y en el Centro Dramático Nacional.

Fieles a su afán por llevar las artes escénicas más allá y explorar nuevas maneras de narrar, Axioma lleva códigos del teatro de calle a las salas y viceversa. «También con títeres queríamos hacer otra cosa que lo típico, otro sistema de hacer títeres y de montar la historia, porque nos gusta mezclar mucho todas las formas de hacer teatro para dar resultados y espectáculo», cuenta Zapata. Así, en su segunda obra de títeres para adultos, ‘El compromiso’, ambientada en la posguerra almeriense y con más de 300 personajes, recurren a técnicas cinematográficas, utilizando muñecos grandes para imitar a primeros planos, y más pequeños para los generales. «Para mí el teatro es un arte impuro, porque utiliza otras artes, la música, la pintura, la poesía, para manifestarse», revela Góngora, que añade que «con ese concepto, hemos llegado a no etiquetarnos». Para hacer de narradora, cuentan con una María Galiana a la que aun no le había llegado el merecido éxito popular gracias a ‘Solas’ y ‘Cuéntame’.

En su carrera, alternan grandes espectáculos como estos, con las actuaciones callejeras, entre ellas las giras por pueblos en un camión antiguo con el que rendían homenaje a La Barraca de Lorca; los espectáculos de títeres para pequeños o mayores, con los de escenario tradicional, en la que el teatro de calle impregna también la representación. Los estrenos en nuestra provincia, en prestigiosos festivales nacionales e, incluso, fuera de España, desde que en 1987 llevasen por primera vez un espectáculo a Francia Obras como ‘Fiestasia’, ‘Dame veneno’, ‘¡Simplemente no!’, ‘Titiritaina’, ‘El tren musical’, ‘Leticia.net’, y así más de 40 títulos hasta ‘El legado’, la tercera historia de títeres para adultos, en la que hacen una «parábola de una vida de 45 años».

Grandes éxitos de Axioma

Esta trayectoria les ha reportado alegrías en forma de premios, como el Max al espectáculo revelación recibido en 2005 por ‘El compromiso’, que también se llevó una amplia cosecha de galardones en la Feria de Teatro en el Sur de Palma del Río, o la Medalla de la Cultura de la Diputación de Almería a la trayectoria. Premios que «son bonitos, entrañables» y algunos de ellos incluso «valen para subir caché», comenta Góngora. Pero tanto para él como para su compañera, los grandes éxitos de Axioma «van ligados a cuestiones más humanas».

Por ejemplo, » ver a un niño autista, con un muñeco en la mano, hablar por primera vez», relata él con ojos brillantes, rememorando la época, en los ochenta, en que impartían clases de títeres en un centro para niños con autismo. También, cuando recorrieron Bosnia junto a Payasos Sin Fronteras; o, hace pocos meses, cuando estrenaron una obra en la que los títeres los manipulaban niños con síndrome de Down, sin que el público lo supiera. Tras los aplausos, los niños salieron a escena, para asombro de los asistentes que no se lo imaginaban. Los chavales habían asimilado a la perfección la premisa de Carlos y Gloria de que para manipular los muñecos «hay que utilizar el triángulo de sentimientos, mano, corazón, cabeza», que es por lo que eligen a actores para esos papeles en lugar de a titiriteros.

En esa misma línea de ‘éxitos humanos’, destacan cuando, al principio de su carrera, recorrían pueblos pequeños de la provincia, alojándose cada uno del equipo en una casa. «Escuchábamos las historias que la gente nos contaba», recuerda Góngora, «y luego nos juntábamos, uníamos las historias y, el último día, antes de irnos, la representábamos en la puerta de la iglesia, o donde fuera, la gente se traía sus sillas, y la iluminación era con candelas. Fue una época humana, de experiencia personal».

Estos grandes éxitos de Axioma, los premios pero sobre todo las experiencias, compensan el dedicarse al teatro en un país que, como denuncia Gloria Zapatra, «no tiene la infraestructura cultural que necesita; ni los medios ni las ganas, que es peor». Su compañero tiene claro que la raíz del problema es que «a la cultura, los gobiernos la soportan, pero no se hace una apuesta decidida porque no creen en ella. O son demasiado inteligentes como para no darse cuenta de que la cultura puede crear revoluciones. Y eso a los poderes nunca les ha gustado». No entienden que incluso en Portugal, con una crisis más grave, dediquen más medios a políticas culturales que aquí.

«Hace falta política cultural, pero lo que más falla es el respeto», asegura Góngora, que añade sarcástico que «ahora los artistas son las Belenes Esteban, a la que dentro de nada veremos haciendo ‘Fedra’ y llenando los teatros, como su jefe, Jorge Javier Vázquez. Esa es la cultura que interesa». Por ello, para ambos «el verdadero gran premio es haber podido sobrevivir 45 años». Y, matiza Gloria, «vivir de lo que te gusta hacer». Porque, como asegura Carlos, «no hemos vivido para hacer teatro, es el teatro el que nos ha hecho vivir».Así, con este espíritu de lucha, no es de extrañar que ya piensen en celebrar los 50 años, porque «seguimos igual que al principio, con unas ganas inmensas de aprender», asegura una sonriente Gloria, que insiste: «Aprender, aprender, aprender y no parar». Y, remata Carlos, «resistir, resistir, resistir, porque con nosotros no van a poder».

El legado de Axioma

Para celebrar sus 45 años de trayectoria, Axioma Teatro ha estrenado la obra ‘El legado’, que ha representado en varios escenarios de la provincia, como el Festival de Teatro de El Ejido o el Patio de Luces de la Diputación, donde la han representado durante tres días, y que fue presentada en la Feria de Teatro en el Sur de Palma del Río el año pasado. Tras pasar durante el mes de junio por Rioja, La Mojonera y Tabernas, en julio se podrá ver en Vélez Rubio (el día 1) y Olula del Río (el 8).

La obra, con la que cierran una ‘trilogía de la vida’ junto a ‘Azul, bleu, blue’ y ‘El compromiso’, está planteada como un homenaje a todos los artistas que han colaborado con ellos y a los que les han inspirado, así como al público que les ha ido acompañando durante su carrera teatral. La resistencia y vivir sin resignarse son los temas centrales de una obra de compleja puesta en escena, que el propio grupo monta, pieza a pieza, sobre el escenario.

La celebración cuenta también con el taller-espectáculo ‘Una noche en los sueños de Andina’, que se desarrollará en otoño en cuatro localidades de la provincia. Así, del 16 al 20 de octubre estará en Tíjola; del 23 al 27 de octubre, en Vera; del 6 al 10 de noviembre, en Tabernas; y del 20 al 24 de noviembre, en Gádor. El taller consta de clases magistrales y prácticas para introducir a los participantes en el mundo del títere. Así, aprenderan las distintas fases para construir los muñecos, cómo desarrollar personajes y los ejercicios necesarios para la correcta manipulación de los títeres. Como cierre en cada una de las cuatro ediciones del taller, los propios alumnos representarán la obra.

«Con el nuevo taller, queremos cerrar un capítulo de 45 años», explica Carlos Góngora, que matiza que «eso no quiere decir que no vayamos a hacer más, pero cerramos un capítulo y el futuro de Axioma se encamina hacia otro lado, con un proyecto que daremos a conocer en breve, que será único a nivel nacional, tremendamente solidario, humano y cercano, sin barreras sociales». Sin querer dar más pistas sobre este futuro proyecto, Góngora reconoce que «nos ilusiona mucho» y asegura que «es un proyecto ambicioso, tanto como necesario».

(Reportaje publicado en el número de julio de 2017 de la revista ‘Foco Sur’).

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