Creative Commons Festival: llega la cultura libre

Conseguir que la cultura fluya y llegue al mayor número de gente y que esta conozca el trabajo de artistas de ámbitos tan diversos como la literatura, la música o el arte es el objetivo de los defensores de la cultura libre. Un concepto, el de cultura libre, que cada vez suena con más fuerza y en más lugares, pero que aun lucha contra el estigma infundado de ir en contra de los derechos del autor o de defender el “todo gratis”. Una de las últimas iniciativas que han venido a aclarar conceptos, tanto a usuarios como a creadores, es el Creative Commons Film Festival de Almería, el #ccAlm, celebrado entre el 25 y el 29 de marzo en la capital de la provincia y que ha servido para dar a conocer las licencias Creative Commons y la obra de cineastas, músicos y desarrolladores que las utilizan en sus obras. 

La primera aclaración que hace cualquier defensor de la cultura libre es que libre no es sinónimo de gratis, aunque en inglés (idioma original del concepto) ambas palabras sean la misma (‘free’). “Una cosa que hay que dejar clara es que cultura libre no significa cultura gratuita, como puede creer la gente”, explica Juanjo Zanoletty, miembro del grupo Moviola Films, una productora de películas de animación que funcionan bajo licencias Creative Commons, y promotor del festival. Él cuenta cómo muchos autores se aferran al copyright porque no quieren dejar de ganar dinero con sus obras, aunque “desde ese punto de vista, entre copyright y Creative Commons la diferencia es cero. Tú puedes comercializar tu obra sin problemas”. Así, matiza que “lo que tiene Creative Commons es que tú, como autor, decides todas las características de tu licencia, de tal forma que cuando alguien vaya a hacer uso de tu obra, ni siquiera tiene que ponerse en contacto contigo, porque ya lo has dejado bien claro en tu licencia”.

Carlos Vives, coordinador de La Oficina, asociación que ha organizado el festival, explica que “siempre hemos defendido esa línea de cultura, educación y tecnología libres, con la mayor difusión posible para que pueda llegar a todo el público. Así que el concepto de cultura libre para nosotros es el de la máxima difusión y apertura de artes”. Una difusión que es un activo importante en una época como la actual, donde la saturación informativa hace que sea fácil que la obra de un autor pase desapercibida para el público. Así, Vives asegura que “en el momento en que vivimos, con las redes sociales, la sobreinformación, que te conozcan, que estés ahí, es lo complicado. Y la licencia hace eso, dar permisos para hacer algo con tu obra”. Y esto revierte en que “gracias a la difusión que se le da a tu obra, eres conocido”.

Difusión de forma segura

Zanoletty ahonda en esta idea cuando afirma que “el Creative Commons te abre unas vías de distribución que con el copyright no las podrías ni soñar; una licencia Creative Commons va a lograr que tu cortometraje pueda distribuirse con una rapidez mayor por todo el mundo, mientras que el copyright solo te va a poner barreras para que el cortometraje no se distribuya y no se vea”. De la misma opinión es la artista plástica María del Mar Molina, ‘Moli’, que explica que “estas licencias permiten que se vea tu imagen, que estén en la Red de forma segura y se muevan, que es lo que el artista pretende”. Ella es la comisaria de la exposición ‘Sin Derechos Reservados’, una actividad paralela del festival, que ha mostrado en el Museo de Almería la obra de artistas almerienses que trabajan con este tipo de licencias.

Las licencias Creative Commons son relativamente recientes y están asociadas a la expansión de Internet. De hecho, no son opuestas al copyright, sino una extensión simplificada de este. Hay distintas licencias para cubrir diferentes objetivos del artista, desde las más abiertas, las que entran dentro del concepto de cultura libre, que son las que permiten la difusión de una obra y la comercialización de trabajos derivados a partir de ella, a lo que se pueden añadir restricciones como que se cite la autoría o que se distribuya el producto derivado con una licencia del mismo tipo; hasta las más restrictivas, que son equivalentes al copyright, o que permiten la difusión, citando autoría, sin hacer derivadas ni poder comercializarlas. El informático Ismael Olea es experto en la materia, ya desde su versión original relacionada con el mundo del software libre, que es de donde proceden este tipo de licencias. “Por un lado, se trata de democratizar al máximo el acceso a la cultura; y por otro, lo divertido de verdad, que son las remezclas, donde el límite es la imaginación”, afirma. Olea es uno de los fundadores del colectivo HackLab Almería, cuyo objetivo es difundir la labor de la “gente que hace cosas” y que ha colaborado en la realización del #ccAlm.

Esa idea de remezcla es quizás lo más rompedor del concepto de cultura libre, porque se distancia un poco de la imagen egocéntrica del autor y se aproxima al concepto de procomún, que expertos como Antonio Lafuente, del MediaLab Prado de Madrid, difunden. “El procomún es lo que antes se llamaba el bien comunal, que no pertenece a nadie y pertenece a todos”, explica Carlos Vives, que añade que “ese concepto de procomún creativo de las artes, las letras y la cultura, hay que unirlo para que fluya de otra manera”, sin frenos.

La cultura libre da beneficios

Aun así, esto no significa que no se respete al autor ni que este pueda vivir de su trabajo. En realidad, hay casos en los que apostar por la cultura libre proporciona beneficios. Juanjo Zanoletty pone el ejemplo de los directores de cortometrajes, que tienen tres vías para financiar sus películas: “Una es que proyecto en el cine y cobro una entrada y del precio de la entrada saco mis ganancias. Otra es que vendo los derechos de emisión a diferentes televisiones. La tercera opción es que mi película la financie a través de esponsorización, patrocinios, crowdfunding o sistemas similares”, explica. Pero estas opciones al final se reducen a una: la tercera. ”Si hablamos de cortometrajes y somos sinceros, no vas a vender una entrada en la vida. Si eso no lo tienes asumido, lo tuyo no es el cine”, afirma con rotundidad Zanoletty, que continúa: “Si logras vender los derechos de emisión en televisiones, el precio oficial es tan ridículo que vas a necesitar tres millones de televisiones para poder ganar un poquito de dinero”. Entonces, la única opción que queda es recurrir a sistemas de patrocinio y similares, “y para lograr patrocinadores vas a necesitar la mayor difusión posible del cortometraje. Esto te lo permite el Creative Commons, mientras que el copyright te para. El copyright te serviría si lo que quieres es vender entradas en una sala de cine”, concluye Zanoletty, que lleva siete años usando licencias Creative Commons en sus películas de animación.

En el mundo de la cultura libre hay incluso casos de poder vivir de ello sin problemas. Uno de los ejemplos es el del escritor argentino afincado en Barcelona Hernán Casciari, que ha publicado libros que han sido éxitos de venta bajo estas licencias y que incluso se atrevió con la aventura editorial ‘Orsai’, una revista que se publicaba bajo suscripción previa, repleta de grandes firmas, pero que alojaba en la plataforma Scribd para descargar gratis en formato pdf. Incluso “hubo un momento en el que tuvieron la opción de abrirse a todos los quioscos nacionales y no lo hicieron”, recuerda Carlos Vives, “aunque podrían haber ganado muchísimo dinero”.

El mundo de la música también tiene autores afines al Creative Commons. Es el caso de los almerienses The Dry Mouths, que han publicado varios discos con este tipo de licencias, discos que permiten descargar gratis en Internet, “pero también venden sus CD y hacen conciertos y venden entradas”, cuenta Carlos Vives. El grupo ha sido uno de los participantes en el #ccAlm. Vives también recuerda el caso de Radiohead. La conocida banda británica optó por permitir la libre descarga de uno de sus álbumes, por la voluntad del usuario. “Podías bajarte el disco e imprimir la portada, con lo que tenías un CD”, explica. Asimismo, Vives cuenta que “en el mundo del videojuego tienes plataformas como Steam, que pone precios de seis o siete euros y te puedes descargar juegos gratuitos, por ser miembro de la plataforma. Ahora mismo es la que más está petándolo en ese mundo”.

Creación colectiva

En el mundo del cine, “en España están más extendidas a nivel de cortometrajes, y en largometraje se da más dentro del mundo alternativo e independiente”, explica Zanoletty, que añade que “sobre todo hay mucho documental”. Quizás el caso más conocido sea el de la película ‘El cosmonauta’, de Nicolás Alcalá, que además fue uno de los primeros casos de ‘crowdfunding’ de éxito en nuestro país, dentro del mundo de la cultura.

La cultura libre llega incluso a disciplinas en las que resulta complicado imaginarla, como la arquitectura. “El mundo de la arquitectura siempre ha contado con grandes creadores, con genios que erigían edificios y pensaban sobre ellos, mientras que en mi generación, en la Escuela, estamos más pendientes de la colaboración, en la que la autoría no es tan importante”, afirma Ramón Francos, colaborador del festival y uno de los autores que ha expuesto en la muestra Sin Derechos Reservados. Él asegura que de lo que se trata es de “entender la creación de una forma colectiva. Como creador te abre un campo muy grande de experimentación, en el que el objeto final de creación no adquiere tanta importancia como el proceso que está asociado a este”. Así, “haciendo mobiliario ‘open source’, que luego otros pueden reproducir el mecanismo en otra parte, se socializa esa idea y puede llegar y utilizarse por más gente”, explica Francos, que añade que “imagina qué importante puede ser esto en medicina, con todos los problemas que hay últimamente con el acceso a ciertos medicamentos”.

Aunque quizá el campo donde más evidentes son los beneficios de la cultura libre es el de la informática, en el que productos gratis y de uso extendido, como el sistema operativo libre Debian GNU/Linux, tendría un valor de mercado estimado en “3.000 millones de euros”, afirma Ismael Olea, según un estudio con una década ya de antigüedad. Hoy, sería bastante más alto. Según otro estudio más reciente, la distribución Fedora 9, una variante de ese mismo sistema operativo, estaría valorada por encima de los 9.000 millones de euros. “No es solo el precio de hacer este software, que ya sería prohibitivo para cualquiera, sino el impacto socioeconómico, que es gigantesco y muy difícil de medir”, explica Olea.

Internet no existiría sin software libre

Dentro del mundo de la informática, la herramienta más utilizada por el público general, también basada en obras de licencia libre, es Internet. “Internet no existiría sin el software libre. Sin la manera en que se construyeron e implementaron los protocolos en Internet habría sido imposible crear una red abierta y relativamente tan económica como es Internet, tanto para los proveedores como para los consumidores”, asegura Olea, que añade que “hubo intentos de crear redes mundiales privadas y todas han desaparecido ya”. Esto es así porque el código que hace posible que un usuario cualquiera pueda navegar en la Red está basado en su mayor parte en Linux. Es el caso de “protocolos como el DNS, el servicio de nombres, o la mayor parte de los servidores web y de los sistemas operativos que corren en Internet”, explica Ismael Olea, que insiste en que “es imposible concebir Google o Facebook sin software libre. Y estas dos empresas, si les quitas el software libre, probablemente no son ni rentables”. Otro ejemplo es el de los smartphones, un campo en el que ha sido decisivo el sistema operativo Android, en el que “al menos una parte importante del núcleo es libre, y ha conseguido que bajen los precios”, cuenta Olea, y concluye: “Aunque no son gratis, el precio de acceso a un smartphone hoy en día es ridículo comparado con lo que era hace cinco años, y con una diferencia de prestaciones alucinante”.

Que la cultura libre es beneficiosa para los usuarios y los creadores, para la sociedad en general, es algo que tienen claro los defensores de este modelo. Así, Carlos Vives asegura que al final, “lo que importa es la obra y la forma de hacerla”. Insistiendo en esa idea de la colaboración, María del Mar Molina cuenta que con esta manera de trabajar “se van generando obras a partir de una original, como un ‘collage’. Es una mentalidad más abierta y más libre”. Ramón Francos va más allá al asegurar que “todo lo que no sea poner el conocimiento al servicio de todos, sino de unos pocos y que suponga un beneficio industrial directamente, involuciona un poco la sociedad, de alguna manera, es un lastre para la evolución y para alcanzar nuevos modelos de sociedad que hoy en día, por la crisis que todos conocemos y llevamos sufriendo tiempo, parecen necesarios para restaurar ciertos elementos necesarios de la convivencia”.

En ese sentido, el festival ha sido una manera de dar a conocer estas licencias y la manera de ver las cosas que implican. Una excusa, en definitiva, para que, como dice Carlos Vives, la gente vea “cómo se trabaja compartiendo todo por un bien común”.

Almería, en las ciudades Creative Commons

La última semana de marzo, Almería se ha convertido en referencia de la cultura libre. Entre los días 26 y 29 de marzo, el Creative Commons Film Festival (#ccAlm) ha mostrado la obra de artistas como “Nina Paley, cuyos cortometrajes de animación tienen una difusión internacional bastante importante, o la gente de ‘Bick Buck Bunny’, unos daneses que también son de primera categoría técnica y artística”, según cuenta a Foco Sur uno de los organizadores del festival, el realizador de cortos de animación Juanjo Zanoletty, miembro del grupo Moviola Films.

Con el objetivo de “acercar a la sociedad las nuevas fórmulas para gestionar y difundir la cultura que ofrecen las licencias Creative Commons, una alternativa más flexible que el copyright”, el festival no se ha limitado al ámbito del cine, sino que ha servido para mostrar cómo este tipo de licencias pueden facilitar el trabajo de artistas plásticos, fotógrafos y cantantes, así como de cualquier creador de contenidos culturales.

“Con el #ccAlm queremos visibilizar las licencias Creative Commons y cómo de colaborativas pueden llegar a ser, porque lo interesante es utilizarlas para colaborar, hacer trabajos conjuntos”, explicaba Carlos Vives, uno de los coordinadores del festival, que añade que “por ejemplo, una persona en Nueva Guinea puede rodar algo, yo puedo montarlo en Almería y otra ponerle la música donde sea. Nunca vas a ver a esas personas, pero ese es el poder de Internet: haces así una película y luego puedes moverla por todo el mundo con este tipo de licencias”.

El #ccAlm se ha desarrollado en la sede de la asociación La Oficina Producciones Culturales, uno de los organizadores del evento. Por allí se han visto obras como ‘Hydro’, ‘Exposing the invisible’ o ‘Sita sings the blues’. Asimismo, ha habido conciertos de grupos y cantantes que apuestan por el Creative Commons, como The Dry Mouths, Pedro Pastor Guerra, Walter Rodríguez y Alejandro Fuentes. Otras propuestas han transitado por caminos experimentales, como es el caso de las de Ernesto Ojeda o Stalhfabrik.

El teatro también ha tenido su espacio en el #ccAlm, con la representación de ‘Antídoto. Una obra de teatro tóxica’, de Javier Martín y Lucía Llerena. Y para fomentar la labor divulgativa, ha habido charlas sobre Creative Commons, a cargo de Ismael Olea, experto en software libre y miembro fundador de Hispalinux; o el ‘Proyecto Transmedia de Cultura Libre’ a cargo de la asociación de cómic La Duna.

Asimismo, el mundo de la informática ha estado presente con iniciativas como el Día Arduino, para presentar este sistema de hardware accesible a cualquiera; el Wikiproyecto o la cita de Geoinquietos, una cita para mapear Almería dentro de la plataforma OpenStreetMaps, “que son como los mapas de Google pero gratuitos para que sean utilizados por cualquier empresa o particular”, cuenta Ismael Olea. Asimismo, se han presentado dos iniciativas de Wikimedia Commons España: el Wiki Loves Earth y el Wiki Loves Monuments. Dos concursos de fotografía que se convocarán en los próximos meses y que quieren fomentar la fotografía libre de monumentos y espacios públicos de todo el mundo.

(Reportaje publicado en el número de abril de 2015 de la revista ‘Foco Sur’. Puedes descargar aquí la versión en pdf).

4 comentarios

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.